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El Teósofo - Órgano Oficial del Presidente Internacional de la Sociedad Teosófica
Vol. 137 - Número 09 -  Junio 2016 (en Castellano)

 
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Auto responsabilidad

  

Tim Boyd

 

 

Muchas enseñanzas de la literatura teosófica hablan de la responsabilidad individual que tenemos para desarrollarnos. Está expresado de una forma muy hermosa en el librito El Idilio del Loto Blanco, de Mabel Collins. Es una historia corta, de un rico significado, al final de la cual se describen las “Tres Verdades”. Una de estas Verdades tiene que ver con el principio de auto responsabilidad: “Cada persona es su legislador absoluto, el dispensador de gloria o desgracia para sí mismo, el que decide su vida, su recompensa y su castigo”. Está expresado con claridad y coloca la carga del esfuerzo sobre cada uno de nosotros. Pretende contrarrestar la idea de que, de alguna manera, las distintas cosas y acontecimientos que se nos presentan en la vida están determinados por alguna fuerza o algún poder, o ser, externo a nosotros. Esa idea nos debilita, incluso en nuestro acercamiento a la Divinidad.

 

Cuando hablamos del principio de la Unicidad, la idea esencial es que no estamos desconectados ni separados del principio descrito como Dios, Lo Último, lo Divino, o cualquier término que prefiramos utilizar por nuestro temperamento. El proceso que nos lleva a buscar mentalmente alguna otra cosa que determine el curso y la dirección de nuestra vida es una idea errónea. Cada uno de nosotros tiene su responsabilidad. Y es mucho más importante cuando llegamos a una etapa en la que realmente somos conscientes de nosotros mismos. En realidad es sólo en ese momento cuando somos capaces de escoger genuinamente. Antes de eso, simplemente estamos reaccionando a las circunstancias que nos rodean en la vida y en la Naturaleza. Con la llegada de la concienciación, podemos realmente escoger por primera vez. Es la etapa en la que todos nos encontramos a nosotros mismos.

 

Uno de los hechos de nuestro ser es que encontramos en nuestro interior tendencias hacia la grandeza que surgen de la semilla divina plantada dentro de cada uno de nosotros. Tenemos esas tendencias, y cuando las vemos exhibidas en otros de nuestro entorno, respondemos a ellas. Cuando oímos las palabras, las enseñanzas y las historias de la vida de los Grandes Seres que han vivido entre nosotros, respondemos con todo el corazón. De forma similar, tenemos todas las tendencias “negativas” también en nuestro interior. Cuando miramos a alguien que tal vez no esté viviendo al máximo, se suele decir: “Si no fuera por la gracia de Dios, ahí estaría yo”. Necesitamos reconocer que cada uno de nosotros tiene tendencias y posibilidades de grandeza, pero al mismo tiempo tenemos tendencias que podrían alejarnos mucho de esa dirección.

 

Cuando hacemos un jardín, deseamos obtener frutos maravillosos o flores hermosas. Por más cuidado que tengamos, siempre encontraremos la presencia de plantas que no deseamos, las malas hierbas que, si se descuidan, crecerán y asfixiarán las plantas que deseamos recoger. Una parte importante del cultivo del jardín implica ir arrancando continuamente esas malas hierbas. Algunas personas se limitan a cortar la parte de la mala hierba que sobresale del suelo creyendo que la mala hierba ha desaparecido. Pero la raíz sigue allí debajo de la superficie. Claro que volverá a crecer y lo hará incluso con más fuerza. Algunas clases de malas hierbas se pueden arrancar de raíz, pero si queda el más pequeño fragmento de esa raíz en el suelo, esa planta volverá a salir. Dentro de nosotros hay un proceso de cultivo que es similar a la atención que se le presta al jardín, excepto que éste es el jardín de nuestro corazón y nuestra mente. Son muy pocas las personas que, a lo largo de sus numerosas vidas de auto disciplina y atención a estas cosas, estén totalmente fuera del alcance de las tentaciones que nos desvían del camino.

 

Hay semillas plantadas en el desierto en un ambiente en el que las condiciones no les ofrecen ninguna posibilidad de crecer. Algunas de esas semillas seguirán latentes hasta que aparezca la combinación exacta de las condiciones adecuadas. Puede que pasen años, pero cuando llegue la combinación adecuada de sol, lluvia y humedad, de repente aquella tierra yerma y sin vida se llenará de flores, porque se habrán dado las condiciones que permiten el crecimiento de las semillas.

 

En épocas anteriores, las condiciones que fomentaban todo tipo de conductas de distracción estaban reguladas por la influencia de las comunidades en las que vivíamos y las culturas que nos rodeaban. Cada cultura fomenta y desaprueba ciertos valores y comportamientos. A lo largo de la historia, esto ha llevado al florecimiento de un tipo de mente determinada en un lugar y de algo totalmente distinto en otro. Una de las condiciones de la vida de nuestro tiempo es que ahora estamos expuestos a toda una serie de influencias que habrían sido imposibles previamente. En las ciudades de todo el mundo se encuentran interactuando gente de culturas muy distintas, junto con sus tradiciones, costumbres e ideas, muchas veces de formas conflictivas y confusas. Más allá de la atmósfera física, todos compartimos la atmósfera del pensamiento.

 

Los pensamientos poderosos influyen sobre las personas allí donde se encuentren. Vemos ejemplos de ello en la historia de los inventos como el aeroplano. A los hermanos Wright en los Estados Unidos se les acredita ese invento porque el suyo fue el primer avión que despegó y permaneció en el aire. En los meses siguientes a ese hecho, en otras partes del mundo, los aviones empezaron a volar. Cuando yo estaba en el instituto, recuerdo haber leído sobre la teoría de que el cuerpo humano era incapaz de correr una milla en menos de cuatro minutos. Algunos atletas se habían acercado a los cuatro minutos, pero los mejores atletas del mundo no podían romper ese récord. Un día un hombre llamado Roger Bannister corrió la carrera de una milla en menos de cuatro minutos. Rompió una barrera que parecía imposible para la constitución humana. Al cabo de poco tiempo las millas en menos de cuatro minutos fueron lo normal para corredores de élite.

 

Nosotros tenemos la dificultad de que tendemos a no ser conscientes de nuestro entorno más amplio. Hay una expresión que dice: “Nadie sabe quién es el que descubrió por vez primera el agua. Lo que sabemos es que no fue un pez”. Estamos continuamente bañándonos en un océano de influencias mentales en todo momento. La idea de auto responsabilidad implica ser primero consciente y después responsable.

 

En nuestra época estamos expuestos a influencias que eran imposibles en épocas pasadas. El fenómeno global de Internet es una poderosa influencia. Cada año todas las secciones de la Sociedad Teosófica (ST) envían a Adyar un informe de sus actividades. Hace unos años, al escribir el informe de la Sección americana, comenté la influencia que tiene Internet y la manera en la que se ha convertido en un interés  importante de nuestros esfuerzos. Recuerdo que alguien me dijo: “Bueno, usted  es americano, y en América todo el mundo puede comprarse un ordenador. Por eso puede que Internet sea importante para su país, pero esta idea general de Internet no es algo para todo el mundo”. Al año siguiente, al escribir el informe, me di cuenta de que ahora están usando Internet un billón más de personas que el año anterior, y la mayoría son de países considerados tercermundistas. Entonces, este entorno global de influencias que traen mucho distraimiento, o incluso son negativas, van entrando en las casa de pequeños pueblos de Méjico, de ciudades importantes del Brasil, de la India y de EEUU. Nos guste o no, todo el mundo está expuesto a ello.

 

Las condiciones favorables para algunas de estas semillas que nos distraen de llevar una vida con propósito, se alimentan de formas variadas e invisibles y tal vez incluso contra nuestra voluntad. Una parte de auto responsabilidad es que hacemos elecciones sobre aquello a lo que estamos expuestos. Pero todo el mundo no funciona a ese nivel. Así que ahora vemos cosas horribles que están ocurriendo a nuestro alrededor.

 

En el mundo periodístico de los Estados Unidos hay un dicho que afirma “si sangra, atrae”. Es decir, si algo es sangriento y está relacionado con el sufrimiento, aparece en primera página, porque atrae la atención. La gente utilizará su dinero ganado con esfuerzo para comprar ese periódico y leerlo. Desarrollarán pensamientos e imágenes sobre esos sucesos trágicos y se enfadarán o tendrán miedo pensando en la mente de las personas que cometieron esos delitos. Los hechos positivos e inspiradores se retransmiten con menos frecuencia. Cuando se comete algún acto horrendo en algún país, un nuevo nivel de atrocidad que tal vez nadie había considerado previamente, al cabo de poco tiempo se repite lo mismo en otras partes del mundo. La exhibición que se está haciendo de un nivel muy bajo de pensamiento nos exige cierta responsabilidad cuando alimentamos nuestra mente. La expresión de que “eres lo que comes” no sólo se aplica a la comida, sino también a nuestros pensamientos y a los tipos de emociones que nos permitimos intensificar. Estamos continuamente alimentándonos a todos los niveles, pero no necesariamente de forma consciente.

 

Hacia el año 2050 se estima que un 80% de la población del planeta vivirá en ciudades. Claramente hay temas con los que tendremos que enfrentarnos a nivel material y también espiritual, respecto a ese tipo de concentración. En las Cartas de los Maestros leemos la expresión que dice que cada persona está continuamente “poblando (su) corriente en el espacio” con la progenie de sus pensamientos. En cada momento estamos mandando nuestra influencia al océano compartido del pensamiento. Podríamos preguntar ¿cuáles son las influencias que se están reforzando en esos crecientes centros urbanos?

 

Probablemente la más importante de las Cartas de los Maestros sea la llamada “Carta del Mahachohan”. Una frase crucial de esa carta es la que dice que el esquema universal de la vida humana se ha convertido en “la lucha por la vida”. En todas partes la gente lucha por la vida que cree que debería estar viviendo. La calidad del pensamiento que fluye de tantas personas está teñida de frustración, de ira, e incluso de desespero por estar tan lejos de las necesidades más básicas, además de muy potentes deseos consumistas. Ésta es la atmósfera del pensamiento que se está concentrando en esos lugares donde vive ahora la mayor parte de la población mundial.

 

Esta característica de la vida contemporánea define un trabajo y proporciona una oportunidad para quienes seamos lo suficientemente conscientes. Existe una influencia que debe ser contrarrestada. La auto responsabilidad, si se ejerce adecuadamente, empieza por decidir ponernos en contacto con ciertos pensamientos. La teosofía promociona una cierta cultura de la mente que conduce a la grandeza del pensar. Cuando eso se transmite al comportamiento real que exhibimos en nuestra vida, entonces tiene un mayor alcance. Lo superior siempre supera a lo inferior.

 

Para muchos existe la idea predominante de que el verdadero cambio en el mundo es difícil o imposible. Incluso los practicantes espirituales pueden encontrarse paralizados y preguntar “¿Qué puedo hacer?”. Las fuerzas que están ahí fuera y que se oponen a estos cambios ascendentes son tan enormes, la ignorancia que nos rodea es tan profunda, ¿qué puedo hacer yo como una persona pequeñita en un grupo pequeñito? La Sociedad Teosófica mundial tiene unos 26.500 miembros. En un planeta con más de siete billones de personas, dicen  que ése es un número muy pequeño. Por otra parte, J. Krishnamurti, un hombre que, a todos los efectos, había situado su conciencia a un nivel muy superior, comentó una vez que conque sólo hubiera diez personas en el mundo que compartieran su mismo nivel de conciencia, el mundo quedaría transformado. ¡Imaginad lo que podrían hacer 26.500!

 

La razón de la insistencia en la aplicación de estos principios es que, por sí mismo, el conocimiento no es suficiente. Es solamente cuando estos principios se activan dentro de nosotros que la transformación a nivel personal, y la transformación de la humanidad, resulta posible. En una habitación oscura, el hecho de disipar la oscuridad no es algo que se consiga con un gran esfuerzo o con un acto de la voluntad, sino encendiendo una luz. En presencia de la luz no hace falta ningún esfuerzo para disipar la oscuridad. Nuestros esfuerzos tienen que ir dirigidos a eliminar las barreras internas contra esa luz.

 

La iluminación que es posible a través de una concienciación que nos dirija hacia las opciones adecuadas para nuestro desarrollo es lo que se encuentra detrás del principio de auto responsabilidad. En nuestra vida personal decidimos opciones a cada momento. Elegimos aferrarnos y cobijar pensamientos de resentimiento hacia otros por cosas que nos han hecho. En algún momento de la vida a todo el mundo se le ha hecho algo, pero no todo el mundo lo conserva durante toda la vida.

 

El hecho de que nos hayan herido, faltado al respeto o menospreciado no es algo que debería distraer nuestra mente ni mantenerla esclavizada. Hay una expresión sobre el perdón: “La falta de disposición para el perdón es como un veneno que tomamos nosotros esperando que perjudique a la otra persona”. Pero simplemente eso no funciona. Ésta es una parte de la concienciación que puede alentar un sentido más profundo de auto responsabilidad dentro de todos nosotros.

 

Preguntas y Respuestas.

P. 1: Aunque hayamos seguido el proceso para liberarnos de los sentimientos de ofensa y hayamos perdonado a la otra persona, ¿cuál es el beneficio si la otra persona no experimenta ningún cambio?

 

R. 1: Tal vez ésa no sea la pregunta correcta. El proceso del perdón no se hace por la otra persona. La idea es que cada sentimiento de resentimiento o de ofensa que llevamos con nosotros es como una piedra que nos ponemos en el bolsillo. Si llevamos las suficientes piedras, llegará el momento en que no podremos movernos. El perdón genuino es sobre nosotros mismos. Independientemente de lo que podemos tratar de hacer a los demás, yo no puedo controlar el estado interno de su mente. Hay grandes personas que han sido encarceladas, incluso torturadas durante años, en un intento por obligarlas a cambiar o a alejarse de sus convicciones internas. Muchos han muerto sin cambiar sus convicciones, independientemente del nivel de maltrato.

 

No podemos forzar el comportamiento ni el pensamiento de otro; lo que podemos hacer es desaferrarnos de nuestro apego con algún incidente que nos haya causado dolor. Muchas veces creemos habernos liberado de un sentimiento de ofensa, pero cuando vemos a la otra persona y nos volvemos a sentir maltratados, surge el mismo sentimiento. Y nos hacemos la pregunta: “¿Por qué tengo que hacer el esfuerzo de perdonar cuando la otra persona va a seguir maltratándome?” Pero auto responsabilidad significa que asumimos la responsabilidad de cultivar nuestro propio entorno interno. Igual que haría un buen jardinero, intentamos proteger nuestro jardín de las influencias dañinas. Y si hacemos eso, el jardín va creciendo.

 

A medida que se refuerza nuestra práctica, vamos encontrando y conectando con otras personas que están implicadas en el mismo proceso. Una de las características de cualquier cambio importante en el mundo es que sólo se ha producido como resultado de unos cuantos individuos interesados y comprometidos. El Movimiento Teosófico de 1875 fue básicamente gracias a Blavatsky, Olcott y pocos más. Cuando somos capaces de conectarnos con los potenciales más profundos de nuestro ser, el poder generado desde esos niveles supera con mucho las fuerzas externas. Nuestro trabajo consiste en dejar el paso suficientemente claro para que esos potenciales se puedan expresar a través nuestro. El hecho de arrastrar resentimientos, iras, odios, temores etc, interfiere con esa libre corriente.

 

(Preguntas inaudibles a partir de este momento)

 

R. 2.: Todo lo que hacemos alimenta la atmósfera común que compartimos. Queremos limitar nuestros efectos nocivos y aumentar nuestros efectos positivos, pero al mismo tiempo hemos de reconocer que en la condición subdesarrollada en la que nos encontramos la mayoría, nuestros pensamientos no tienen mucha fuerza. Los resentimientos mezquinos a los que nos aferramos se vierten en la atmósfera compartida y cambian muy ligeramente la consistencia de ese medio. A nivel puramente personal, nuestros pensamientos, frustraciones, irritaciones, gustos y aversiones afectan poco. Lo que es muy poderoso es cuando seis o siete billones de personas actúan de esa misma manera. Cada pequeña gota cargada de una emoción se une a las otras creando una inundación poderosa que nos afecta a todos. Y es aquí donde hemos de reconocer nuestra contribución y hacer lo que sea necesario para mejorarlo. No tendremos siempre un éxito inmediato. De hecho, el éxito raramente será inmediato -que es la razón por la que asumimos el principio de auto responsabilidad con una visión a largo plazo.

 

Una de las cosas bellas que tienen las enseñanzas teosóficas es que no están enfocadas solamente en el breve espacio de una vida. La perspectiva es que este ciclo de nacimiento, vida y muerte se ha repetido muchas veces y que en el curso de esas repeticiones nos ha permitido desarrollar ciertas capacidades. Así pues, si empezamos en este momento, en cuanto termine nuestra vida probablemente no estaremos iluminados, pero habremos tenido unas experiencias espirituales significativas y habremos desarrollado cualidades sobre las que podremos construir en vidas futuras. Ningún acto que hagamos será insignificante. No hay ningún rumbo que nos fijemos que no vaya a tener unos resultados definidos, o bien ahora o en alguna vida futura, pero tendrá resultados ahora porque, igual que la irritación penetra en la atmósfera compartida, también lo hace el positivismo.

 

R. 3: Una de las condiciones de la familia humana es que todos estamos funcionando a distintos niveles. Se parece mucho a una escuela en la que se encuentran múltiples niveles de actividad y comprensión. Unos pocos hacen de profesores de todos ellos. El interés de un estudiante universitario que hace un curso de astrofísica sería distinto al del niño que aprende a leer y escribir. En un momento dado ese niño ascenderá o incluso superará el estado del estudiante universitario, pero ahora mismo es un desarrollo desigual el que encontramos en la familia humana. No es realista esperar que nosotros, estudiantes jóvenes de la escuela de la vida, nos comportemos a los niveles superiores. Ciertos niveles de comprensión se hallan en un futuro que, para la mayoría de nosotros, se encuentra distante de este momento. Por esto, en parte, era tan urgente reintroducir las enseñanzas teosóficas en el mundo.

 

R.4:- P: El que hizo la pregunta utilizó la analogía de un puente al hablar del “sendero”. Está en la naturaleza del ser humano que haya un puente, una conciencia unificadora, entre el mundo espiritual y el material. El problema para nosotros es que, para cruzar ese puente desde nuestra conciencia normal con un enfoque material hasta nuestras potenciales espirituales más profundas, hay que pagar un peaje. No vais a cruzar sólo porque queréis ir de picnic al otro lado. Algunas personas desean vagamente estar más centradas o ser espirituales, pero sienten que el peaje es demasiado alto; simplemente no están dispuestas a pagar el precio, o su necesidad no es suficientemente fuerte. Las experiencias del lado material todavía parecen suficientes. Antes o después le llega necesariamente a cada uno el momento en que las satisfacciones de la vida material ya no son suficientes. Cuando llega ese momento, necesitamos hacer el viaje. Siguiendo con la analogía del puente, es en ese momento cuando ahorramos nuestro dinero y nuestras energías y no las disipamos. Concentramos nuestras energías y ejercitamos nuestra voluntad para poder pagar el peaje.

 

En la Biblia, muchas de las enseñanzas más profundas que nos dio Jesús se enseñaron en parábolas. Les decía a sus discípulos que las cosas que el enseñaba a los demás las daba en parábolas pero a los más cercanos les hablaba abiertamente. Una de las parábolas que dio era la del hombre que comerciaba con joyas. En un momento dado encontró una joya muy preciosa “una perla de gran precio”. Como tenía mucho entreno, era consciente del valor de lo que había encontrado. Y su respuesta fue coger todas las otras joyas que había acumulado y venderlas para poder comprar aquella joya tan valiosa, esa semilla divina que encontramos plantada dentro de nosotros. Cuando somos conscientes de ella y reconocemos su valor, entonces actuamos en consecuencia. Hasta entonces, habrá muchas otras cosas de menos valor que nos captarán la atención.

 

 

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