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El Teósofo - Órgano Oficial de la Presidenta Internacional de la Sociedad Teosófica
Vol. 133 - Número 7 -  Abril 2012 (en Castellano)

 
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Desde la Atalaya

 

 

RADHA BURNIER

 

 

¿Cómo deberíamos vivir?

   Debemos pensar profundamente sobre esta pregunta. Observar cuidadosamente cómo actúa la mente, ver cómo se mueven las corrientes mentales, observar cómo condicionan nuestras acciones en la vida diaria, cómo afectan nuestra percepción del mundo a nuestro alrededor. ¿Cómo miramos a los demás? ¿Cómo es nuestra relación con ellos? ¿Cómo reaccionamos a lo que nos ocurre a nosotros? ¿Evaluamos todo según nuestros deseos, buscando sólo objetos que contribuyan a nuestro placer o rechazamos vehementemente los que parecen ser obstáculos? ¿Juzgamos, tenemos prejuicios, atribuimos valores? Sin una actitud reflexiva de cómo estamos viviendo, sin observar honesta y objetivamente cómo nuestras mentes trabajan, sin comprender la relación de nuestra vida interior con el mundo exterior, no habrá ni siquiera un pequeño indicio de iluminación.

   Por lo tanto nuestra preparación debe comenzar allí, con vichâra, que significa pensar con profundidad, viendo todas las implicancias. No es suficiente aceptar que tal vez tengamos uno o dos deseos, y luego dejemos todo de lado con ligereza. Si existe cierta actitud dentro de la mente, debemos examinar todas sus implicancias. ¿Afectan éstas lo que veo? ¿afectan mis relaciones?

   Y cuanto más observamos y más pensamos cuidadosamente, más la mente se vuelve capaz de ver. Y ver que hemos estado viviendo en este tipo de oscuridad marca el surgimiento de la luz.

   Por lo tanto no debe haber ningún sentido de beneficio o de adquisición, o de apego que proceda de la búsqueda de los logros que hemos mencionado, sino una renunciación interna total. Esto no significa abandonar nuestras posesiones, porque podemos despojarnos físicamente de todo y el mismo proceso continuará en la mente. Ni tampoco ocurre por un acto de la voluntad, sólo se produce observando y comprendiendo todo lo que ocurre del modo en que lo hemos tratado.

   Todos estamos familiarizados con las listas de los estados internos que se deben cultivar o evitar. El Yoga habla de Yama y Niyana, o abstinencias y la ausencia de auto-indulgencia.

   Luego la enseñanza habla de aparigraha o ‘desapego’. Sin esto no podemos avanzar hacia la meditación porque mientras haya cualquier sentido de ‘apego’ hay perturbación. Tenemos que ir más adelante y ver qué es realmente este apego de la mente. Existe, digamos, algo bello que experimentamos y nos hace felices. Es natural sentirse felices en presencia de la belleza. Pero ver y disfrutar de ese modo no da por terminado el asunto. La mente dice: ‘Esa fue MI experiencia. Ese placer fue MI placer’. De modo que lo almacena como recuerdo. Ahora dice: “Este es MI recuerdo”, y de vez en cuando lo evoca. Entonces hay muy poco que pueda llamarse experiencia pura porque la mente lo atrapa y lo rotula. Agrega la palabra ‘mi’ a todo.

   La palabra ‘renunciación’ no es popular porque se opone a lo que se acepta como norma en la civilización moderna. Porque renunciación significa no apegarse a nada, ni a una persona ni a cosas o ideas. Cuando esta etapa se alcanza, la mente está tranquila y serena. Sin tranquilidad mental no puede haber una comprensión real de la profundidad de la vida.

   El Yoga se ha definido como la finalización de las modificaciones de la mente. Las modificaciones de la mente incluyen todas las cosas a las que me he referido y más aún. Y cuando estas modificaciones o fluctuaciones de la mente concluyen, existe el silencio.

   Esto es lo que todos los que hablan sobre la meditación seriamente han dicho. A los Pies del Maestro habla sobre viveka, discernimiento, y vairâgya, desapego. El Yoga hace referencia a lo mismo. Sin comprender esta cuestión de ‘ansias’ y ‘apego’ por medio de una observación clara (viveka), no puede existir esa calma de la mente que se expresa con las palabras sama, dama, etc. Sin una base de auto-observación y un mínimo de orden, no es posible comenzar a meditar seriamente o ir más profundamente en la naturaleza de las cosas, percibir no sólo las formas externas, las cualidades y características con las que estamos familiarizados, sino también poder darnos cuenta del profundo significado y propósito de la existencia. Cuando la mente está vacía puede recibir la verdad y obtener el máximo beneficio de ella.

 

¿Qué es la meditación?

   De modo que es muy importante en relación con la meditación aprender a estar totalmente abiertos, tener la actitud de aprender (no de sentir que ‘yo sé’), ya sea con otras personas o con palabras e ideas. ¿Cómo podemos ser conscientes no de la realidad relativa sino de la verdad misma? La respuesta se da en uno de los Upanishad-s: Observa, escucha, reflexiona, medita.

   Así llegamos a la ‘reflexión’. Reflexionar, preguntarse, es una parte necesaria del proceso de despertar. En todas partes en la vida existe el sufrimiento, ¿qué significa esto? ¿Por qué las criaturas se aprovechan unas de otras? ¿Cuál es el significado de la vida humana? La respuesta a estas preguntas no puede llegar de un libro. Un libro es como un mapa: no es el país en sí. Las respuestas dadas por otro no son respuestas verdaderas.

   Y luego tenemos el tema de las relaciones amistosas. A menudo sentimos resistencia hacia personas en particular y esto puede surgir de varias actitudes internas. Desde la infancia puede que nos hayan enseñado ciertas formas de resistencia. Los niños de raza blanca puede que se les enseñe cierto rechazo contra los niños de piel oscura, y los niños de piel oscura puede que se les enseñe cierta resistencia contra los blancos. Nosotros como teósofos puede que no tengamos estos prejuicios particulares, pero tal vez tengamos nuestros propios rechazos. Si el karma nos ha puesto en circunstancias modestas es posible que haya resistencia contra quienes tienen una posición social mejor. Por lo tanto puede haber resistencia de naturaleza racial, social, económica o de cualquier otro tipo. Existe la actitud de desplazar cierto tipo de personas o de evitar el contacto con cierto grupo. Y luego adquirimos otras formas de resistencia a partir de nuestro entorno y de los medios de comunicación masivos.

   En vez de que ocurra esto, ¿no puede haber una actitud de amistad? ¿Podemos vivir sin una pared protectora que nos rodee? Donde existen barreras no puede haber confianza o amistad. Tampoco debemos olvidar la cualidad de la generosidad, no sólo un anhelo de compartir las cosas materiales sino una generosidad de espíritu que no tiene sentido de lo que es mío o no lo es.

   Existen otras cualidades que se han considerado como partes necesarias de este tipo de vida. Por ejemplo, el Noble Óctuple Sendero del Budismo recomienda rectos medios de vida. Todos sabemos que hay trabajos que son incompatibles con el despertar al que estamos interesados, que no sólo lastiman otras criaturas vivas sino que endurecen la mente y la hacen cruel e insensible. Los carniceros y los soldados cuyo trabajo es matar, terminan pensando que lo que hacen es algo natural. Los carceleros en ciertos países ejercen violencia contra los prisioneros a su cargo. Si estas personas sintieran aunque sea de modo muy leve el horror de sus acciones no podrían continuar con su trabajo. Y también hay personas que lastiman a los animales. Tales actividades son totalmente incompatibles con el intento de llevar una vida espiritual.

   Pero incluso si ninguno de nosotros realiza este tipo de acciones, aún así podemos participar en acciones que hieren a otros de modo indirecto. Esta es la razón por la que siempre se enseña que no existe diferencia entre lo que tú haces y lo que promueves que se haga. Una mujer que usa un tapado de piel puede que no haya matado esos animales ella misma, pero es la causante de su dolor y muerte. De modo que tenemos que examinar cuidadosamente lo que se relaciona con nuestro modo de vida. Para dar otro ejemplo, ¿implica mi trabajo falsedad? Existen personas que consideran que está muy bien hacer cosas deshonestas o se permiten engañar y mentir porque son prácticas comerciales aceptadas y por lo tanto permitidas.

 

Un modo correcto de vida

   Recuerdo una ocasión cuando unos jóvenes se reunieron con Krishnamurti y, después de tratar algunas ideas, dijeron: “Si realmente hacemos esto, no podemos sobrevivir.” Y él respondió: “No sobrevivan”. No es posible estar de acuerdo con el éxito (si se lo puede considerar como tal) conseguido a tal costo, en relación con otros con virtudes espirituales. Si el medio de vida sólo sirve para hacer más dinero o lograr una posición social mejor, nos puede llevar por un camino completamente equivocado, en cuyo caso, deberíamos encontrar el valor necesario, abandonarlo, y hacer otra cosa.

   Existe un modo de vida que ayuda y otro que definitivamente no lo hace. Si nuestro modo de vida nos vuelve insensibles, si crea desarmonía, si reduce nuestra compasión, nunca nos acercará al despertar que aspiramos.

   Si somos serios no podemos aceptar cosas incompatibles. Debemos considerar esto cuidadosamente y adoptar ese modo de vida que produce mayor armonía, un mayor sentido de unidad, una compasión más amplia y una calma que conduce a claridad de percepción. Nuestro modo de vida no se lo puede mantener en un compartimiento separado porque está totalmente relacionado con la meditación.

   Cuando la mente es capaz de usar toda su energía sin distracción, puede explorar en la verdadera naturaleza de las cosas. Esta ‘exploración’ no es como saltar de una idea a otra, o un proceso de lógica y razonamiento en el sentido ordinario del término. Ese tipo de ejercicio mental puede llevarlo a cabo cualquiera que tenga una mente buena, pero no se puede llamar meditación excepto en un sentido demasiado amplio. Alguien con un buen intelecto puede hacer una construcción lógica sobre cualquier tema, y con el tiempo suficiente, incluso producir un libro razonable! En la meditación no se necesita agilidad mental, lo esencial es una reflexión profunda.

   Todo esto puede, finalmente, lograrse sólo cuando la mente está lista para ello. Debe ser una mente que no se distrae por fuerzas externas, que no está obnubilada por manifestaciones del yo personal, porque es sólo cuando la mente está clara y serena, cuando logra dirigir sus energías (con o sin la ayuda de los medios a los que nos hemos referido), que puede aprender más para ser un receptáculo de la verdad.

 

 

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