Vol. 137 - Número 04 - Enero 2016 (en Castellano) |
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Discurso Presidencial
Tim Boyd (Convención Anual Nº 140 de la Sociedad Teosófica. Adyar, 31 de Diciembre de 2015).
Queridos Hermanos, bienvenidos a la Convención Nº 140 de la Sociedad Teosófica, después de un difícil período de emergencias relacionadas con el clima y experimentadas de una u otra forma por casi todos en este pasado reciente. Ofrezcamos juntos un momento de silencio en memoria de quienes han perdido la vida en estas tragedias, deseándoles un traspaso en paz, también dando gracias porque los daños que otros han sufrido no hayan sido peores y esperando volver a la normalidad en general lo antes posible, sobre todo quienes se han visto gravemente afectados. Por favor levantaos para la invocación a los Grandes Seres que protegen a la Sociedad con su energía y fuerza:
Que Aquéllos que son la representación del Amor Inmortal bendigan con su ayuda y guía a esta Sociedad, fundada para ser un canal de su Obra. Que Ellos la inspiren con Su Sabiduría, la refuercen con Su Poder y le den energía con Su Actividad.
Me complace mucho inaugurar esta Convención Anual Nº 140 de la ST.
Poco hace falta decir sobre lo apropiado del tema de la convención de este año: “La Compasión y la Responsabilidad Universal”. Parece ir creciendo la percepción de que nuestro mundo -la red de relaciones que hemos ido creando- es cada vez menos amoroso, más brutal e insensible. Ciertamente ésta es la reacción que tenemos a través de los medios de comunicación. Tanto si esta percepción es verdadera como si no, está afectando la visión y la respuesta de la gente de todo el mundo y dentro de nuestra Sociedad Teosófica.
Durante la historia de la ST hemos visto grandes cambios en las estructuras de la sociedad y en el conocimiento que fundamenta esas estructuras. El mundo ha cambiado profundamente desde los días de la fundación de la ST. La larga lista de cambios globales durante los últimos 140 años incluye el colonialismo, los derechos humanos y civiles, la independencia nacional, las guerras mundiales, los avances tecnológicos masivos, la amenaza nuclear, las depresiones económicas, las migraciones humanas a gran escala y los desafíos ecológicos. Ante esos desafíos mucha gente se siente paralizada por una sensación de impotencia y de insignificancia. Otros se sienten con más energía y buscan maneras de hacer sentir su presencia. Y también hay quienes se encuentran buscando algún puerto seguro, lejos del ataque del mundo de su entorno. Para muchos la vida del buscador espiritual parece proporcionar ese lugar escondido de los problemas del mundo. Esta no es, no puede ser y nunca ha sido la opción de los miembros de la ST.
Aunque una gran parte de los cambios del mundo se esté revelando de maneras visibles y tangibles, la raíz siempre está oculta, fuera de la vista y más allá del alcance de los intentos superficiales de “arreglar” los problemas. El nivel de las causas es necesariamente invisible. Solamente a ese nivel encontramos nuestro trabajo.
Una de las verdades predominantes que ha quedado clara en todas las disciplinas es el hecho de la interdependencia radical, no solamente con la gente del mundo sino con toda la vida. La ciencia social, la psicología, la economía, la física quántica, la biología, la ecología y el sentido común normal están ahora magnificando esa realización de que todas las cosas están inextricablemente interrelacionadas y se están continuamente afectando las unas a las otras. Desde la perspectiva humana, nuestra herramienta más potente en este mundo de efectos es el pensamiento. Una mente que sea capaz de vincularse con su potencialidad oculta superior afectará de forma poderosa a su entorno. Tenemos ejemplos conocidos en personas como Mahatma Gandhi, Martin Luther King, la Madre Teresa, su Santidad el Dalai Lama y muchas otras personas entregadas, dotadas de una mente poderosa, que son menos conocidas.
La situación del mundo actual deriva en gran parte de lo que H.P. Blavatsky describía como “la herejía de la separatividad”, la convicción de que la realidad está compuesta de átomos, seres o mundos incontables, separados y aislados. Hay una expresión que dice “no sólo debes aprender la verdad; has de sufrirla”. Si nuestra experiencia de la Sabiduría Perenne nos revela algo es que la conciencia es la base de la realidad. Ya sean las limitaciones de la visión estricta del mundo material o la expansión de alguna percepción superior, todo surge esencialmente de la conciencia.
Esta realización es liberadora y nos da la dirección de nuestro trabajo en el mundo. El tema de la Convención de este año parece enfocarse en dos cosas, la compasión y la responsabilidad, pero la distinción es sólo aparente. Las dos son inseparables. La compasión necesita la responsabilidad. La responsabilidad asume la compasión. Ambas son la expresión natural de una mente que tiene alguna experiencia profunda de una realidad no separada. Nuestro trabajo no consiste en que seamos cada vez más compasivos, sino en eliminar las barreras de la expresión totalmente espontánea y siempre presente de nuestra naturaleza, que es compasiva.
Antes de hablar de los informes de la actividad individual, el número total de miembros de la Sociedad Teosófica, basado en la información recibida hasta ahora, es de 25.933 miembros, una pérdida de un dos por ciento respecto a los 26.497 del año pasado.
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