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El Teósofo - Órgano Oficial del Presidente Internacional de la Sociedad Teosófica
Vol. 142 - Número 08 -  Mayo 2021  (en Castellano)
 

 
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 Fragmentos de la Sabiduría Eterna

 

La Escritura del Salvador del mundo,

el Señor Buda — llamado en la tierra el príncipe Siddartha —,

incomparable sobre la Tierra, en los Cielos y en los Infiernos, honrado

por todos, el más sabio, el mejor,

el más compasivo el que enseñó el Nirvana y la Ley.

 

He aquí como nació de nuevo entre los hombres…

¡Om, Amitaya! No trates de medir con palabras lo Inconmensurable,

ni de hundir la sonda del pensamiento en lo Impenetrable.

El que interroga se engaña, el que responde se engaña.

¡No digas nada!

 

Los libros enseñan que las tinieblas

existían antes que todas las cosas,

y Brahma meditaba sólo en la noche;

no contemplaba Brahma ni el origen,

 

Ni él ni ninguna luz pueden ser vistos con ojos mortales,

ni conocidos con ayuda del espíritu humano,

uno después de otro

se levantarán los velos tras los primeros…

 

¡No supliquéis! ¡No se iluminarán las tinieblas!

¡No pidáis nada al silencio, porque no puede hablar!

¡No atormentéis por piadosos sufrimientos vuestros espíritus afligidos!

‘Ah! Hermanos, hermanas, buscad

 

No esperéis nada de los dioses implacables, ofreciéndoles himnos y dones,

no pretendáis conquistarlos con sacrificios sangrientos; no los alimentéis con frutos y pasteles;

hay que buscar nuestra liberación en nosotros mismos;

cada hombre se crea su cárcel…

 

¡Oh! ¡Vosotros, los que sufrís, sabed que sufrís por vosotros mismos!

Ningún otro os excita u os retiene para haceros vivir o morir,

y haceros gritar sobre la rueda

y abrazar sus rayos de agonía,

 

Sus llantos de lágrimas, su cubo de nada.

¡Escuchad, os voy a mostrar la Verdad!

Más bajo que le Infierno, más alto que el Cielo,

más distante que las estrellas más lejanas,

más allá de la morada de Brahma

 

Hay un Poder estable y divino, que existe antes del comienzo

y que no tendrá fin, eterno como el espacio

y seguro como la certidumbre, que se mueve hacia el bien

y no sufre sino sus propias leyes…

Tal es la Ley que se mueve hacia la Justicia,

Que nadie puede evitar o detener,

su corazón es el Amor,

su fin es la Paz y la Perfección exquisita. ¡Obedeced!..

 

Los libros dicen verdad, hermanos míos; la vida de cada hombre

es el resultado de sus existencias anteriores;

los errores pasados traen los disgustos y los sufrimientos,

el bien pasado aporta la felicidad…

 

Entra en el Nirvana. No forma más que uno con la Vida,

y sin embargo, no vive; es bienaventurado,

porque cesó de ser.

¡Om, mani padmé, om!

 ¡La gota de rocío se pierde en el seno del mar deslumbrante!

 

Sir Edwin Arnold, La Luz de Asia

 

 

 

Una obra oportuna en forma poética, y cuyo tema... acaba de hacer su aparición. . . el autor, el Sr. Edwin Arnold, C.S.I., antiguo director del Colegio Deccan en Poona, tras haber pasado algunos años en la India, ha estudiado evidentemente su tema con amor.  En su prefacio expresa la esperanza de que la presente obra obra... "conservará la memoria de quien amó a la India y a los pueblos  indios". La esperanza está bien fundada, ya que si algún poeta occidental se ha ganado el derecho a un recuerdo agradecido por parte de las naciones asiáticas y de los pueblos de la India, es el de un poeta que se ha ganado el derecho a un recuerdo agradecido por parte de las naciones asiáticas y está destinado a vivir en su memoria, es el autor de La luz de Asia.

 

H. P. Blavatsky

"La Luz de Asia", El Teósofo, 1.1, oct. 1879, p. 20.

                                                                                                                             

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