Volver al Índice de Revistas
El Teósofo - Órgano Oficial del Presidente Internacional de la Sociedad Teosófica
Vol. 142 - Número 05 -  Febrero 2021  (en Castellano)

 
Anterior
Página 5
Siguiente

 

La hora dorada: un cambio de ciclo

TIM BOYD

Me gustaría considerar algo relacionado con el tema de nuestra Convención, “Ciclos de la conciencia”, particularmente cómo nos afectan los ciclos y cómo podemos interactuar con ellos de manera proactiva y productiva.

Los ciclos nos afectan en todos los niveles. Están tan omnipresentes en el nivel personal, que a menudo no se examinan. H. P. Blavatsky (HPB), en su introducción a La Doctrina Secreta considera Tres Proposiciones Fundamentales. Los ciclos es la segunda de ellas. Ella señala ciclos específicos tales como el día y la noche, la vida y la muerte, el dormir y la vigilia, las estaciones, como algo tan común en nuestra  experiencia cotidiana que nos indican la presencia de una Ley fundamental del universo.

Aunque en gran medida no somos conscientes de ellos, hay ciclos a otros niveles en los cuales participamos. Existen ciclos muy diminutos que tienen lugar continuamente, incluso dentro del cuerpo. La mayoría de nosotros no somos conscientes de que durante el transcurso de un día se forman más de dos trillones de nuevas células dentro del cuerpo. Este proceso de replicación  y destrucción continúa incluso mientras dormimos, pero es demasiado pequeño para que nos demos cuenta.

Todo lo relacionado con el espectro de la luz o el espectro electromagnético tiene lugar a lo largo de una variedad de ciclos; todo, desde la luz visible hasta los rayos gamma, pero algunos de tales ciclos son tan rápidos que ni siquiera podemos concebir la velocidad a la que funcionan. Estas cosas son micro, pequeñas, están por debajo del nivel de nuestra percepción. Hay también ciclos mucho más grandes, macro-ciclos. Así como tenemos un año en el que cada 365 días la Tierra gira alrededor de su centro, el Sol; nuestro Sistema Solar tiene un ciclo similar en el que gira alrededor del centro de la Galaxia de la Vía Láctea. Este ciclo tarda un poco más que el de nuestra Tierra. De hecho, ¡se necesitan de 225 a 250 millones de años para realizar este ciclo de un año galáctico!

En nuestros estudios teosóficos y en las enseñanzas de la sabiduría antigua, se habla en términos de ciclos aún mayores, ciclos de pralayas y manvantaras, ciclos de sueño y vigilia, y actividad. Se describe como “el Gran Aliento”, en el cual los universos se inhalan y exhalan. Entonces, los universos nacen, tienen su permanencia que parece eterna en nuestro conteo, pero luego se inhalan y duermen. Este también es un gran ciclo, demasiado grande para que sea posible tener una experiencia significativa de él o cualquier comprensión del mismo.

En esta vida terrenal a la que todos estamos atados, hay otros ciclos innumerables. Existe una idea que se expresa como el ciclo bio-geo-químico. Por lo tanto en los reinos biológicos, geológicos y químicos existen múltiples ciclos que están involucrados en la circulación de los átomos que componen los cuerpos de toda criatura viviente.

La idea básica detrás de esto es que la materia de la Tierra, aunque nos parezca ilimitada, es limitada. Es un sistema cerrado. No surge nueva materia de repente. Excepto los meteoritos que caen sobre su superficie, no aparece materia nueva en la Tierra. La misma materia que estaba aquí inicialmente está aquí ahora. Cada organismo vivo que nace, está compuesto de átomos reciclados que han estado presentes antes.

Se hizo un cálculo matemático para responder a la siguiente pregunta: ¿cuántos átomos de William Shakespeare tiene cada uno de nosotros en el cuerpo? El cálculo básico consiste en averiguar cuántos átomos de comida, aire, desechos corporales y restos del cuerpo pasaron por Shakespeare durante su vida y luego se devolvieron al conjunto general de la materia tras su muerte. A continuación, se calculó el número total de átomos disponibles para reciclar en la superficie de la Tierra. Basados en este cálculo, se determinó que cada uno de nosotros tiene aproximadamente seis mil millones de átomos de William Shakespeare en su cuerpo.

Para muchas personas eso podría ser una especie de estímulo para intentar escribir algunos sonetos adicionales, o inventar un próximo acto en una de sus obras, pero seis mil millones dentro de nuestros cuerpos son como nada. El número de átomos en el cuerpo, que ese cálculo arroja, es un 10 seguido de 27 ceros, incalculable. Hace que un grano de arena en una playa, parezca grande. Por lo tanto, cada uno de nosotros está compuesto por la misma materia que estaba en el cuerpo de Shakespeare, en el cuerpo de Buda, en el cuerpo de Jesús y en el cuerpo de innumerables santos, y de sinvergüenzas que han habitado el planeta a lo largo de la historia. Si lo pensáramos un poco, indicaría algo sobre la naturaleza interdependiente de toda la vida.

Hasta ahora hemos considerado los ciclos en la Naturaleza.  Para aquellos de nosotros que nos sentimos atraídos hacia un camino espiritual, deberían surgir dos preguntas: “¿Es posible que nos elevemos más allá de estos ciclos naturales en los que estamos enredados?, ¿Es la libertad una posibilidad? Parece que estamos muy atados en estos diversos ciclos de la Naturaleza.

En cierto nivel, está claro que estamos encadenados a la Naturaleza y a todos sus diversos ciclos. Para cualquier ser encarnado, como un ser humano, la Naturaleza es ineludible. Se podría decir que la Naturaleza es brutal en el movimiento de sus ciclos. Los débiles no sobreviven en la naturaleza, pero tampoco los fuertes. Finalmente, todos o todo lo que nace está involucrado en un ciclo de nacimiento, crecimiento, declive y de lo que describimos como muerte. Si tenemos alguna duda sobre esto, podemos verificarlo observando a los grandes seres entre nosotros. Buda vino y pasó por este ciclo. Jesús, lo mismo. Ya sea un ser humano, un árbol, una estrella o una galaxia, el ciclo natural es idéntico. Cada uno de nosotros pasa por esto. Todos estos ciclos de la Naturaleza son dignos de estudio y comprensión, para que podamos interactuar con ese aspecto de nuestro ser de manera inteligente.

Para quienes se sienten atraídos por un camino espiritual, existen otros ciclos. Hay uno en particular que es sumamente importante conocer: el ciclo de la consciencia. En la espiritualidad oriental, hay un término sánscrito que atraviesa todas las diversas tradiciones típicas de India, que es la palabra samsâra. Literalmente significa “vagar”, pero describe un ciclo en el que todos estamos involucrados como seres con consciencia. Describe el ciclo repetitivo de nacimiento, sufrimiento y muerte que se alimenta y continúa por la ignorancia, que no es lo mismo a no saber.

Con ignorancia nos referimos a la idea de que todo lo que percibimos como real es incorrecto. Este ciclo a menudo se lo representa como una rueda que tiene varias estaciones. Al igual que los ciclos de la naturaleza, nos encontramos encadenados a este ciclo de samsara, con una diferencia muy importante: la razón por la que estamos tan estrechamente destinados a este renacimiento constante y al sufrimiento que conlleva, es debido al desconocimiento. La consciencia permite el final de este ciclo.

A medida que hay mayor consciencia, también aumenta la posibilidad de libertad. Al ser la consciencia tan importante, la pregunta que tenemos que hacernos es: ¿Consciencia de qué? No es suficiente solamente ser conscientes de que este ciclo existe. Este es el comienzo, porque para muchos ni siquiera se le ha dado ese nivel de consideración. La comprensión más importante es la percepción de la importancia absoluta de la consciencia.

La consciencia no está ligada a la materia. La consciencia participa de la materia, se expresa a través de ella, pero no es idéntica a ella y no está ligada a los procesos de la naturaleza. Todas las tradiciones espirituales del mundo y la Sabiduría Eterna que subyace en ellas, señalan y orientan cómo enfrentar este proceso, cómo vemos primero el ciclo en el que estamos constantemente comprometidos, luego cómo encontrar realmente un modo de interrumpir este ciclo. Esta es la base de cualquier tradición espiritual válida, y todas señalan a un punto de inicio importante para soltar los lazos de esta atadura en la que nos encontramos.

Incluso una observación casual de la forma en la que las cosas funcionan nos muestra que todos los que vienen a este mundo también se van. Para muchas personas este es un misterio atemorizante sobre el que prefieren no pensar. Pero siempre el primer paso es tomar consciencia de la impermanencia. No estamos aquí para siempre. Todos vienen y se van. Cuando nos damos cuenta de esto, no solo como una idea general, sino como la idea de que esto es algo que ocurre universalmente y que también nos sucederá a nosotros, este tipo de pensamiento puede llevarnos a los pasos siguientes.

Uno de los hechos interesantes de la actualidad es la estimación de que aproximadamente una de cada ocho personas ha tenido una experiencia cercana a la muerte. Los avances médicos de la actualidad han mejorado considerablemente la posibilidad de resucitar a personas que tienen ataques cardíacos, una de las causas más comunes de muerte. Anteriormente,  si se tenía un ataque al corazón, ahí acababa todo: no se tenía una experiencia cercana a la muerte, se tenía una experiencia de muerte.

Como resultado, actualmente muchos han tenido la experiencia de que la consciencia se separa del cuerpo; al cuerpo se lo declara muerto y, sin embargo, tiene plena consciencia. Consideran que la consciencia, al ser liberada del cuerpo, continúa teniendo experiencias, muchas de las cuales describen posteriormente, y las similitudes entre ellas son bastante notables. A las personas que han tenido esta experiencia, las cambia. En un nivel fundamental, se vuelven conscientes de cosas que anteriormente no eran parte de su experiencia: que la muerte no es aniquilación, que la consciencia excede los límites del cuerpo y continúa separada de él. A personas que he conocido han regresado de esta experiencia con diferentes prioridades en su vida.

El Bhagavad Gita nos dice que en el momento de la muerte, cada persona va a lo que fue su “pasión dominante” en la vida. Alguien que era materialista es atraído a una obsesión en el reino material que ya no está disponible para ellos. Para quien tenía una idea de un mundo celestial, se siente atraído hacia eso. Cualquiera que haya sido nuestra pasión dominante en la vida es hacia lo que nos sentimos atraídos o hacia lo que se nos impulsa.

Cuando reconocemos esto, se pone en movimiento la posibilidad de que tenemos cierta opción respecto a qué pasión nos regirá. El hecho de que la televisión esté encendida o que el periódico esté sobre la mesa o si alguien esté contando una historia interesante de chismes, no significa que debamos prestarles nuestra atención y quedemos absortos en eso. Podemos elegir cómo y dónde colocamos nuestra atención, cómo y dónde posicionamos nuestra consciencia.

Parte del propósito de las tradiciones espirituales del mundo es dar pautas sobre cómo promover esta priorización de la dirección de nuestra conciencia, de su desarrollo. En el Budismo Mahayana hay un enfoque particularmente poderoso para priorizar la dirección de nuestras energías de vida, El reconocimiento básico es que estamos aquí por poco tiempo, entonces, ¿cómo usamos este tiempo? Se nos aconseja mirar a nuestro alrededor y juzgar por nosotros mismos qué es lo que podría ser más provechoso.

En la tradición Mahayana existe el ejemplo de Buda, el Iluminado.  En la fase temprana de su vida, cuando estaba buscando la iluminación fue calificado como el Bodhisattva, alguien que se ha comprometido a cumplir un voto con una dirección de vida específico: “Alcanzaré la iluminación para beneficio de todos los seres”. Esta es la prioridad que se asume en un voto interno, que tiene la intención de moldear nuestro comportamiento en el futuro

Aunque sabemos que en una meta muy noble es seguro que fallaremos una y otra vez, la idea es que sigamos intentándolo. Si de hecho, es lo suficientemente significativo para nosotros como para convertirse en un voto o en un juramento que hacemos, entonces es algo de lo que podemos desviarnos, pero la fuerza de nuestro compromiso con el voto, siempre nos traerá de regreso. El enfoque del voto es preparar nuestra consciencia, profundizar nuestra percepción con el objetivo de que pueda ser de beneficio para los demás.

En A los Pies del Maestro, el joven Krishnamurti señala un enfoque similar cuando habla de cómo es que debemos estudiar, en qué debemos fijar nuestra atención con la idea de liberar la mente. El conocimiento es infinito. Todos los días salen nuevos libros, entonces, ¿qué estudiamos? ¿Qué será más valioso y más útil en este tipo de ideal de Bodhisattva? La afirmación de Krishnamurti fue que hay que estudiar primero lo que más nos ayudará a ayudar a los demás.

H. P. Blavatsky, la principal fundadora de la Sociedad Teosófica (ST), al final de su vida se sintió un poco insatisfecha con el crecimiento y progreso de la ST. Al inicio mismo de este movimiento, ella fue fundamental para llamar la atención sobre la Teosofía, la Eterna Sabiduría. Como nació con habilidades psíquicas altamente desarrolladas, una de las formas en que lo hizo, fue produciendo una variedad de fenómenos de naturaleza “supernatural”: levitación y materialización de objetos, producción de sonidos en mesas y paredes, clarividencia, una notable variedad de fenómenos que fueron presenciados.  

La motivación inicial fue presentar todo esto con el fin de atraer la atención de un grupo de personas “pensantes”. Y lo hizo. Las filas de la Sociedad Teosófica estaban repletas de personas que estaban fascinadas con los fenómenos. Pero solo unos pocos de ellos tenían gran interés en lo que estaba detrás de la producción de esos fenómenos.

¿Cuál era el panorama mayor al que estas cosas conectaban? Mucha gente estaba interesada en el aspecto circense. Así que se sintió bastante insatisfecha con el hecho de que había tan pocos que realmente buscaran cambiar; realmente intentaban impactar al mundo con este principio, con la idea fundamental de Fraternidad, de la Unidad de toda la vida. Encontrar una expresión viva de esto era el centro y esto era lo que todos parecían no buscar.

Entonces, ella describió a la ST de dos maneras. Primero dijo que fue un éxito estupendo en términos de presentar ideas que antes eran extrañas, como reencarnación, karma, estados de conciencia, que el universo está impregnado de inteligencia en todas sus partes, que no hay espacio vacío, auto-responsabilidad, que somos fundamentales en el desarrollo de nuestra conciencia o en su delimitación. La Sociedad Teosófica tuvo gran éxito en mostrar a una audiencia global estas ideas, cuando antes, tal consideración no era posible.

Al mismo tiempo, ella escribió que la ST también fue un fracaso total. Es un desafío intentar pensar sobre cómo pueden encajar estas dos ideas. Por un lado, un gran éxito; por el otro, un fracaso total. Ambas afirmaciones eran válidas para las dos vías de expresión para las que se fundó la Sociedad. La primera, un modo de compartir una fuente de información conceptual, que estaba muy bien desarrollada. Pero en su función principal, formar un núcleo de la Fraternidad Universal de la Humanidad que pudiera expresarse en cada uno de nosotros, la vida de sus partes individuales, eso fue donde ella observó un fracaso constante. Una genuina relación familiar entre los miembros, fue difícil de establecer.

Hacia el final de su vida, decidió que trabajaría con unos pocos a fin de arraigar esos principios en sus consciencias. El foco de atención de la ST estaba en los muchos. Formó su “grupo interno”, un grupo pequeño de 12 personas. A todos les dijo que la decisión de tomar parte en este esfuerzo no era casual, sino un compromiso profundamente serio.

Para formar parte de este grupo interno, las personas que ella eligió tenían que asumir un compromiso que tenía seis partes, pero la más importante era la primera: “me comprometo a hacer de la Teosofía un factor viviente en mi vida”. Esta fue la base para la unión de este grupo y para lo que ella esperaba que fuera la realización de los propósitos del movimiento teosófico.

No fue una promesa que se daba a los miembros de este grupo interno, ni tampoco al líder del grupo. La promesa no se le hacía a ningún individuo, no era personal en modo alguno. Sus palabras finales eran: “entonces, solicito ayuda a mi Yo Superior.” La promesa se hacía al yo superior de donde emanan todas las almas. Ella lo describió como “universal” y “sin segundo”. La ayuda, el fluir del Yo Superior era el factor que haría realidad este compromiso.

La determinación de la voluntad para unirnos con el Yo Superior a fin de dirigir la consciencia, pone algo en movimiento. Comienza imaginando la posibilidad, en este caso, de que la Teosofía pueda convertirse en una entidad activa en nuestra vida. Entonces uno se compromete con esa posibilidad. De cualquier manera que podamos, nos comprometemos. Y de aquí es realmente de donde surge el poder. El Yo Superior no concede favores. No es como el enfoque tradicional de la oración a la que muchas personas se dedican, implorar un favoritismo inmerecido. Esa no es la forma en que funciona. El Yo Superior vierte su poder y guía en aquel cuya voluntad se fusiona con la suya.

La promesa nace del reconocimiento de que estamos aquí por un corto tiempo, que este momento es transitorio, que todos los ciclos de la Naturaleza le hablan a nuestra inter-participación. Me gusta la expresión de Thich Nhat Hanh que habla del “inter-ser.” Literalmente, todos los átomos de nuestro ser se comparten continuamente con todos los demás. Quien comienza a ver esto, tiene la capacidad de imaginar una unidad que va más allá de las normas de nuestra experiencia diaria. Incluso un atisbo de esto debería educir en nosotros un compromiso a seguir esta forma de vivir.

Hay un momento muy especial durante el ciclo de cada día que es muy apreciado por artistas y fotógrafos. Se le llama “la hora dorada”, es ese momento justo antes de la puesta del sol o inmediatamente después de su salida, cuando todo lo que se baña en esa luz parece tener un brillo especial y particular. A los ojos del artista, es algo muy apreciado porque las cosas aparentemente comunes, toman una cualidad diferente del ser. Es la  hora en la que todo tiene brillo, pero no es solo por la luz que cae sobre él. Esta luz dorada parece activar algo, de modo que el brillo parece proceder del interior. Probablemente todos hemos tenido la experiencia de ver el mundo en estos momentos. Esta es la descripción de algo que se revela en los ciclos diarios de la naturaleza, el ciclo natural de la luz visible.

Un hecho similar sucede dentro de nuestro ciclo de consciencia. Hay experiencias de iluminación que ocurren en las vidas de todos nosotros. Generalmente son momentáneas, cuando, encontramos que algo surge dentro de nosotros, donde las barreras que hemos erigido durante mucho tiempo de pensamiento incorrecto, de malentendidos, de vivir sin examinar, por la razón que sea, estas barreras caen y en ese momento este Yo Superior puede hacerse presente. Ya no está obstruido.

Estas experiencias ocurren a menudo de manera misteriosa. A veces como resultado del trabajo interno que hemos estado haciendo de ver y abordar las barreras que hemos creado. Al hablar del compromiso, una de las cosas que HPB destacó, fue que para que alguien sea sincero en su compromiso, se requiere una comprensión de aquello a lo que uno se compromete. Por supuesto, esa comprensión crece con el tiempo, pero ella dejó claro que si la Teosofía, la Sabiduría Eterna, ha de convertirse en un factor activo en nuestras vidas, necesitamos tener algún conocimiento de lo que es. Creo que ella veía el proceso de profundización de la comprensión como algo basado en la acción. Ya sea que esa acción sea física o mental, estaba enraizada en la expresión de un estado de consciencia centrado en la actividad compasiva.

En varios círculos, la gente piensa en términos de actividad de servicio, pero estamos hablando sobre la compasión expresada en nuestras acciones hacia los demás y en la acción silenciosa que tiene lugar dentro de nuestras propias mentes de cómo consideramos a los demás, nuestra calidad de ver. Esta hora dorada se hace conocer y sentir en todo acto compasivo que surge de nosotros, en toda comprensión profunda en la que encontramos un modo de compartirla con otros, no solo comprensión intelectual, sino comprensión del tejido del que todos somos parte, la Unidad que está en la raíz de todo este movimiento teosófico.

Acción tras acción, pensamiento tras pensamiento, estamos trayendo esta hora dorada, a la existencia. El término que Blavatsky usó fue “un compromiso”, fue un arreglo formal que tomó forma dentro de nosotros mismos. Dentro de nosotros es donde todo comienza, sucede y termina. En su caso, HPB habló sobre Teosofía. Para quien está involucrado en la Sociedad Teosófica y esta forma de pensar, esta es una maravillosa y poderosa vía de expresión. Esta es la razón por la que es de valor para todos nosotros. Pero debemos comprometernos con algo. Si es una amistad, involucrémonos en ella. Si es un matrimonio, una relación, una comunidad, una nación, comprometámonos con ello.

Uno de los grandes científicos del siglo XX, y también un místico profundo, George Washington Carver, fue un botánico norteamericano famoso por sus experimentos con las plantas. Pudo obtener innumerable cantidad de productos, previamente desconocidos, a partir de varias formas de vida vegetal. Él hizo una afirmación que estuvo en la base de todo su método de práctica científica. Cuando se le preguntó cómo es que podía ver estas expresiones que los demás no veían, él respondió: “Cualquier cosa que ames lo suficiente revelará sus secretos”. El compromiso que tiene sus raíces en el amor, en una consciencia de nuestra Unidad, y que funcionamos, vivimos y dependemos los unos de los otros, es poderoso y está en la raíz de lo que llamamos “Teosofía”. 

Estos son unos pocos pensamientos para tener en cuenta respecto a este ciclo de una conciencia que nace, que estamos tratando de acelerar. Es algo que nos hará bien, pero más aún, le hará bien a los demás. Estamos aquí para algo más que ocupar un espacio en este mundo.

Como siempre, aprecio vuestra atención, y aprecio lo que sea que encuentren en vuestro corazón y habilidad para comprometerse. Definitivamente abrirá senderos hacia cosas más grandes y profundas.

 

 

 

 

Anterior
Página 5
Siguiente