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El Teósofo - Órgano Oficial del Presidente Internacional de la Sociedad Teosófica
Vol. 138 - Número 03 -  Diciembre 2016 (en Castellano)

 
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Reflexiones sobre Joy

DOROTHY BELL

 

Licenciada en Medicina, es miembro de la Sociedad Teosófica en Australia, sirviendo en su comité nacional ejecutivo

y en la unidad educativa. Ha ofrecido presentaciones teosóficas y publicado artículos internacionalmente.

 

Al reflexionar sobre el gran servicio de Joy Mills en la Sociedad Teosófica, uno podría decir que sus firmes creencias personales, combinadas con el deseo del alma, desarrollaron la fuerza necesaria para mantener su dedicación y sentido de servicio. Por medio de sus conferencias y artículos, experimentamos su gran amor al conocimiento y a la Teosofía y la amplitud y profundidad de su comprensión de las enseñanzas de la Sabiduría. Observamos en particular, su profunda admiración, estima, y respeto por HPB y por el Mahatma conocido como KH, y toda su labor en colocar los cimientos para la educación de la futura humanidad. También observamos su constante disposición a compartir informalmente su conocimiento, a ayudar a otros a comprender las enseñanzas que eran complejas, abstractas, y extrañas, en particular, que respondía a todos aquellos innumerables correos electrónicos que requerían orientación y asistencia.

 

Sus enseñanzas la llevaron alrededor del globo a diferentes grupos de la ST en diferentes países, culturas y continentes. Hubo muchas historias que pudo relatar sobre los espeluznantes retos encontrados durante sus arduos cronogramas de viajes, climas extremos, y diferentes modos de transporte y alojamiento. A menudo bromeaba sobre escribir un libro titulado Las camas en las que he dormido, como medio para recaudar fondos para la Orden Teosófica de Servicio. Obviamente estas experiencias pusieron a prueba su coraje, salud y compromiso. Al referirse a esas historias y a otras en tiempos de adversidad y dificultad, siempre pareció prevalecer una aceptación subyacente de sus responsabilidades kármicas y dhármicas, acompañadas por un obligatorio sentido del humor.

 

Disfrutaba contar historias sobre los comienzos y sobre las iniciativas de un dedicado grupo de trabajadores en la Sección Norteamericana cuyo celo y entusiasmo fueron incluso traducidos a conmovedoras letras como en la canción Adelante Soldados Cristianos. Sin embargo, su título fue ¡Adelante con Blavatsky!

 

En una vena más seria, una historia sobre una gira en Sur América hace muchos, muchos años, nos da alguna visión de su compromiso con la “gran labor” en la que ella estaba comprometida dentro del contexto del Plan de Dios… Mientras viajaba por una sección en los Andes, experimentó una poderosa visión del, como la llamó, “camino al futuro distante”. Ella hizo énfasis en un sobrecogedor sentido  de “sentir-saber”, que vino con la visión. Lo que vio fue una vislumbre de lo que puede suceder mientras la conciencia se expande a nuevas dimensiones y una nueva humanidad verdadera, que encarna esa nueva conciencia, llega a la existencia.

 

Ella sabía que esta nueva humanidad se refería a lo que llamamos el séptimo rayo o tipo de “raza” en nuestra presente cuarta “ronda”, y de que este era el desarrollo final de la conciencia para este ciclo particular en nuestra evolución. Esta conciencia no era simplemente de unidad o de totalidad, sino una conciencia animada con Sabiduría, con conocimiento, con verdadero Amor, con dicha y con confianza. Y lo que ella adquirió de esa experiencia fue una profunda convicción del porqué existía la necesidad de hacer espacio para que esta clase de conciencia venga a la existencia, incluso dentro millones de años en el “lejano futuro”, y del porqué era importante sembrar desde ahora las semillas.

 

A menudo Joy hablaba de las enseñanzas de KH sobre el desarrollo de una mente que fuera capaz de “abarcar el universo”. La necesidad de plantar desde ahora las semillas para su posible manifestación dentro de un millón de años, y posiblemente por medio de nosotros mismos con diferentes aspectos y vehículos, confunde a nuestro cerebro consciente. Nuestras mentes están programadas en esta Tierra para obtener resultados inmediatos o resultados a corto plazo, o en “esta vida”.

 

Esta experiencia contribuyó para que Joy apreciara el “factor tiempo” que operaba “dentro y fuera del tiempo” en el Plan de Dios de la evolución de la conciencia. Con toda probabilidad, también contribuyó significativamente a su amplio sentido del deber dhármico. E incluso aunque la proporción del tiempo en el Plan de Dios es alucinante, a ella no le preocupaba el tiempo; le importaba la conciencia y la crítica condición de la humanidad en la que ahora vivimos. Su labor, desde esta perspectiva, fue una oportunidad para plantar las semillas de un “nuevo continente de pensamiento”, en el que una distante y lejana humanidad, que ella sabía en cada fibra de su ser, sin creerlo, anhelarlo, o suplicarlo, existiría al final. Un leal sentido del deber derivaba de este centro.

 

También observó la importancia de ver dónde se plantan las semillas, y reconoció la necesidad de hacer todo lo posible para minimizar los esfuerzos que hacen las malas hierbas para arraigarse. Porque incluso cuando se plantan semillas de compasión y amor, de belleza y sabiduría, las malas hierbas pueden alzarse en su seno. A menudo también decía que tenemos que ser buenos jardineros, discernidores y vigilantes.

 

Puede decirse que Joy alineó su criterio y su trabajo con la visión existente detrás de la fundación de la Sociedad y de la intención de su trabajo: la transformación de la conciencia y la edificación de un nuevo continente de pensamiento. El Primer Objetivo de la Sociedad implica la transformación hacia una conciencia espiritual. La consigna o misión de la Orden Teosófica de Servicio encarna al amor que significa una conciencia espiritual, centrada en un Corazón compasivo. Es nuestro desafío trabajar plantando semillas a nuestras manera, de modo único, y ser jardineros vigilantes y discernidores.

 

Gracias, Joy. Te has ganado tu libertad.

 

 

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