Vol. 138 - Número 08 - Mayo 2017 (en Castellano) |
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Pensando sobre Adyar
Tim Boyd
Me gustaría compartir algunas reflexiones sobre Adyar para aquellos lectores que puede que aún no lo conozcan. La Sociedad Teosófica (ST) se fundó en la ciudad de Nueva York, pero se trasladó a la India, y en 1882 su Sede Internacional se estableció en Adyar. Aunque fue fundada en los EEUU, el hecho histórico es que comenzó a crecer y a cobrar vida en Adyar, y entonces el movimiento Teosófico se extendió por toda la India y por el mundo entero. Como lugar en sí, esa pequeña parcela de tierra de nuestro gigantesco globo que conocemos como “Adyar” y como nuestra Sede Internacional tiene una personalidad y toda una historia. Sólo en términos del movimiento Teosófico, es el lugar que designó H.P. Blavatsky (HPB) para que este movimiento estableciera sus raíces y se presentara al mundo. Ella vivió allí, el Coronel Olcott vivió allí, Annie Besant, J. Krishnamurti, Damodar Mavalankar y toda clase de gentes vivieron, crecieron y dieron su impulso a este movimiento, inspirándose en algo peculiar que encontraban en este lugar especial que llamamos “Adyar”. En Adyar mi despacho es el lugar donde vivía HPB. Ahora todo es una gran pieza, pero antes eran dos: donde dormía y donde recibía a las personas. Mi mesa de trabajo está a tres metros de la capillita donde se recibían las cartas de los Mahatmas. Cada día llego al despacho, conecto el ordenador y verifico mis correos. Durante la mayor parte del día me olvido de la naturaleza y la historia del lugar donde me encuentro, pero de vez en cuando lo recuerdo. Este lugar tiene un cierto magnetismo, y los que han estado aquí son conscientes de ello. Adyar sigue siendo el centro del movimiento teosófico en el mundo, el lugar desde el cual se difundió por el mundo y que muchos consideran una parte importante de este movimiento global. Todas las cosas en la vida tienen un centro y ese centro es de gran importancia, ya sea un átomo o una galaxia, un planeta o un ser humano. Es el centro desde el que surge la vida y que determina las actividades del organismo en el mundo. Nuestro centro está en Adyar. Tengo la suerte de estar en contacto con miembros de todo el mundo, y una cosa que observo es que los miembros de la ST que han tenido la oportunidad de poner los pies en Adyar, de experimentar de algún modo el lugar, son algunos de nuestros miembros más activos en las Secciones de todo el mundo. Se han vinculado íntimamente con la expresión y significado de este trabajo. De algún modo la vivencia de este lugar alienta algo en nuestro interior. Quienes han ido a Adyar lo han hecho por diversas razones. Unos para conectar con su historia, recordando las cartas que llegaban de los Mahatmas, las personas que por allí anduvieron y queriendo vivenciar todo aquello. Pero hay algo más profundo conectado con nuestro deseo de ir a Adyar. En tanto que Adyar como centro es una idea, un lugar con historia y un punto geográfico, es también algo más. Es una intuición de algo más profundo que se expresa dentro de nosotros, un conocimiento inconsciente ante el que estamos disponibles y somos capaces de responder en algún momento de nuestra vida. Esa intuición nos lleva en una dirección determinada. Hay una expresión de San Agustín que dice “nuestros corazones están inquietos hasta que hallan el reposo en Ti”, hasta que encontramos algún modo de responder a esa voz más profunda que habla continuamente en nuestro interior. Muchos de nosotros han encontrado en este movimiento Teosófico algo que habla a nuestra necesidad de conexión a un nivel más profundo. En la medida en que podamos prestarnos a ello, algo ocurre en nuestro interior. Parte de lo que hacemos es intentar ponernos en contacto con esa dimensión siempre presente y más profunda de nuestro ser. Como me sucede en mi despacho, a menudo la ignoramos, pero esa conexión puede impulsar nuestro trabajo a niveles más profundos. La clase de cosas que estamos tratando de hacer en Adyar son importantes, muchas de ellas son físicas. Puesto que llevamos nuestro cuerpo físico a un lugar físico, las necesidades del cuerpo no pueden ser ignoradas. Después tenemos una oportunidad para interactuar a niveles más profundos. Pero debemos hacer que el lugar físico sea acogedor para el cuerpo, y ésa es una de las cosas que estamos intentando hacer. Como todo lo que se hace a nivel físico, ésa es la parte de picar piedra, el proceso más difícil con el que nos enfrentamos. Pero todo forma parte de un único proceso. En el movimiento teosófico hay muchas tendencias diferentes que han crecido del impulso original. En los dos últimos años en Adyar, hemos estado trabajando con miembros de las organizaciones teosóficas hermanas. Todos somos parte de un solo movimiento. Durante varios años nos hemos considerado como unas islitas que flotaban por separado en este diminuto estanque teosófico. Pero en los últimos años hemos hecho hincapié, en nuestras Convenciones y en otros momentos, en invitar a nuestros hermanos y hermanas de otras organizaciones teosóficas. Hace un par de años invitamos al Sr. Herman Vermeulen, líder del grupo Point Loma de la Haya. Cuando habló en la Convención de Adyar señaló que ¡era la primera vez en la historia de la organización en que el líder de otra organización teosófica hablaba ante una convención de Adyar! Antes de que él lo dijera, yo no lo había considerado en esos términos. Es simplemente lógico incluir a todo el grupo de personas que trabajan con un objetivo común. Compartir Adyar, esta joya del mundo teosófico, con nuestros colaboradores y miembros no requiere mucha reflexión. Pero sí requiere una inversión continuada de nuestras energías. Analizando cómo invertir nuestras energías, el Sr. Pradeep Gohil, Secretario General de la Sección India, hizo hincapié en el poder de nuestra mente, nuestro pensamiento e imaginación, y hablando sobre la naturaleza de la caridad y el servicio, el Sr. Esteban Langlois, Secretario General de la ST de Argentina, dijo que cuando se trata de dar dinero, alimentos o ropa, todo el mundo tiene limitaciones. Pero lo que podemos dar con máxima generosidad, y sin tener limitación alguna, salvo nuestra propia capacidad y voluntad de imaginar y pensar, es enviando nuestros buenos deseos hacia esta misión Teosófica con la que ya nos sentimos conectados. Por las limitaciones de nuestros propios condicionamientos hemos subestimado nuestra capacidad de contribuir a este movimiento de revitalización. Os pediría que lo hicierais, que os acordarais de Adyar de vez en cuando, pero recordándolo con una generosidad de pensamiento, con una capacidad visual que puede ver el crecimiento, el esplendor, las conexiones cada vez más amplias—pero no sólo por Adyar. Si sólo se piensa en Adyar o en la Sociedad Teosófica, no es suficiente. Esta organización y movimiento están aquí por el mundo, por la humanidad, y si no impulsamos sus esfuerzos por todos los medios posibles, nosotros somos los perdedores.
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