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El Teósofo - Órgano Oficial del Presidente Internacional de la Sociedad Teosófica
Vol. 138 - Número 08 -  Mayo 2017 (en Castellano)

 
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Más allá de la ilusión

 

Sonal Murali

 

Miembro antiguo de la Sociedad Teosófica que trabajó en Adyar durante muchos años.

Conferencia dada en la Convención Internacional, Adyar el 2 de enero de 2017

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Si hay algo en común que todos deseamos es paz y armonía, integridad para nuestra existencia, porque cada vez más, el mundo ha dejado de tener sentido para muchos. Sin embargo, todo intento de integridad es constantemente anulado y saboteado por el sentimiento de individualidad que va en aumento y a la importancia que se le da en el presente. Esto resulta en un profundo sentimiento de separatividad, la separatividad crea divisiones, las divisiones a su vez crean inseguridad, debido a la inseguridad hay un impulso a identificarse con dogmas, ideologías, grupos, etc. Y esta es la antítesis de la integridad puesto que hay una tendencia a buscar las soluciones afuera.

 

La interacción entre el yo y la realidad física abarca lo que llamamos vida, la interacción entre lo interno y lo externo, nuestra existencia en la Existencia misma, así es que necesitamos comprender lo que está sucediendo allí si deseamos saber por qué esta integridad nos elude. El mundo que percibimos parece muy real para nosotros, en efecto, la única realidad que conocemos. La salida del sol, el aroma de las flores, las emociones, este lugar, la humedad, el almuerzo que comí, todos nosotros sentados aquí, todo es muy real y está corroborado por el hecho de que todos aquí también lo perciben similarmente.

 

Al vivenciar nuestras experiencias diarias, surgen preguntas fundamentales. ¿Hay un propósito para la existencia? ¿Hay un propósito para mi existencia? ¿Está el mundo allí descansando en alguna parte sobre algo y lo miramos desde el espacio con nosotros como seres minúsculos que quieren sentirse significativos, o es el mundo entero solamente una proyección subjetiva de mi cerebro? ¿Es mi realidad diferente a la realidad de otros o hay una realidad que es inmutable?

 

¿Por qué la consciencia es subjetiva? Después de un suceso traumático, incluso usamos la expresión “mi mundo entero se destrozó”. Es como si por un breve instante el comprender que la premisa sobre la cual se construyó el mundo, en mi realidad interna, se derrumbó.

 

Lo que es real para nosotros es lo que sentimos, lo que vemos, lo que experimentamos. Nosotros percibimos el mundo a través de las ventanas de los sentidos. Pero la trampa es que la ventana aquí es transparente, y no nos damos cuenta de que la ventana está aquí. No nos damos cuenta del medio. Sin embargo, pronto comprendemos que la realidad física no es la misma para todos, tal como no es solamente a través de la ventana de los sentidos que percibimos el mundo, sino también a través de nuestras emociones, estados de ánimo, idiomas, conocimiento, culturas y ciencia a través del tiempo, identificándonos ya sea con el pasado o el futuro.

 

Lentamente nos damos cuenta que vemos el mundo solamente a través de nuestra propia realidad subjetiva. Así entonces, ¿es nuestra percepción colectiva del mundo solo una suma de realidades subjetivas? Esto parece ser así, porque un científico o un artista nacido en el momento equivocado, en el lugar equivocado, puede ser quemado en la hoguera o no ser entendido durante décadas, hasta que la percepción colectiva del mundo evoluciona. De modo que Así estamos en un terreno más bien movedizo puesto que todo nuestro sistema de creencias y acciones está basado en conclusiones derivadas de una comprensión del mundo que parece estar cambiando y que no tiene una solidez básica. Aunque, por otro lado, es muy real y está allí para mí cada mañana cuando despierto. Y es el mismo mundo en el que me dormí. Mi familia y amigos también despiertan a la misma realidad. Vivimos nuestras vidas conscientes en una sola realidad.

 

La neurociencia demuestra que el contenido de nuestra experiencia consciente no es solo una construcción interna sino también una forma extremadamente selectiva de representar la información. Además, es solamente una fracción infinitesimal de lo que en realidad existe allí. Para empeorar las cosas, todas las doctrinas teológicas mantienen al hombre en el centro del esquema total de las cosas, y no solamente en el centro sino en el pináculo más elevado, en el ápice.

 

Hay una limitación inherente en nuestros órganos sensoriales puesto que evolucionaron por razones de supervivencia y no para comprender la realidad en su totalidad, que es insondable. Así nuestros cerebros generan una simulación del mundo en nuestras mentes que es solamente una imagen. Luego generan una imagen interna de nosotros mismos. Esta imagen incluye nuestro cuerpo, estados psicológicos, nuestras relaciones, etc.. Esta imagen interna tiene una cohesión en ella, y es el “yo” el que tiene continuidad y conexión. Y este modelo de sí está colocado dentro del modelo del mundo que crea un centro. Y es a este centro al que llamamos “yo”. Así es que Así todas nuestras vidas conscientes son vividas en este túnel del ego. No estamos en contacto directo ni con la realidad externa ni con nosotros mismos.

 

Algunas personas han interpretado el “principio de incertidumbre de Heisenberg” como cohesión arraigada a nivel subatómico. En ese nivel somos una persona completamente diferente de la que éramos hace unos pocos años. Las memorias que almacenadas a nivel celular se trasmiten a la próxima generación. Por tanto, Así podemos ser una persona completamente diferente mañana o pasado mañana. Pero ¡qué pena, no lo somos! Porque estamos constantemente escribiendo un manuscrito con el que trabajará la próxima generación de células, para la matriz de nuestro cuerpo y nuestra mente.  

 

Parece que vivimos en un mundo simulado creado por nosotros, “un yo virtual en una realidad virtual”. Si un pintor está pintando un paisaje entonces él no puede estar en la pintura. Por lo que, si él está en la pintura entonces algún otro pintor debe estar pintando. Y si quieres que el segundo pintor esté en la pintura entonces tienes que mostrar a un pintor pintando el paisaje que el segundo pintor está pintando. Y esto puede continuar hasta el infinito.

 

La metafísica entiende la realidad como “el mundo sin espectadores” o, igualmente de manera unilateral por el constructivismo como “el mundo de los espectadores”. Ambos son dos lados de la misma moneda y en realidad es el modo en que opera la dualidad.

 

Recordando aquí la a menudo citada alegoría de la Caverna de Platón donde las sombras moviéndose en el muro se perciben como la realidad, la pregunta aquí debería ser: ¿qué es real y qué son cuáles las sombras? ¿Son los objetos detrás de las personas, las personas mismas, y/o la caverna misma, las sombras? ¿Existe el objeto a causa del observador?

 

Y así es como la sabiduría antigua describió a Maya. La percepción completa del mundo es solamente representacional. Como ha dicho J. Krishnamurti, “la palabra no es la cosa.”

 

El mundo acerca del cual pensamos no es idéntico al mundo en el cual pensamos. Es esta dualidad la que parece ser el eje fundamental del problema. La realidad percibida a través del túnel del Ego parece ser una ilusión. Todos los místicos que lo han experimentado dicen esto: se afirma en The Cloud of Unknowing (La nube de lo desconocido) que usted no puede conocer a Dios con palabras o ideas. Ponga todo lo que usted sabe bajo la “nube del olvido”. Por lo tanto, Así sea cuidadoso de no orar pedir en su imaginación.

 

Tome, ya sea el enfoque descendente de la ciencia y la metafísica o el enfoque ascendente de la neurociencia y el constructivismo, todos están de acuerdo en que el mundo no es lo que parece ser. Incluso la certeza de la materia a nivel denso es misteriosa. Ni el momentum ni la posición de un electrón no pueden ser determinados teóricamente. Cuando tratamos de medir la cantidad de movimiento en un electrón, habrá cambiado su posición de maneras impredecibles. El famoso físico Fritjof Capra dice, “No podemos decir que exista existe una partícula atómica en un cierto lugar ni podemos decir que no exista existe”. Y esto es similar a lo que han experimentado los hombres sabios en todas las tradiciones. San Agustín dice:

 

Miré esos otros debajo de Ti, y vi que ellos ni son ni no son. Tienen una existencia porque vienen de Ti, y aun así no tienen existencia porque ellos no son lo que Tú eres. Porque solo eso realmente permanece inmutable …

 

En las bellas palabras del poeta alemán Rilke:

 

Miramos el aspecto de la creación como si estuviera reflejada en un espejo empañado con nuestro aliento.

A veces un mudo animal eleva su dócil cabeza y mira a través de nosotros.

Este es el destino: ser siempre opuestos y solo enfrentarnos los unos a los otros y nada más”.

 

La realidad es como un manto de espuma con que se reviste el océano, siempre renovado y nunca el mismo.

 

Esto es también como Sankaracharya describió a Maya. Además, ha de tiene que ser deducido por alguien de claro intelecto solamente por de los efectos que produce. Y ¿cuál es el efecto que produce Maya? Apegos, aversiones, sueños, temores y pensamientos; todos los recuerdos,  conocimientos y modificaciones mentales, todas cimentadas en Maya. La melancolía de Arjuna en el Mahabharata es un ejemplo clásico del efecto de Maya. Él pierde su sabiduría discernidora. ¿Y cómo? De la idea de que “Yo soy de ellos y ellos son míos” creada por el afecto y el apego, que a su vez creó dolor e ilusión, él perdió su viveka, su sabiduría discernidora. Maya trabaja por medio del engaño (kapat). La Voz del Silencio nos pide: “desconfía de tus sentidos, porque son falsos…mira hacia adentro”.

 

De acuerdo con la Teoría de la Relatividad de Einstein, no es incluso fácil afirmar en qué tiempo existimos porque no hay una sola y absoluta simultaneidad; no hay un simple ahora en el cual todos los sucesos que están ocurriendo justo “ahora” puedan  ser medidos. Incluso el tiempo, es solamente una clase de ilusión de seres “que se mueven”. Aunque el tiempo es muy real para nosotros.

 

La física cuántica revela por qué el substrato oculto, energético de la “materia” es tan difícil de precisar. En un mundo cuántico, el átomo no tiene un lugar hasta que es observado. El observador está indisolublemente entrelazado con lo observado, poblando muchos “mundos dentro de mundos”.

 

Por lo tanto, el mundo en este sentido parece más extraño, inexplicable e insondable. Y sin embargo, existe una clase de amplia visión general del mundo, del medio ambiente, de las sociedades que hay que sentimos son comunes para todos nosotros. ¿Pero es así? ¿Es el mundo un todo orgánico o está compuesto de “mundos dentro de mundos”?

 

Tomemos por ejemplo este Teatro de Adyar. Hay un evento y hay mucha gente aquí, con diferentes expectativas, preferencias, dinámicas de grupo, en diferentes estados de mente y de ánimo, creando su propio mundo. Están también las personas que trabajan detrás del escenario, regando las plantas, poniendo las sillas en su lugar, dirigiendo los sistemas de sonido. También hay innumerables insectos aquí. Debe también haber bacterias invisibles. A nivel subatómico, actividades tales como la división celular y fluctuaciones hormonales, están teniendo lugar. ¿Cómo se superpone mi mundo con el mundo del ciempiés sobre la hoja, aquí? ¿Es el cienpiés aquí, consciente de este evento y de si estamos entusiasmados, felices o reflexivos? Pero todos somos componentes de este evento. Y lo mismo se aplica a otros mundos que existen en paralelo en diferentes dimensiones de las que no somos conscientes. ¿Estamos conectados en algún nivel, o son estos “mundos dentro de mundos” un todo orgánico, y todavía son partes de un mundo cohesivo? ¡Y cuán limitada es nuestra percepción de este mundo a través del campo de nuestros sentidos! Y la percepción se volvería extremadamente limitada y estrecha si estuviera padeciendo un dolor de cabeza o de muelas en este momento.

 

Pero no nos damos cuenta de esto puesto que tenemos la corroboración representacional correspondiente de otras personas que pueblan la tierra. Y sin embargo, para cada persona la experiencia es solamente a través del túnel de su ego, el panorama interno que a través de la consciencia lo mezcla todo y le da una cohesión, un centro al cual llamamos “yo”. Un remolino creado en la corriente de la consciencia, como diría Krishnamurti. El pequeño vórtice es nuestro acceso a la ilusión colectiva. Y el manuscrito está siendo escrito por nosotros.

 

¿Qué está entonces más allá de la ilusión? Madame Blavatsky presenta el concepto de “despertares progresivos”. Al subir en la escala de desarrollo percibimos que durante las etapas a través de las cuales hemos pasado. confundimos las sombras con realidades. Y con el progreso ascendente del Ego, tiene lugar una serie de despertares progresivos, cada avance trae consigo la idea de que ahora, finalmente, hemos alcanzado la “realidad”. Pero solo cuando hayamos alcanzado la Consciencia absoluta, y hayamos mezclado nuestra propia conciencia con ella, estaremos libres de las ilusiones producidas por Maya (ilusión).

 

Krishnamurti lo llamó “salirse de la corriente de la consciencia”. Él también pregunta cuál es la base original desde la cual emergen todas las cosas. La meditación es llegar a esa base que es el origen de todas las cosas y que está libre del tiempo. Y bendito es quien la encuentra, porque entonces habremos encontrado la Unidad y la Paz eterna. Estaríamos en el mundo, pero no seríamos de él. El “yo” que estaba constantemente en las angustias de Maya, una separación percibida, actuaría desde la compasión y la empatía.

 

La palabra “Maya” deriva de ma, “medir” o “por la cual es medida”, y es una proyección ilusoria del mundo por la cual lo inmensurable aparece como medido. Nombre y formas se superponen a Brahman. Mientras uno vea la dualidad, uno está morando en el campo de la ignorancia. Se nos ha dicho: “rehúye de la ignorancia” y asimismo “rehúye de la ilusión”.” Aparta tu faz de los desengaños del mundo; desconfía de tus sentidos, porque son falsos”.

 

Thomas Metzinger dice en su libro The Ego Tunnel (El túnel del ego) que probablemente seamos uno de los mejores inventos de la Naturaleza. Somos un modelo consciente del organismo como un todo que es activado por el cerebro. Como un organismo biológico, un ser humano puede concebirse conscientemente (y a otros) como un todo y puede interactuar con su mundo interno como también con el medioambiente externo de una manera inteligente. Somos únicos en el sentido que podemos capturarnos en el acto de conocer.

 

Lo real no muere, lo irreal nunca vivió. Todo lo conocido es la sombra de la realidad y una vez que consentimos en ser guiados desde adentro, la vida se convierte en un peregrinaje a lo desconocido. Lo mismo dijo el místico cristiano, “Destruye todo conocimiento y experiencia de todas las formas de cosas creadas, y de ti mismo sobre todo”.

 

Lo real no muere y lo irreal nunca vivió. Tenemos que soltar nuestro apego a lo irreal y lo real se introducirá, rápida y suavemente. Somos la fuente y corazón de todo. No necesitamos obtenerlo porque somos lo real.

 

La opción del cambio se halla dentro de nosotros, de instante en instante.

 

 

 

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