Vol. 137 - Número 11 - Agosto 2016 (en Castellano) |
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Intolerancia religiosa y violencia sectaria
Krista Umbjärv Secretaria de la Federación Europea de la ST. Charla pronunciada en la Convención internacional en Adyar el 2 de enero de 2016.
Hace unos pocos años tuve la ocasión de conocer a una persona que representaba a una de las religiones mundiales principales, en un congreso interreligioso. En aquella época, él había estado participando en estos congresos durante algunos años. En determinado momento, cuando vio que los participantes solo repetían las mismas cosas una y otra vez y que todo se hablaba en un nivel muy superficial, sugirió que tal vez habría modos mejores de pasar el tiempo. Tal vez parece un poco fuerte, dijo, pero cada uno está tratando de decirles a los demás que su religión es la mejor. De modo que si la gente con conocimientos y alguna experiencia actúa de esta manera cuando son invitados a representar a su religión en tales acontecimientos, entonces, esto lo hace a uno pensar. Al menos me hizo pensar a mí. ¿Por qué y cómo surge esa actitud? Por supuesto, está muy bien y es natural que sigamos el camino que nos parece mejor y que está en armonía con nuestras tendencias. Sin embargo, hay una dificultad que proviene del hecho de que, si seguimos un camino que creemos que es el mejor para nosotros, existe una tendencia a pensar que no solo es el mejor para nosotros, sino que también es mejor que todos los otros caminos. Ser diferentes o ver la vida desde otro ángulo no es un problema. El problema es la identificación. Si observamos la vida detenidamente, podemos ver que aunque el yo tenga la capacidad de identificarse con todo, hay sin embargo algunos aspectos con los que estamos más identificados. Curiosamente, los más evidentes al nivel físico son las distinciones mencionadas en el primer Objetivo de la Sociedad Teosófica (ST.) O quizás sea esa la razón del por qué estas distinciones se mencionan en el primer Objetivo. Se podría decir que existe sin duda, en diversos grados, identificación con la raza, credo, sexo, casta y color. Cuando estamos entre quienes son de nuestra raza, cultura, religión, etc., es más difícil ver el proceso de identificación. Se hace más evidente cuando estamos aparentemente enfrentados ante alguien que es diferente. Dije "aparentemente" enfrentados ante alguien porque en realidad no lo estamos. Pero psicológicamente así lo parece porque nos identificamos con nuestro propio credo, raza, etc. Es como si nuestra religión, cultura, nacionalidad, etc. se convierten en extensiones de nosotros mismos. Cuando alguien o algo, ya sea una persona, un objeto, incluso una idea, daña la noción propia de permanencia, las características negativas de la persona o el objeto son exageradas. Por ejemplo, cuando alguien no nos gusta tendemos a ver sólo los aspectos negativos de esta persona y desechamos las positivas. La exageración también se aplica cuando estamos apegados a alguien, pero en este caso sólo vemos las cualidades positivas de la persona y desechamos las negativas. Entonces, cuando alguien daña la noción propia de permanencia, la primera reacción, generalmente inconsciente y sutil, es el miedo; luego le seguirá la aversión y después de esto, el rechazo. Podemos observar que cuando hay un fuerte apego al yo, las cosas que nos rodean se perciben como una amenaza personal. Alguien dice algo no tan bueno de nuestra nacionalidad, cultura, religión, o incluso de la ST., y somos propensos a reaccionar negativamente, quizá no verbalmente, pero sí psicológicamente, en un nivel sutil. A menudo no es fácil distinguir la intención detrás de las acciones o palabras. Desde el exterior, las acciones o las palabras derivadas de un sentimiento de amenaza personal o de un auténtico sentido de responsabilidad podrían parecer lo mismo. La diferencia en la intención a menudo no es fácil de distinguir porque en ambos casos podemos sentir que hay un compromiso fuerte. Por ejemplo, alguien podría decir algo no tan bueno de la ST., y podríamos decidir que es necesaria una respuesta. ¿Respondemos debido a un profundo sentido de responsabilidad, como "una valiente declaración de principios" y personalmente estar desapegados al respecto, o respondemos porque estamos tan identificados con la organización que nos sentimos personalmente insultados y perjudicados? Uno podría preguntarse ¿por qué hablo de todo esto? Podría parecer, en el mejor de los casos, como alguna linda teoría. ¿Cómo resolver el problema?, porque debe haber algo práctico que podamos hacer. Y aun así, también es práctico, porque mientras consideramos nuestro camino, nuestra visión o interpretación de la teosofía, etc. - la lista es larga - mejor que la de los demás, mientras nos relacionemos con los que son diferentes a nosotros con recelo y rechazo, somos parte del problema. No tenemos que dañar a los demás físicamente, esto es sólo una manifestación exterior y extrema de la misma actitud interior. Mientras estas distinciones mencionadas en el primer objetivo de la ST persistan en nosotros, también estamos defendiendo todo el proceso de la intolerancia y la violencia. J. Krishnamurti describió lo mismo desde el punto de vista del egoísmo, dijo que somos egoístas o altruistas, incluso aquellos que son menos egoístas, todavía son egoístas. Y esto nos lleva a la compasión. ¿Puede haber una verdadera compasión cuando todavía hay incluso un poco de egoísmo o cuando se carece de imparcialidad o ecuanimidad? No ecuanimidad en el sentido de actuar de la misma manera hacia todos, sino la ecuanimidad como la que H. P. Blavatsky describió en su diagrama de meditación como "diferente en la actividad externa para cada uno, porque en cada uno la capacidad cambia. Mentalmente es la misma para todos” Si la compasión se basa en la amistad, la bondad y el afecto, su naturaleza no puede ser estable ni trascendental. La amistad y el afecto son muy importantes, y sin embargo, creo que la mayoría de nosotros, si no todos, hemos tenido la experiencia de que los amigos que tenemos un día dejaron de ser amigos y que la gente hacia la cual puede que no hayamos tenido simpatía, con en el tiempo, resultaron ser amigos buenos y confiables. ¿Cómo superar esta distinción entre amigos y la gente que no apreciamos mucho? En la Teosofía hablamos de unión y unidad. Decimos que la naturaleza interior de todos y cada uno es divina, que no hay ninguna distinción entre nosotros y los demás, porque todos somos parte del Espíritu. Y, sin embargo, hay otro tipo de unidad, un tipo que es más fácil de aceptar y darse cuenta en la vida diaria. Es el hecho de que estamos compartiendo la misma experiencia humana, el mismo dolor, el apego, la ansiedad, etcétera. No importa cuál sea la religión, la nacionalidad, el color o el sexo, la experiencia en su base es la misma para todo el mundo. Como dijo Shantideva: “Aunque las criaturas desean estar libres del sufrimiento, corren directamente hacia las causas de sufrimiento; y aunque desean la felicidad, por la ignorancia, la destruyen como un enemigo”. La mayoría de ustedes sabe que en noviembre, París, en donde yo vivo, sufrió varios ataques. Recuerdo haber visto las noticias con mis amigos y con el pasar de las horas, la escala de terror se hacía más y más evidente. Lo que siguió fue un debate público donde la política, la religión, etc., se trataron en detalle. Muchos expertos expresaron su opinión acerca de la situación y describieron lo que debía hacerse para evitar que tales atrocidades sucedieran de nuevo. Entre ellos se encontraba una señora que dirige una asociación que trabaja con jóvenes radicalizados. Le preguntaron: “¿Cuál es el método usado para traer a esa gente joven de vuelta a la sociedad?” La señora expresó que su organización había intentado diversos métodos, pero el único modo verdaderamente eficaz de ayudar a esta gente joven era intentar devolverles el sentido de que las otras personas también son seres humanos. Al parecer, todos los debates o razones religiosas con las que habían probado resultaron inútiles, porque estos jóvenes pensaban que sabían más, que tenían una comprensión más pura y eran superiores a los demás. Por esto, no ocasionaba ningún cambio lo que les dijeran. Ella dijo que la radicalización y la violencia ocurren porque hay deshumanización de otros, los otros se convierten únicamente en objetos sin sentido. Revertir el proceso significa lo contrario, evocar los buenos recuerdos de la infancia, traer de vuelta el sentimiento cálido de los lazos familiares y mostrar que las otras personas tienen sentimientos, que sufren; mostrar que son básicamente lo mismo a pesar de las diferencias de religión, cultura, etcétera. Finalmente, después de leer la carta del Mahachohan por primera vez, recuerdo sus palabras: "Para ser verdaderas, la religión y la filosofía deben ofrecer la solución a cada problema."
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