Vol. 138 - Número 06 - Marzo 2017 (en Castellano) |
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El Hogar de los Maestros
Diego Fernandes
Miembro de la Sociedad Teosófica en Argentina, quien es trabajador voluntario en Adyar. Conferencia dada en la Sede internacional de la ST, el 17 de febrero de 2017.
El día de Adyar fue implementado para que los miembros de la Sociedad Teosófica recordemos dos cosas: primero, a nuestro presidente fundador y otros grandes teósofos que nacieron o murieron un 17 de febrero, y segundo, este glorioso lugar donde tenemos el privilegio de vivir, el Hogar de los Maestros. Desde que ingresé a la Sociedad Teosófica, allá por los años 90, empecé a escuchar sobre Adyar, y se fue generando en mí el deseo de conocerlo yde saber cómo podía ser este lugar, su ambiente, su atmósfera, su sacralidad… Pero todo era demasiado abstracto. Mi mente concreta necesitaba imágenes, entonces busqué fotos que pudieran darme una noción del lugar, los edificios, el gran baniano, los templos… Pero todo me resultaba desordenado y caótico. Dónde van los templos?... El edificio principal está al lado del baniano? Entonces me dije “hay que conocer Adyar y vivirlo”. Tener el mapa de un lugar no significa que uno lo conozca. Y la vida me dio el privilegio de vivir Adyar, de experienciarlo. Y los comentarios escuchados y las fotos colectadas son nada en comparación. Una de las cosas que más me impactó de este lugar fue cuando subí por primera vez a la terraza de este edificio principal y leí la frase enmarcada que dice “Trabaja por Adyar, el Hogar de los Maestros”. Nunca la había escuchado antes de boca de nadie, y si estuvo ante mis ojos en algún texto o artículo que leí anteriormente, pasó desapercibida para mí; pero implícitamente estuvo en el motivo de venir a Adyar, a colaborar en donde fuera necesario. Una vez escuché una frase en una película que decía que “todo poder implica una gran responsabilidad”, entendiéndose poder como la capacidad de hacer algo. Ypoder estar acá o tener ese privilegio, respirar en esta atmósfera plena de paz y amor, caminar estos senderos rodeados de árboles, oyendo el canto de cientos de pájaros, genera además un gran compromiso. Un compromiso hacia mis amigos y hermanos que no tuvieron aun la posibilidad de conocer Adyar, pero que a cada paso que doy, están conmigo acompañándome. Pero qué es Adyar para esos miembros de la Sociedad Teosófica que nunca vinieron acá? Ellos se basan en la experiencia de los que lo conocen y en los escritos de H. S. Olcott, H. P. Blavatsky, Annie Besant, Sri Ram, Radha Burnier, etc., es decir, las grandes personalidades que vivieron aquí e hicieron de Adyar lo que los fundadores internos querían, un ashram. Para aquellos que no lo conocen, Adyar es eso, un ashram, un centro espiritual principalmente, además de la Sede Internacional de la Sociedad Teosófica. Pero una vez que el ashram está formado, se mantiene para siempre? Tal vez sí la parte física, existen aún en el mundo hermosas construcciones que son el esqueleto físico de los que fueron grandes templos de la antigüedad. Pero qué sucede con el Adyar interno, con lo invisible? Muchos escribieron sobre el Adyar interno, y lo describieron de diferentes formas. El centro, el ashram, el punto desde y hacia el cual convergen las energías espirituales, el corazón sagrado de la Sociedad Teosófica, un lugar magnético, la Presencia, lo intangible, etc. El Adyar interno es un cáliz donde las energías espirituales son vertidas para ser diseminadas en el mundo. El núcleo de la Fraternidad Universal empieza aquí, Adyar es el núcleo dentro del núcleo.La Unidad de toda la Vida, elPranava, el OM, la indivisible totalidad de la existencia, es más fácil de percibir aquí que en cualquier otro lugar. En Adyar todo colabora para que dejemos de ser miembros de la Sociedad Teosófica y empecemos a ser verdaderos teósofos. Podríamos hacer una relación y ver a toda la Sociedad Teosófica en el mundo como un gran cuerpo humano, siendo Adyar el corazón del mismo. Los residentes de Adyar serían las células del corazón. Ninguna célula es igual a otra, pero se agrupan por afinidad y trabajan por un objetivo común formando los distintos tejidos cardíacos o las válvulas, que en nuestro caso son los diferentes departamentos del campus (biblioteca, administración, escuela, cocina, etc.), pero sin perder de vista el objetivo principal que es el bienestar del corazón, o en nuestro caso Adyar, y haciendo circular la energía espiritual y dando vitalidad a todos los demás órganos del cuerpo. Tener esto en mente nos da otra perspectiva del trabajo de Adyar o el vivir aquí. Dejar de lado nuestros prejuicios, mantener relaciones armoniosas entre nosotros, tolerancia hacia los defectos y errores de los demás, paciencia para adaptarnos a las diferentes formas de pensar de las distintas culturas de los que aquí brindan un servicio, e intentar reconocer la Vida Una en sus múltiples formas es de gran ayuda. Que Adyar siga siendo el punto de convergencia de energías espirituales, que el corazón sagrado de esta institución siga latiendo, depende exclusivamente de nosotros, de los que tenemos el privilegio de vivir aquí; y ese es nuestro deber con los hermanos de todo el mundo. El hombre tiene la tendencia a caer en la rutina, a estar desatento, y yo no soy la excepción de esa regla. La rutina de vivir en un determinado espacio, de transitar el mismo camino, del trabajo, de sentarse a escuchar una conferencia. Y en esa rutina las cosas pierden el valor esencial que tienen, y empiezan a ser algo más del paisaje. Nos olvidamos del lugar donde estamos, del estado de sacralidad del mismo. Cuando uno recorre este lugar y está consciente y atento al mismo, comienza a darse cuenta de dónde está uno parado. Aquí donde Blavatsky, Olcott, Annie Besant, Krishnamurti, Sri Ram, Radhaji vivieron y aportaron a esta atmósfera sus grandes ideales. Todos ellos y muchos otros seres que colaboraron anónimamente, generaron esta atmósfera que hoy nosotros heredamos. Ahora está en nuestras manos. Creo que es muy importante el estado de alertidad, de reverencia que debemos tener quienes vivimos o quienes están de visitas aquí.Cuando los senderos, el trabajo, los edificios, los templos empiezan a ser “lo mismo”, vienen a mí las imágenes de mis amigos y hermanos, y me focalizan nuevamente en el lugar donde estoy y porqué estoy acá, para trabajar por Adyar, el Hogar de los Maestros.
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