Vol. 138 - Número 02 - Noviembre 2016 (en Castellano) |
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HPB a la Condesa Wachtmeister sobre las Cartas de los Maestros
[Esta es una carta de H. P. Blavatsky del 24 de junio de 1886 dirigida a la Condesa Constance Wachtmeister.* Extractos de la misma fueron publicados primeramente por W. Q. Judge en The Path (marzo de 1893). En 1923, C. Jinarajadasa publicó otros extractos de la misma en su Introducción a Las Primeras Enseñanzas de los Maestros, editadas por él. Éstos fueron tomados de una copia parcial de la carta original con la letra de la Sra. Mary Gebhard. La carta completa, reproducida a continuación, fue publicada finalmente en la página 6, del ejemplar (#68) marzo-abril, en The Eclectic Theosophist, de la carta original de puño y letra de HPB. La carta fue hallada por Jean-Paul Guignette (Montreuil, Francia) doblada y adjunta en una copia de la primera edición de las Reminiscencias de HPB de la Condesa Wachtmeister y La Doctrina Secreta, que él adquirió en una librería “esotérica” en París. El libro, que perteneció a Jacques Heugel, y la carta original fueron donados por el Sr. Guignette a las Logias Unidas de Teósofos en París (según una carta al Editor publicada en The Eclectic Theosophist, #70, julio-agosto. 1982, p. 11) PABLO SENDER]
Debido a tecnicismos de impresión, las palabras que HPB subrayó se muestran en itálicas, y aquellas que ella subrayó con doble línea, se muestran aquí en LETRAS MAYÚSCULAS PEQUEÑAS. - Los editores.
Mi apreciada Condesa. En las cartas “Coulomb: Blavatsky” (primera serie de septiembre de 1884) se encuentra una dirigida por mí a esa mujer de París, la única que, con excepción de los errores de puntuación y dos o tres palabras que cambian el sentido haciéndome así pronunciar una pequeña mentira, en vez de hacerla lo que es –una cita de su carta– allí digo (tanto como puedo recordar las palabras) “Si para salvar a la Sociedad (es decir, la labor de los Maestros, su creación), y hacerlo bien, tuviera yo que acudir a una plaza pública y declarar a viva voz y a oídos de todo el mundo, que SOY UNA IMPOSTORA y un FRAUDE, lo haría sin dudarlo por un instante. Lo haría ahora, o cualquier otro día.
Ahora, lo que me aconsejas hacer, lo he intentado de la manera más seria durante los últimos tres o cuatro años. Docenas de veces he manifestado que yo no debo dirigirles a los Maestros ninguna pregunta mundana, o presentar ante ellos asuntos familiares o privados, personales en su mayor parte. Tengo que devolver a los escritores docenas y docenas de cartas dirigidas a los Maestros, y habiéndolo expresado hace ya mucho tiempo – no voy a preguntarles tales cosas. Bien, ¿cuál fue la consecuencia? Las personas aún me importunan “Por favor, por favor pregúntale a los Maestros”, sólo pregúntales y manifiéstales, y dirige su atención hacia este o aquél. Cuando me rehusaba a hacerlo, Olcott lo hacía, o Damodar, o alguien más. Ahora sucede que no pareces estar consciente de la ley oculta – a la que incluso los Maestros mismos están sujetos: Siempre que un intenso deseo se concentra sobre sus personalidades; siempre que la atracción provenga de un hombre de incluso una mediana buena moralidad, y el deseo es intenso y sincero incluso en materias triviales (¡y para ellos que no es trivial!), Ellos son perturbados por esto, y el deseo toma forma material y los perseguirá (la palabra es ridícula, pero no conozco otra), a menos que Ellos creen una barrera infranqueable, una pared akasika, entre ese deseo (o pensamiento, o súplica) aislándose con esto a sí mismos. El resultado de esta medida extrema es que Ellos se encuentran a sí mismos aislados, al mismo tiempo que todos aquellos que voluntaria o involuntariamente, conscientes o de otro modo, se les haga entrar a ese círculo de pensamiento o de deseo. Yo no sé si me comprenderás, espero que así sea. Y encontrándose a sí mismos [apartados] de mí, por ejemplo, muchos fueron los errores cometidos y los peligros sabidos que pudieron haberse advertido si Ellos no se hubieran encontrado a menudo fuera del círculo de los eventos teosóficos. Este es el caso desde entonces, debido al deseo suicida (para todos nosotros) del Sr. Sinnett, de hacer su existencia, nombres, y hechos públicos, que él escribió El Mundo Oculto; y que Olcott, como corcel que se deshace de las riendas en su boca, lanzó sus nombres a diestra y siniestra, arrojando a torrentes a la muchedumbre, por así decirlo, sus personalidades, poderes, etcétera, hasta que el mundo (los extraños, no sólo los teósofos) profanaron de hecho sus nombres desde el Polo Norte hasta el Polo Sur. ¿No ha colocado el Maha Chohan SUS pies en esto desde el comienzo? ¿No le ha prohibido al Mahatma KH escribirle a nadie? (El Sr. Sinnett sabe muy bien todo esto.) ¿Y no han sido desde entonces oleadas de súplicas, torrentes de deseos y pedidos derramadas ante ellos? Esta es una de las razones principales del porqué sus nombres y personalidades deberían haberse mantenido inviolables y en secreto. Ellos fueron profanados en todo sentido posible por el creyente y el incrédulo; por este último cuando Los examinaba críticamente, y desde su punto de vista mundano (¡a los Seres más allá y fuera de toda ley mundana, si no humana!), ¡y cuando este último calumniaba positivamente, enlodaba, arrojaba sus nombres al fango! ¡Oh poderes del cielo! Lo que he sufrido – no existen palabras para expresarlo. Éste es el principal, el más grande de mis crímenes, haber traído sus personalidades al escarnio público sin quererlo, de mala gana, y forzada a hacerlo por Olcott y el Sr. Sinnett. Bien, ahora a otros asuntos.
Usted y otros teósofos han llegado a la conclusión de que en todos los casos en que se encontró un mensaje expresado con palabras o sentimientos indignos de los Mahatmas [el mensaje] fue producido o por elementales o fue de mi propia autoría. Creyendo esto último, Condesa, ningún hombre y mujer honestos debe en ningún momento permitirme que TAL fraude permanezca por más tiempo en la Sociedad. No es una muestra de arrepentimiento o una promesa de que “No debo hacerlo más” lo que necesitas, sino echarme fuera – si realmente lo consideras así. Usted cree, y así lo dices, en los Maestros, y al mismo tiempo ¿puedes acreditar la idea de que ELLOS permitirían, o incluso sabrían, y aún así me usarían? ¿Por qué, si Ellos son los exaltados seres que correctamente asumes que son, cómo pueden tolerar o permitir por un instante una decepción o un fraude tal? Ah, pobres teósofos – puedo ver cuán poco conoces tú las leyes ocultas. Y en esto Bawajee y otros están en lo cierto. Antes de presentarte como voluntaria para servir a los Maestros, debes aprender su filosofía, porque de otro modo siempre pecarás crasamente, aunque involuntaria e inconscientemente, en su contra y de aquellos que les sirven, en alma, cuerpo, y espíritu, sí, – a la muerte espiritual y moral, y no sólo la física. ¿Supones por un momento que lo que ahora me escribes no lo he sabido por años? ¿Piensas que alguna persona dotada incluso de una simple sagacidad, sin mencionar de poderes ocultos, podría equivocarse siempre al percibir sospecha cada momento que la hubiere, especialmente cuando ha sido generada en las mentes de personas honestas, sinceras, no acostumbradas a la hipocresía, e incapaces de ella? Esto fue lo que me mató, lo que torturó y quebró mi corazón pulgada a pulgada durante años, porque lo tuve que soportar en silencio y no tuve el derecho de explicarlo a menos que me lo permitieran los Maestros, y Ellos me ordenaron permanecer en silencio. Encontrarme a mí misma enfrentando día a día a aquellos a quienes más amaba y respetaba, entre los cuernos del dilema – o parecer cruel, egoísta, y sin sentimientos, negándome a satisfacer los deseos de su corazón, o, consintiendo a ellos, darles la oportunidad (9 de cada 10) de que sospecharan inmediatamente, acechando en sus mentes por respuestas y notas de los Maestros (“los mensajes rojos y azul del tipo escalofriante”, como acertadamente les llama Bawajee), fueron ciertos, [a sus ojos] – nuevamente 9 de cada 10 veces, a menos que estuvieran relacionados con alguna elevada y seria pregunta filosófica – para ser de ese carácter escalofriante. ¿Por qué? ¿Fue fraude? Ciertamente no. ¿Fue escrito y producido por elementales? NUNCA. Fue entregado, y el fenómeno físico es producido por elementales usados para el propósito, ¿pero qué es lo que tienen que ver, esos seres sin sentimientos, con las porciones inteligentes del más pequeño e insignificante mensaje? Simplemente esto, ya que esta mañana, antes de recibir tu carta, a las 6 en punto, el Maestro me informó y autorizó para hacerte entender finalmente; a ti, y a todos los sinceros, y devotos teósofos que: “lo que siembres, cosecharás”; a súplicas y preguntas personales y privadas, respuestas enmarcadas en la mente de aquellos para cuyos asuntos puedan aún interesarles, cuyas mentes aún no están completamente vacías a tales mundanas y terrenales preguntas, respondidas por chelas y novatos, a menudo con algo reflejado de mi propia mente, porque los Maestros no se inclinarán ni por un instante a atender asuntos individuales y privados relacionados con sólo a una o si acaso a diez personas, por su bienestar, aflicciones y bendiciones en este mundo de Maya, a nada excepto a cuestiones de verdadera importancia universal. Son TODOS USTEDES, teósofos, quienes han arrastrado hasta sus mentes los ideales de nuestros MAESTROS; tú, quien inconscientemente y con la mejor de las intenciones, y total sinceridad y buen propósito, los has PROFANADO, pensando por un momento, y creyendo que ELLOS se preocuparían con tus asuntos financieros, hijos a nacer, hijas a casar, casas a construir, etcétera, etcétera. Y sin embargo, todos aquellos que han recibido tales comunicaciones, siendo casi todos sinceros (con aquellos que no lo fueron, ya se han tratado según otras leyes especiales), tú tenías el derecho, al saber de la existencia de Seres de quienes pensaste podrían fácilmente ayudarte, a buscar ayuda de ellos, dirigirte a ellos, como ese monoteísta que se dirige a su dios personal, profanando al GRAN DESCONOCIDO un millón de veces superior a los Maestros, requiriéndole a él (o a ESO) compensarlo con una buena cosecha, o a eliminar a su enemigo, o a enviarle un hijo o una hija; y teniendo tal derecho en el sentido abstracto, que Ellos no pudieran rechazarte, y negarse a responderte si no ellos mismos, para después ordenarle a un chela satisfacer al corresponsal con lo mejor de su habilidad, (la del chela). ¿En cuántas ocasiones estuve yo, no siendo Mahatma, conmocionada y sorprendida, consumiéndome de vergüenza cuando mostradas las notas en sus (dos) letras (una forma de escritura adoptada para la ST y usada por los chelas, NUNCA sin su especial autorización u orden a tal efecto), mostrando errores en ciencia, gramática, o de pensamientos expresados en un lenguaje tal que pervertía toda la intención del significado original, y en algunas ocasiones expresiones que en Sánscrito Tibetano o en otra lengua Asiática poseían un significado bien diferente, como yo lo daría en un ejemplo. En respuesta a la carta del Sr. Sinnett con respecto a algunas aparentes contradicciones en Isis, el chela que fue encargado de precipitar la respuesta del Mahatma KH, dijo: “Tuve que ejercitar toda mi ingenuidad para conciliar ambas cosas.” El término “ingenuidad” usado en ese momento y que significaba candor, rectitud, una palabra que actualmente es obsoleta en ese sentido y ya no se usa más, pero que en el pasado significó precisamente eso como incluso yo lo encuentro en Webster, fue mal elaborada por Massey, Hume, y creo que incluso el Sr. Sinnett, como significando “astucia”, “ingenio”, “perspicacia”, para formar una nueva combinación para probar que no hubo contradicción. Por lo tanto: “el Mahatma confiesa muy desvergonzadamente ingenuidad, usando el oficio para reconciliar las cosas, como un astuto y capcioso abogado”, etcétera. Si me hubiera comisionado a escribir o precipitar la carta, hubiera traducido el pensamiento del Maestro usando la palabra “ingenuidad”, o apertura de corazón, franqueza, ecuanimidad y disimulación”, como se la da Webster, y el oprobio lanzado contra el carácter del Mahatma KH habría sido evitado. No soy yo quien habría usado ácido carbólico, en vez de “ácido carbónico”, etc. Es muy extraño que el Mahatma KH dictara textualmente, y cuando Él lo hizo, allí quedaron los pocos pasajes sublimes que se hallan en las cartas de Él al Sr. Sinnett. El resto, Él diría, escribe tal y tal cosa, y el chela escribía, a menudo sin conocer ni una sola palabra del Inglés, como ahora me ha hecho escribir Hebreo y Griego y Latín, etcétera.
En consecuencia la única cosa que se me puede reprochar – un reproche que estoy presta a soportar aunque no lo he merecido, al ser simplemente la herramienta ciega y obediente de nuestros reglamentos y leyes ocultas – es de haber tenido (1) que usar los nombres de los Maestros cuando consideré que mi autoridad era nula, y cuando sinceramente creía actuar convenientemente según las intenciones de los Maestros,1 y por el bien de la causa; y (2) de haber ocultado aquello que las reglas y leyes de mis votos no me permitían revelar hasta ahora; (3) QUIZÁS (de nuevo por la misma razón), de haber insistido que esta u otra nota provino del Maestro, escrita de su puño y letra, en todo momento pensando JESUÍSTICAMENTE, confieso: “Bueno, son escritas bajo sus órdenes y en su letra, después de todo, por qué habría yo de ir y explicarles a aquellos, quienes no quieren, o no pueden comprender la verdad, y que quizás solo empeoren las cosas.” Dos o tres veces, quizás más, las cartas fueron precipitadas en mi presencia, por chelas que no podían hablar inglés, y que tomaron las ideas y expresiones de mi mente. El fenómeno, en su solemne y verdadera realidad, ¡fue más grandioso en aquellos tiempos que nunca! Sin embargo, a menudo parecían muy sospechosos, y yo tenía que refrenar mi lengua, al ver la sospecha avanzar en las mentes de aquellos a quienes más amaba y respetaba, ¡imposibilitada de justificarme a mí misma, o de decir una sola palabra! Lo que sufrí, ¡sólo los Maestros lo saben! Piensa en esto tan solo, (un caso con Solovioff en Elberfeld) yo enferma en mi cama; una carta suya, una carta vieja, recibida en Londres y rota por mí, rematerializada ante mis propios ojos, y yo viendo eso; cinco o seis líneas en idioma ruso, con la letra del Mahatma KH en azul, y las palabras TOMADAS DE MI MENTE, la carta, vieja y estropeada, viajando lentamente sola (todavía no podía ver la mano astral del chela que ejecutaba la operación) a través de la habitación, y luego corriéndose por y sobre los papeles de Solovioff, quien escribía en el pequeño estudio, corrigiendo mi manuscrito; Olcott parado junto a él, habiendo entregado en ese momento los papeles que revisaba con Solovioff. Este último los encontró, y como un rayo pude ver en su cabeza, en ruso, el pensamiento: “¡El viejo impostor (refiriéndose a Olcott) ha debido ponerlo allí!”, y cosas como esas por cientos.
Bien, esto será suficiente. Le he dicho la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, sólo hasta el punto en que me es permitido decirla. Muchas son las cosas que no tengo derecho a explicar, aunque tuviera que ser colgada por ello. Ahora, piensa por un instante, supón que Bawajee recibe una orden de su Maestro para precipitar una carta a la familia Gebhard, sólo con una idea general sobre lo que tiene que escribir. El papel tibetano y el sobre se materializan ante él, y él solo tiene que juntar y darle forma a las ideas en su inglés y precipitarlas con la letra del Maestro. ¿Cuál puede ser el resultado? ¿Por qué su inglés, su “ética” y filosofía – al estilo Bawajian por doquier – ¡son un fraude, un transparente FRAUDE!, exclamarán las personas; y si alguno pudiera ver tal papel ante si o en su posesión después de haber sido formado, cuáles serían las consecuencias? Otro ejemplo – no puedo evitarlo, es tan sugestivo. Un hombre, ya fallecido, me imploró durante tres días que requiriera la ayuda de los Maestros en algún asunto financiero, porque caería en bancarrota y deshonraría a su familia, un asunto serio. Él me entregó una carta “para que se la enviara” al Maestro. Me dirigí al salón trasero, y él bajó las escaleras para esperar la respuesta. Para enviar una carta se usan dos o tres procesos: (1) Colocar el sobre sellado en mi frente y luego, advertirle al Maestro para que esté preparado para la comunicación, tener el contenido reflejado por mi cerebro, llevarlo a su percepción por la corriente formada por él. Esto si la carta está en un lenguaje que yo conozca; de lo contrario (2) abrir el sobre, leerlo físicamente con mis ojos sin siquiera entender las palabras, y que lo que mis ojos vean sea transportado a la percepción del Maestro y reflejado en ella en su propio lenguaje; luego asegurarse de que no se cometen errores, tengo que quemar la carta con una roca que poseo (los fósforos y el fuego común nunca servirían), y las cenizas atrapadas por la corriente, se vuelven más pequeñas que los átomos, se rematerializarían a cualquier distancia a donde se encuentre el Maestro. Bien, yo me coloqué la carta abierta en la frente, porque se encontraba en Bashya, del cual yo no conocía una sola palabra, y luego de que el Maestro se apoderó de su contenido se me ordenó quemarla y enviarla. Sucedió que tuve que dirigirme a mi habitación a tomar la “roca” de la gaveta en la que estaba guardada. En ese momento yo estaba lejos, y el corresponsal, impaciente y ansioso, se acercó sigilosamente a la puerta, entró al estudio, y no encontrándome allí, vio su propia carta sobre la mesa. Allí se horrorizó, me comentó luego; disgustado, y presto a cometer suicidio, porque estaba quebrado no sólo en fortuna, sino en todas sus esperanzas, su fe, las creencias de su corazón estaban trituradas y lo habían abandonado. Yo volví, quemé la carta, y una hora después, le dí la respuesta, también en Bashya. La leyó con ojos embotados y curiosos, pero pensando, como me dijo, que, si no había Maestros, yo era un Mahatma, hizo lo que [se] le requirió, y su fortuna y su honor fueron salvados. Tres días después se me acercó y me contó todo con sinceridad – no ocultaría sus dudas a causa de la gratitud, como otros lo harían – y fue recompensado. Por orden del Maestro le mostré cómo fue hecho y él lo comprendió. ¿Si no me hubiera dicho, y si sus negocios hubieran ido mal, a pesar de los consejos, no habría muerto creyéndome la impostora más grande de la Tierra? Y así continúa.
Es mi deseo de corazón alejarme por siempre de cualquier fenómeno, excepto mi comunicación mental y personal con los Maestros. No debo de tener nada más que ver con cualquier carta u ocurrencias de fenómenos. Esto lo juro, por los Sagrados Nombres de los Maestros, y debo hacer circular una carta a tal efecto. Por favor lee la presente a todos, incluso a Bawajee. Todo CONCLUIDO, y ahora, los teósofos que vengan y me pregunten que les diga esto y lo otro de los Maestros, que el Karma recaiga sobre SUS cabezas. SOY LIBRE. ¡El Maestro me ha prometido esta bendición!
Tuya, H. P. Blavatsky.
1. Muchas veces me equivoco y ahora soy castigada por ello, crucificada cada día y hora. ¡Levanten las piedras, teósofos, amables hermanas y hermanos, y lapídenme con ellas hasta la muerte por tratar de hacerlos felices con una palabra de los Maestros!
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