Volver al Índice de Revistas
El Teósofo - Órgano Oficial del Presidente Internacional de la Sociedad Teosófica
Vol. 142 - Número 11 -  Agosto 2021  (en Castellano)

 
Anterior
Página 6
Siguiente

 

Dominar la naturaleza cíclica de la existencia – parte I

ELENA DOVALSANTOS

Elena Dovalsantos, Dra., MBA, se incorporó a la ST en 1971. Teósofa de tercera generación, se desempeñó como presidente  de la ST en San Diego y en el Valle de Ojai en California. Vive y es voluntaria en el  Instituto Krotona de Teosofía y dirige clases sobre La Doctrina Secreta y otros temas a nivel internacional.

            En períodos de dificultad o en medio de eventos catastróficos que cambian la vida, como la pandemia actual, muchos se hacen preguntas básicas sobre la vida, como: ¿Por qué está pasando esto? ¿Hicimos algo para merecer esto? ¿Qué nos está diciendo esta pandemia? ¿Hay lecciones que están hechas para aprender? ¿Cómo navegamos a través de una gran crisis como esta y cómo salimos mejor por esto?

La Visión Teosófica de la Existencia

            La Teosofía proporciona respuestas a las preguntas más fundamentales de la vida basadas sobre la sabiduría de las edades. Traza el hilo conductor entre las grandes religiones del mundo, la filosofía y la ciencia para proporcionar una visión integral de la existencia.

            En primer lugar, la Teosofía presenta una visión del universo que revela la interconexión de todo. La idea de que hay algo que nos conecta a todos es una visión que ahora está ganando cada vez más aceptación, incluso en muchos campos de la ciencia.

            Como se simboliza en la Figura 1, somos como las gotas en la trama de la vida. Cada gota en la trama refleja el mundo alrededor. Cada gota comparte la misma esencia. Cualquier alteración en una parte de la trama provoca vibraciones que afectan a toda la trama. Hoy vemos esto claramente con la pandemia actual que ha cambiado la vida tal como la conocemos.

FIGURA 1

 

            En Las Cartas de los Mahatmas a A.P.Sinnett (Carta 47, ed. Cronológica), está escrito: "La naturaleza ha unido todas las partes de su Imperio mediante sutiles hilos de simpatía magnética y hay una mutua correlación incluso entre una estrella y una hombre...".

            El mismo sentimiento se repite en el poema "La Amante de la Visión" de Francis Thompson:

"Todas las cosas por un poder inmortal

 cercanas o distantes, ocultas unidas entre sí están,

 y no puedes agitar una flor sin una estrella perturbar"

            Además del concepto de nuestra interconexión, otra enseñanza fundamental que ofrece la Teosofía es el propósito de la existencia: la realización de nuestra verdadera naturaleza, que es divina y UNA CON TODO y consecuentemente, la perfección de todos los poderes latentes dentro de nosotros.

            La forma de lograr este propósito es a través de ciclos que brindan infinitas oportunidades de crecimiento y renovación.  En un ciclo a cada período de actividad le sigue un período de descanso, seguido de otro período de actividad y así sucesivamente. Vemos esto en los días y noches. Nos despertamos renovados cada mañana, listos para comenzar de nuevo donde quedamos el día anterior. La periodicidad es una ley fundamental del Universo que se observa en todos los niveles en toda la Naturaleza. Por lo tanto, no solo tenemos el día y la noche, sino también el nacimiento y la muerte, el flujo y el reflujo de las mareas, el cambio de estaciones, los biorritmos, la circulación sanguínea, el agua que se evapora y se condensa como lluvia o nieve. También está el ascenso y caída de las civilizaciones, e incluso la revolución de los planetas y estrellas.

Ciclos de Renovación

            La renovación cíclica se ve en todos los niveles grandes y pequeños. Los ciclos están en todas partes. Son tan comunes, tan parte de nosotros mismos y el universo, que ellos deben tener un propósito. Por ejemplo, las hojas caídas se descomponen y vuelven al suelo para alimentar un nuevo crecimiento. Del mismo modo, una explosión de supernova (la muerte de una estrella masiva) proporciona las materias primas para futuras estrellas y planetas. Los ciclos producen infinitos nuevos comienzos. ¿No es interesante que los ciclos estén en todas partes pero nosotros por lo general ni siquiera nos detenemos a pensar en por qué suceden?

            H. P. Blavatsky (HPB) escribió “Hay un propósito en cada acto importante de la Naturaleza, cuyos actos son todos cíclicos y periódicos." (La Doctrina Secreta, 1: 640). A diferencia de las teorías científicas que proponen aleatoriedad en la evolución, la Teosofía enseña "el desarrollo progresivo de todo, tanto de mundos como de átomos y este estupendo desarrollo no tiene ni principio concebible ni final imaginable". (Ibíd., 1:43).

            La reencarnación es un ejemplo de renovación cíclica. Es una doctrina que durante mucho tiempo había sido aceptada en muchas de las grandes religiones, incluido el cristianismo primitivo, hasta que el Segundo Concilio de Constantinopla prohibió estas enseñanzas. Sin embargo, quedan pistas al respecto en algunos relatos bíblicos.

            En el concepto de reencarnación, cada regreso de una vida a otra es una oportunidad para reunir experiencias para el crecimiento hasta que seamos capaces de trascender las limitaciones humanas y lograr la iluminación, que es el conocimiento de nuestro propio y verdadero ser. El proceso de desarrollo cíclico, por tanto, no es un  círculo cerrado sino una espiral, expandiéndose y avanzando a medida que avanza la evolución. "El orden completo de la Naturaleza muestra una marcha progresiva hacia una vida superior". (Ibíd., 1: 277). Es un desarrollo continuo hacia una cada vez mayor expresión de nuestra verdadera naturaleza.

            Una rosa que, casualmente, tiene pétalos dispuestos en espiral, comienza como un brote sin mucho perfume, pero cuando está completamente abierto, su fragancia puede extenderse por toda una habitación. Asimismo, en términos cotidianos, podemos decir que alguien que ha madurado y logrado  todo su potencial ha "florecido". En el Dhammapada, el símil de una flor en plena floración se utiliza para describir a un sabio cuya influencia puede extenderse por todas partes. Sabemos que los sabios de antaño todavía se estudian y citan en la actualidad. Podríamos decir entonces que la influencia de un sabio trasciende incluso el tiempo.

            En India, los ciclos interminables de destrucción y creación están representados por Natarâja, el Señor de la Danza, o el Danzante Siva (Figura 2). Tiene significados muy profundos y variados. No necesitamos entrar en detalle sobre todos ellos, pero tal vez podamos señalar algunos: (a) en la mano derecha de Siva está el tambor que late al ritmo de la creación y el tiempo; (b) en la mano izquierda está agni, el fuego de destrucción; (c) en la parte inferior de la mano derecha hay un gesto que dice: no temas, sigue el camino de la virtud y todo estará bien; (d) con la mano delantera izquierda apunta al pie izquierdo levantado, lo que significa la posibilidad de emancipación ya que el pie derecho está colocado firmemente sobre el demonio de la ignorancia.

Es la ignorancia la que nos mantiene atrapados en el mundo o ciclos de ilusión. Siva baila para mantener los ciclos de destrucción y de creación en marcha. Después de todo, debe haber finales para tener nuevos comienzos. Así, la imagen insinúa que con el tiempo, después de muchos ciclos cósmicos y vidas vividas en virtud, será posible que acabemos con la ignorancia y ganemos nuestra liberación de los ciclos interminables.

 

FIGURA 2

La ley de karma

            El crecimiento necesario para que podamos lograr nuestro propósito es estimulado por el karma, la ley de acción y reacción, causa y efecto, armonía y equilibrio. Con el karma, vemos otra demostración de una ley cíclica, justa, impersonal e infalible. Todo lo que hacemos vuelve a nosotros en el mismo grado de la intención y energía que ponemos en la acción. Esta ley les devuelve a todos las consecuencias reales de sus propias acciones, sin tener en cuenta su carácter moral. Cada uno de nosotros tendrá que redimir todo el sufrimiento que causamos o cosechar con alegría y bendición los frutos de toda la felicidad y armonía que ayudamos a producir. (HPB, La Clave de la Teosofía, Sección 11).

            El karma nunca afecta a un individuo solo, tal como una perturbación en el agua crea ondas que pueden extenderse a través de toda una piscina. En palabras de HPB, "las ondas oscilan hacia atrás y hacia adelante hasta que por fin, debido al funcionamiento de lo que los físicos llaman la ley de disipación de la energía, se ponen en reposo y el agua vuelve a su estado de tranquila calma" (Ibid). Este es otro testimonio de que todos somos parte de una sola trama de vida, de cómo nos afectamos mutuamente unos a otros.

            El karma es un gran maestro. Nadie puede evitar esta ley. Entonces sus lecciones no pueden ser ignoradas. “El karma es esa Ley de reajuste que siempre tiende… a restaurar la Armonía y preservar el equilibrio, en virtud del cual existe el Universo". (Ibídem.)

            ¿Qué significa esto para nosotros? Porque siempre y cuando nuestras acciones provoquen inestabilidad en el equilibrio de esta vida que compartimos, nos veremos sometidos a las repercusiones kármicas de las mismas, hasta que se recupere el equilibrio. De la misma manera, una acción o influencia benéficas también se difundirán por todo nuestro mundo y devolverán resultados favorables al originador. Nunca sabemos cuán lejos pueden llegar nuestras acciones o qué tan lejos pueden viajar nuestros pensamientos, pero lo hacen.

La pandemia global

            Pensemos por un momento qué está pasando en el mundo hoy con el Covid-19. Si todo pasa por una razón, entonces esta pandemia, con su asombroso impacto global, no puede de ninguna manera ser solo un accidente. Sabemos que todo lo que hacemos queda registrado en alguna parte. En Teosofía existe el concepto de los registros akásicos. HPB escribió que todas las repulsivas emanaciones de nuestro planeta quedan almacenadas en la luz astral. La luz astral es la región invisible que rodea nuestro globo equivalente a nuestro doble etérico. Es una región inferior del âkâsha, donde se recogen las vibraciones más groseras que hemos generado. Con el tiempo, la luz astral refleja a la Tierra lo que ha recibido. Así HPB dijo que las epidemias no son más que los efectos de la influencia de la luz astral. (Glosario Teosófico, Escritos Recopilados, 10: 251).

            Con tantas epidemias que han surgido a lo largo de los años y ahora en el medio de una pandemia devastadora a nivel mundial, se podría suponer que ahora ha regresado como karma global una gran acumulación de iniquidades que nuestra humanidad ha generado y almacenado en la luz astral. Animosidad, guerras, codicia, crueldad hacia nuestros semejantes humanos y animales, la destrucción de nuestro medio ambiente, todo esto y más ha marcado gran parte de la actividad humana. Podemos ver que incluso en la respuesta al Covid-19 existe la tendencia general a decir: “Mis intereses, mi disfrute, mis derechos, mi bienestar, mis necesidades son más importantes que las tuyas: ¡Yo primero! "

            Se dice que atraemos lo que siempre pensamos. ¿Podría ser entonces que nuestras tendencias hacia la separación nos han atraído ahora el distanciamiento social obligatorio que estamos aprendiendo que no es muy divertido? La naturaleza es sabia en sus formas, siempre busca mantener el equilibrio. Por ejemplo, ¿has notado que mientras ha habido distanciamiento social, también ha habido un auge de los programas teosóficos en línea? Nos permite a muchos de nosotros estudiar Teosofía de forma regular con amigos de todo el mundo. Está facilitando la difusión de estas importantes enseñanzas. Nos está uniendo a los teósofos. ¿Es esta la nueva normalidad? Bueno, no lo sabemos, pero es interesante pensarlo.

La Causa Última de Nuestros Problemas

            HPB escribió: “La única y terrible causa de la perturbación de la armonía es el egoísmo de una forma u otra". (La Clave de la Teosofía) Ella también escribió que nosotros tenemos un “hábito innato. . . de colocarnos siempre en el centro del Universo. Cualquier cosa que [uno] pudiera hacer, pensar o sentir, el incontenible "yo" es seguro la figura central". (Escritos Recopilados, "Moralidad y panteísmo", 5: 337).

            Nuestro egocentrismo es la principal causa de los problemas en el mundo. La ilusión más grande es que nos vemos como individuos separados. No es evidente que en esencia somos todos iguales; que la vida y el espíritu dentro de nosotros es la misma en todos los demás. Esto es porque para el ojo físico, todos nos vemos separados, todos nos vemos diferentes. ¿Pero acaso no se ha dicho que "lo esencial es invisible a los ojos?" (A. de Saint-Exupéry, El Principito).

            Por lo tanto, si podemos percibir más allá de lo físico, es posible que podamos sentir los "sutiles hilos de simpatía magnética" que nos conectan a todos, como se describe en Las Cartas de los Mahatmas. Sabemos con certeza que esta conexión invisible existe. Lo sentimos con los que amamos. Si todos podemos gradualmente ensanchar el círculo de aquellos a quienes amamos y nos importan, luego tal vez la empatía y el altruismo se volverán naturales y podremos tener un mundo mejor.

            Como se muestra en la Figura 3, el karma nos arrastra cuesta abajo, una y otra vez alrededor de la rueda de la existencia hasta que podamos resolver las  consecuencias de nuestras acciones pasadas y finalmente alcanzar la iluminación.

 

 

FIGURA 3

            Según la filosofía Budista, lo que impulsa esta rueda es el centro que contiene los tres venenos. (1) Ignorancia, simbolizada por el cerdo, que no le importa vivir en un entorno sucio y no discierne mucho sobre lo que come. El veneno de la ignorancia significa ignorar la verdadera naturaleza de las cosas: ignorar lo que es permanente e inmutable; ignorancia de lo Real. Esto nos mantiene sedientos de existencia material. Nos aferramos a este mundo material. De hecho, incluso tenemos miedo de morir, no importa cuánto sufrimiento tengamos, sin saber que la vida verdadera está ahí después de la muerte. Todo en este mundo es impermanente, transitorio, fugaz.

            (2) Apego a los objetos de nuestro deseos o de los sentidos (cuyo símbolo es un pájaro que se aparea de por vida) es el segundo de los venenos.

            (3) La ira o la aversión es el tercer veneno (simbolizado por la serpiente que se despierta rápidamente y ataca al menor toque). La aversión es, en cierto modo, simplemente otro tipo de apego.  La razón por la que evitamos algo es porque preferimos o estamos apegados a algo más -es lo opuesto. Entonces ese aferrarse a este mundo de sensaciones es lo que nos mantiene atrapados en esta rueda de nacimiento, muerte y renacimiento. Los tres venenos: ignorancia, apego y aversión, nos mantienen volviendo una y otra vez al mundo de dolor y decepción, a sufrir y causar sufrimiento.

            La figura 4 se llama bhavachakra, generalmente se encuentra fuera de los templos budistas tibetanos. Bhava significa " existencia mundana” y chakra, significa “rueda”. A esto se le ha llamado de diversas formas: la rueda de la existencia cíclica, de la existencia mundana, del karma, o del nacimiento, muerte y renacimiento, a veces llamado samsâra en sánscrito. (La imagen anterior, en la Figura 3, con los tres venenos de la ignorancia, el apego y la aversión, está en el centro del bhavachakra e impulsa toda la rueda).

 

FIGURA 4

            La rueda está en manos de Yama, el Señor de a Muerte o el Demonio de la Impermanencia. Por tanto, todo en el ciclo es impermanente. Por eso, mientras estemos en el ciclo de la vida mundana y del anhelo por cosas materiales, tendremos que sufrir pérdida, ansiedad, frustración, desamor, dolor, sufrimiento y muerte. En las esquinas superiores de la imagen están la "tierra pura" y el Buddha. Aquellos que han dominado los ciclos son capaces de trascender la rueda y ya no están sujetos a las ilusiones de la existencia terrenal y de los dolores mundanos. Demuestran que es posible que nosotros logremos lo mismo. ¡Nosotros también podemos ser libres!

            Hay una historia de un hombre que fue al Buddha y le dijo: “Estás iluminado. ¿Por qué no nos iluminas?" El Buddha respondió: "Daré iluminación a la gente, pero primero muéstrame que [la iluminación] es lo que más quieren". Entonces el hombre se fue y le preguntó a cada persona que es lo que más desearían si pudieran tener lo que quisieran. Las respuestas, por supuesto, fueron las habituales: gran fortuna, fama, poder, salud, larga vida. Nadie pidió la iluminación. Y así parece que nosotros, como humanidad, aún seguimos siendo de este mundo y estamos destinados a estar sujetos a los ciclos durante bastante tiempo todavía, hasta que decidamos que estamos listos para trabajar a fin de dominarlos.

            "Dominar la naturaleza cíclica de la Existencia” significa comprender lo que nos mantiene atrapados en la rueda para que podamos evitar las trampas mientras navegamos a través de la vida. Significa dominar las leyes de la existencia, poder estar en este mundo pero no ser del mismo. Entonces uno se libera de la rueda kármica y es capaz de ayudar a otros a lograr lo mismo. Esta es la esencia del voto del Bodhisattva.

            "Alcanzar la iluminación por el bien de todos los seres sensibles” es el voto del Bodhisattva. La Voz del Silencio de HPB dice: "El Bodhisattva que ha ganado la batalla, que tiene el premio en la palma de la mano, pero dice en su compasión divina: "Por el bien de los demás, concedo esta gran recompensa", logra la mayor Renunciación".

            Dominar los ciclos entonces no significa dejar todo y a todos más atrás para reclamar el nirvana. Recordemos, ya que todos somos uno, que todos debemos avanzar juntos. En verdad nadie puede avanzar sin arrastrar a todos los demás.

(Continuará)

 

 

 

Anterior
Página 6
Siguiente