Vol. 137 - Número 10 - Julio 2016 (en Castellano) |
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. Los Vedas y los Upanishads
Bhupendra R. Vora Ex-Secretario General de la Sociedad Teosófica en África Central y Oriental, actualmente reside en Inglaterra.
Los Vedas son las primeras escrituras de la mente humana y se remontan a miles de años antes del comienzo de la era Cristiana. El Ṛg-veda y los otros tres – Atharva-veda, Sāma-veda y Yajur-veda son los antiguos himnos védicos. Tradicionalmente están considerados como el “conocimiento súper-humano, revelado por los sabios-videntes (ṛshi-s) en un estado elevado de conciencia”. Tratan sobre las primeras etapas de la Civilización del Valle Hindú y la tradición considera al gran sabio Vyâsa como el compilador de los Vedas.
La palabra “Veda” significa literalmente Sabiduría o Ciencia, pero técnicamente se le da ese significado a la más remota literatura de la antigua India. Refiriéndose a los Vedas, el gran filósofo Alemán Schopenhauer expresa:
El acceso a los Vedas es el privilegio más grande que este siglo puede proclamar sobre todos los siglos pasados. No existe en todo el mundo un estudio tan beneficioso y enaltecedor como el de los Upanishads. Ha sido el consuelo de mi vida y será el consuelo de mi muerte.
El Ṛg-veda, que es el más antiguo de los cuatro Vedas y es considerada la escritura más antigua del mundo, es un trabajo influyente y consta de diez libros (mandala-s) con 1.017 himnos abarcando un total de cerca de 10.600 estancias. Madame Blavatsky los ubica alrededor de 30.000 años antes de la era Cristiana (La Doctrina Secreta, Vol. 5, Sec. 40, p. 343). Tratan sobre la paz, la prosperidad y la liberación para un mundo mejor. Este Veda está dividido a su vez en cuatro grandes secciones llamadas: los samhitā-s, Brahmanas, Āranyakas y los Upanishads. Los primeros dos libros consisten principalmente en himnos, liturgias para ritos expiatorios y dan reglas de conducta generales. Los últimos dos libros, los Āranyakas y los Upanishads forman el Vedanta (el conocimiento final o la crema del conocimiento). Aranyakas significa habitantes de los bosques y forma el primero de las grandes enseñanzas que surgen del rechazo de la vida materialista por los ṛshi-s (los sabios) por medio de la práctica del estudio, la contemplación y la meditación, en el bosque. Preceden a los Upanishads y contienen la misma vasta y profunda metafísica. El Bhagavadgitā surge de los Āranyakas y de los Upanishads. Los eruditos, a menudo, simbolizan los Vedas como la vaca, los Upanishads como la leche y el Bhagavadgitā como la crema de la leche de la vaca. Haciendo sus observaciones sobre la filosofía Védica, el Profesor Monier-Williams afirma:
Un sistema que en algunos sentidos es casi idéntico al expresado por Spinoza y los pensadores más profundos de la Europa moderna. De hecho, si me disculpan el anacronismo, los hindúes fueron spinozas más de dos mil años antes de la existencia de Spinoza y de los Darwinianos… muchos siglos antes de que la doctrina de la evolución hubiera sido aceptada por los Huxleys de nuestro tiempo y antes de que cualquier palabra como Evolución existiera en cualquier lenguaje del mundo.
Dos sukta-s (himnos) muy significativos del Ṛg-veda son el nāsadiya sukta y el purusha sukta. Una traducción inglesa del nāsadiya sukta aparece el La Doctrina Secreta, Volumen 1, justo antes de comenzar las Estancias de la Evolución Cósmica. Es un sukta muy profundo y poético referente a la noche y el día de Brahma. Se lee del modo siguiente:
No existía Algo, ni existía Nada; el resplandeciente cielo no existía; ni la inmensa bóveda celeste se extendía en lo alto. ¿Qué cubría todo? ¿Qué lo cobijaba? ¿Qué lo ocultaba? ¿Era el abismo insondable en las aguas? No existía la muerte; pero nada había inmortal, no existían límites entre el día y la noche, sólo el Uno respiraba inanimado y por Sí, pues ningún otro que Él jamás había habido. Reinaban las tinieblas, y todo el principio estaba velado en obscuridad profunda – un océano de luz sin luz; el germen hasta entonces oculto en la envoltura hace brotar una naturaleza del férvido calor… ¿Quién conoce el secreto? ¿Quién lo ha revelado? ¿De dónde, de dónde ha surgido esta multiforme creación? Los Dioses mismos vinieron más tarde a la existencia. ¿Quién sabe de dónde vino esta gran creación? Aquello de donde toda esta creación inmensa ha procedido, bien que su voluntad haya creado, bien fuera muda, el más Elevado Vidente, en los más altos cielos, lo conoce, o quizás tampoco, ni aún Él lo sepa. Contemplando la Eternidad… Antes que fuesen echados los cimientos de la tierra, Tú eras. Y cuando la llama subterránea rompa su prisión y devore la forma, todavía serás Tú, como eras antes, sin sufrir cambio alguno cuando el tiempo no exista. ¡Oh, mente infinita, divina Eternidad!”
En una poética y profunda interpretación, el gran sabio que compuso esta sukta describe la manifestación de la vida después de la noche de Brahma y la inmanifestación cuando llega el final del período. Otra sukta significativo, la sukta purusha, es una notable descripción de la Realidad Una que impregna toda la manifestación y es eterna. Esta sukta es el corazón del Bhārata Samāja Puja que es practicado en el Templo Bhārata Samāja en Adyar cada mañana. En La Doctrina Secreta Madame Blavatsky discute el profundo significado de esta sukta como sigue:
Por esto mismo, en el purusha sukta del Ṛg-veda, fuente y origen de todas las religiones siguientes, se dice alegóricamente que el “kilocéfalo purusha” fue asesinado cuando la fundación del mundo, a fin que de sus restos se produjera el Universo. Éste no es ni más ni menos que la base, la semilla en verdad, del símbolo del sacrificio del Cordero, símbolo que se encuentra en múltiples formas en varias religiones posteriores, incluso en el Cristianismo. Esto no es ni más ni menos que un juego de palabras. En sánscrito, la palabra “aja” (purusha), con que se designa al eterno y “nonato” Espíritu, significa también “cordero”. Como quiera que el espíritu desaparece, o muere, metafóricamente hablando, al descender a la materia, de aquí la alegoría del sacrificio del “nonato” o del “cordero. (DS, VI, Sec. 43, El Misterio de Buda).
Teniendo también sus orígenes en el Ṛg-veda está el bien conocido Gāyatri Mantra que es una invocación al Dios Sol. Este mantra ha sido considerado muy favorable, puesto que se ha escrito sobre sus efectos durante miles de años y más. El Gāyatri Mantra es recitado cinco veces durante el Bhārata Samāja Puja o adoración de las congregaciones. El segundo libro, el Yajur-veda está subdividido en los Vedas śukla (blanco) y el kṛshna (negro). Ambos tratan sobre fórmulas de sacrificio. En primeros tiempos Védicos, el sacrificio era todavía un acto central de devoción sin restricciones. El tercer libro, el Sāma-veda es una colección puramente litúrgica. Gran parte está basado en el Ṛg-veda. Posee cerca de mil quinientos mantras ordenados para ser recitados en los sacrificios. El cuarto libro es el Atharva-veda. Ha sido considerado, por algunos, como el más importante después del Ṛg-veda, porque como él, es una colección histórica de contenidos independientes. Un espíritu diferente impregna a este Veda, que es el producto de un período posterior. Muchos eruditos consideran los himnos Védicos como meras alabanzas a los distintos dioses (devas), pero cuando se estudian teosóficamente se ve que revelan una visión del orden cósmico, en donde los distintos dioses se ven trabajando juntos, conectados unos a los otros y con los humanos en un todo armonioso, una solidaridad cósmica. Los ṛshi-s (sabios) de la antigua India fueron bastante pragmáticos en su enfoque de los problemas de la vida. Sus contemplaciones y deliberaciones abarcaron no sólo el mundo subjetivo sino también el mundo material objetivo. Los Vedas y los Upanishads proporcionan una visión holística de la vida en la que los aspectos subjetivos y objetivos de la existencia se consideran unidos. Ellos no solamente especulan sobre los niveles metafísicos de la conciencia sino que los relacionan con el mundo físico. Los sabios a quienes se les acredita haber dado esta sabiduría al mundo fueron capaces, por medio del estudio, la contemplación y la meditación, de penetrar los velos de māyā que separan al grosero mundo físico de las regiones más sutiles de la existencia. Por medio de sus agudas observaciones de la Naturaleza y sus profundas reflexiones de los conceptos metafísicos, fueron capaces de dar una visión holística del Hombre, de Dios y del Universo. Muchos de estos sabios permanecen en el anonimato porque estaban desprendidos de una naturaleza egocéntrica y no tenían deseos de inmortalizar sus nombres. Pero la sabiduría contenida en los Vedas y en los Upanishads es eterna. Fue tradición en la antigua India buscar un ser iluminado para adquirir sabiduría y muchos buscadores fueron a los ashrams (ermitas) de estos sabios con ese propósito. La tradición era que el aspirante o el que buscaba el conocimiento debía ir al ashram del sabio (usualmente en el bosque) cargando madera para el fuego del sabio. El significado simbólico desde el punto de vista exotérico era: “Te serviré de cualquier manera posible”. El significado más profundo y esotérico era: “Entrego mi personalidad (física, astral y mental) a tus pies para que puedas moldearme correctamente”. Los ṛshi-s enseñaron a sus discípulos la sabiduría antigua con ejemplos prácticos o con historias que contenían una moral para ser imitada. Con el transcurrir del tiempo, sin embargo, las enseñanzas de la filosofía Védica fueron corrompidas por el musgo de rituales y dogmas, y los significados más profundos se perdieron. Se les dejó a los verdaderos seres iluminados descifrar los misterios de estas escrituras inapreciables. El gran maestro Ādi-Śankarāchārya escribió unos comentarios, sobre los principales Upanishads, que están considerados como trabajos de mucha autoridad para cualquier verdadero investigador. Un concepto erróneo que se sostiene comúnmente es que las enseñanzas de estas escrituras antiguas no tienen relevancia para el consumismo moderno y esta era tecnológica. Pero los sabios que las escribieron fueron hombres prácticos que equilibraron los aspectos materiales y espirituales de la vida. Llevaron vidas como cabezas de familia y estuvieron conscientes de las necesidades materiales de los seres humanos. En los relatos que les trasmitieron a sus discípulos, habían mensajes relevantes para las necesidades de los hombres, con el propósito de producir un equilibrio en sus vidas. Por medio de sus enseñanzas, señalaron la inutilidad de la búsqueda de la felicidad sólo por medio de posesiones materiales. El Bṛahadārayaka-upanishad contiene profundos discursos del Sabio Yājñavalkya que son los equivalentes indios de los diálogos de Platón, pero quizás más antiguos. En un diálogo en particular se discute el tema de las posesiones materiales. El Sabio Yājñavalkya próximo a abandonar al mundo como ermitaño quiere hacer un arreglo final de sus bienes materiales entre sus dos esposas, Maitreyi “que conoce la voz de Brahman” y de Kātyāyani “que sólo conoce lo que todas las mujeres conocen”. “Maitreyi”, dice Yājñavalkya, “Me marcho ahora. Mira, deseo hacer un arreglo entre Kātyāyani y tú”. Pero Maitreyi, desdeñando las posesiones materiales y expresando su deseo de conocer al Eterno dice: “¿Qué debo hacer con lo que no puede ser inmortal? Dime mi Señor, qué sabes”. Y Yājñavalkya le habló sobre ātman: “Uno sólo puede entrar a la unidad (del Señor) más allá del mundo de la conciencia limitada que comprende la dualidad del observador y lo observado, del conocedor y lo conocido; éste es el significado de la inmortalidad”. Con esto vemos que, por un lado encontramos el deseo del individuo aterrorizado por la transitoriedad del mundo material que finalmente conduce a la muerte, y por el otro, los altos ideales de lo Eterno; son yuxtapuestos en forma de preguntas y de respuestas en el diálogo. El aspirante reza y pronuncia: “De lo irreal condúceme a lo Real. De la oscuridad condúceme a la Luz. De la muerte condúceme a la Inmortalidad”. La búsqueda humana es la paz, la prosperidad y la felicidad en la vida. De la misma manera hay una búsqueda interna por comprender el significado más profundo de la vida. Existe un hermoso relato en uno de los Upanishads que ilustra este mensaje: Una vez, los devas (los seres celestiales), los mānava-s (los hombres), y los asuras (los adversarios de los seres celestiales) se encontraron enfrentando los mismos tipos de problemas, encontrar la paz y la felicidad. Los devas poseían todas las comodidades a las que podían aspirar para llevar una vida placentera. Estaban libres de deseos, de la vejez y de la muerte, y aún así algo les faltaba en sus vidas y no eran felices. Al contrario de sus hermanos del cielo, los mānava-s, los hombres de la tierra, llevaban una vida dura. Tenían que trabajar arduamente en sus cultivos para asegurar su futuro. Por lo tanto, en ningún caso podrían separarse de la parte que habían ganado. Aún con toda esta riqueza que habían obtenido y almacenado, también estaban lejos de ser felices. No tenían paz o alegría en sus mentes. Los asuras, los demonios, le inspiraban temor a ambos, devas y mānava-s. Eran crueles y obtenían lo que querían por la fuerza. Mataban sin mostrar ninguna piedad. Pero los asuras también habían sido vencidos por un sentimiento de insatisfacción. A pesar de ser poderosos y temidos por todos, no eran felices. Todos ellos, los devas, los mānava-s y los asuras, decidieron ir donde su padre, el Creador, Brahma, en busca de su consejo para obtener paz y alegría. El Señor Brahma al escuchar su petición pronunció una sola sílaba, da. Los devas, los mānava-s y los asuras quedaron perplejos respecto al significado de esta sola sílaba. Retornaron a sus respectivos hogares examinando esta sílaba para descubrir su significado oculto. Finalmente, todos obtuvieron sus propios significados según sus propios modos de vida. Los devas interpretaron que da significaba dāmyata o moderación. Comprendieron que sólo apartando los placeres de los sentidos y ejercitando el auto-control podían alejarse de lo transitorio a lo Eterno. Y haciendo esto experimentaron una satisfacción que no conocían. Los mānava-s interpretaron que da quería decir dāna o caridad. Decidieron hacerse caritativos y compartir lo que poseían con otros, los hombres, las bestias y las aves, y entendieron el gozo de compartir, experimentando así una paz que no habían conocido. Los asuras interpretaron que da significaba daya o compasión. Comenzaron a practicar la compasión cuando se relacionaban con los demás y experimentaron una felicidad y una alegría que no conocían. El simbolismo de esta historia del Upanishad es obvio. Sólo por la práctica de las tres virtudes cardinales de auto-control (dāmyata), caridad (dāna) y compasión (daya) es que pueden alcanzarse la verdadera alegría y la verdadera paz. Que esta historia tiene relevancia en el estado actual de las cosas en el mundo es obvio. Existen cuatro mahāvākya-s o grandes frases (aforismos) que comunican la esencia de las enseñanzas Védicas. Son insondables en su significado y requieren una profunda contemplación.
1. prajñānm brahma: La Conciencia es Brahman (Aitareya-upanishad del Ṛg-veda). 2. tat tvam asi: Tú eres Eso. (Chāndogya-upanishad del Sāma-veda). 3. ayam ātma brahma: Este Ser es Brahman. (Māndukya-upanishad del Atharva-veda). 4. aham brahman asmi: Yo soy Brahman. (Bṛahadāranyaka-upanishad del Yajur-veda).
Los Vedas y los Upanishads contienen enseñanzas que son relevantes en todo momento.
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