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El Teósofo - Órgano Oficial del Presidente Internacional de la Sociedad Teosófica
Vol. 137 - Número 03-  Diciembre 2015 (en Castellano)

 
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Sintonizándonos con nuestro mundo

 

DIANA DUNNINGHAM CHAPOTIN

Ex-secretaria Internacional de la Orden Teosófica de Servicio.

Conferencia ofrecida en la Convención internacional, Adyar, diciembre 2014

 

 

El tema elegido para esta Convención internacional, “Teosofía en un mundo cambiante” podría haber sido ¡“Teosofía en un mundo radical y enfermizamente cambiante”! Después de todo, los seres humanos se han convertido en una fuerza geológica en el planeta. El envenenamiento de nuestra tierra es actualmente sistémico. Al alterar el delicado equilibrio de la naturaleza, el planeta se ha ubicado en dirección hacia la desolación.

 

Cuando era Secretaria Internacional de la Orden Teosófica de Servicio (OTS), a veces la gente me preguntaba si me sentía sobrepasada por el estado del mundo, la violencia, el materialismo, los efectos de la sobrepoblación, la urbanización, las granjas industriales y todo eso. Algunos miembros incluso me preguntaban si yo pensaba que habíamos pasado un punto sin retorno. Esta pregunta parecía comprensible y razonable.

 

Me gustaría hablar aquí sobre un consejo muy simple que recibí y me ayudó en mi participación en los esfuerzos de la OTS para dar forma al cambio en nuestro mundo en un sentido positivo, constructivo y con modos orientados espiritualmente.

 

Cuando me hice cargo del trabajo de la OTS en el nivel internacional, estaba llena de energía y entusiasmo. Cuando eres un teósofo relativamente joven y observas la explotación y el abuso a tu alrededor, quieres salir y empujar al mundo en la dirección correcta a la luz de la teosofía ¡Te imaginas que debería llevarte cerca de un año y medio limpiar los peores problemas y otros cinco o seis para tener al planeta libre del resto!

 

Lo primero que hice fue decirle a mis compañeros lo que todos debíamos hacer: “Hagamos esto, hagamos aquello, yo haré esto, por qué ustedes no hacen aquello”, y así. Mis brazos se movían frenéticamente en todas direcciones, yo quedé instantáneamente en un estado de “ocupacioneidad”, como diría nuestro Presidente Tim Boyd.

 

En mi estado de “ocupacioneidad” durante todos esos años, no hubo mucha respuesta de mis compañeros a todas mis sugerencias para dinamizar el trabajo de la OTS y modelar el cambio en nuestro mundo. Ellos permanecían pasivos. Ahora bien, si la secretaria organizadora no inspira a los miembros a participar, algo está mal. Es decir, toda la razón de la existencia de la OTS es ayudar a los teósofos en su servicio como práctica espiritual. La OTS no pretende servir como una distracción al trabajo principal de difundir las enseñanzas de la teosofía, sino ayudar a difundir estas enseñanzas mostrando la luz que vierten en temas de interés social, en problemas prácticos de los seres humanos. Y si los miembros no responden, entonces algo está mal.

 

Sólo escucha

Mencioné esta falta de respuesta al Sr. Vicente Hao Chin (h), que fue Secretario General de la Sociedad Teosófica en Filipinas durante varios años. Él sugirió que yo simplemente podría estar abrumando a la gente. “Intenta sólo escuchar a los miembros, Diana”, me dijo, “Solo escúchalos”. Bien, el consejo de Vic no parece algo muy revolucionario, ¿no es así? y muchas cosas buenas ocurrieron cuando comencé a escuchar.

 

Casi inmediatamente descubrí los increíbles talentos ocultos de mis compañeros teósofos. Siempre pensé que éramos principalmente un grupo intelectual, enclaustrados en bibliotecas, oficinas y salas de conferencias de nuestras ramas de la Sociedad Teosófica y en los edificios de nuestras oficinas centrales, enorgulleciéndonos porque hacíamos un trabajo “espiritual” superior. Descubrí que la mayoría de los miembros estaban de hecho comprometidos en toda clase de servicios en la comunidad como parte de su práctica espiritual. Aprendí que la ST no solo tiene un pasado distinguido en términos de servicio sino también un distinguido presente. Hay miembros allí afuera que inyectan ideas teosóficas en la educación de los niños, toma de decisiones en la vida cívica, sesiones de resolución de conflictos en áreas desgarradas por la guerra y otras similares.

 

El consejo de Hao Chin de sólo escuchar, me enseñó que en lugar de decirles a los miembros qué deberían estar haciendo, la OTS simplemente necesitaba escuchar sus preocupaciones sobre el planeta y ayudar a transformarlos en campañas y proyectos prácticos en áreas en las que se sentían apasionados. Al reconocer y alimentar su trabajo de servicio, en lugar de decirles qué hacer, las cosas fueron menos estresantes para mí, más agradables para ellos y más productivas en llevar la teosofía hacia nuestro mundo cambiante.

 

 

Escuchar a un nivel más profundo

Pero hubo otras formas de escuchar que Vic me alentó a intentar. No solo escuchar a los miembros, sino escuchar a través del corazón de los seres humanos que sufren. En Francia, donde vivo, hay gente sin hogar mendigando en las calles, incluyendo un pequeño grupo de alcohólicos. Aprendí que no era suficiente con solo mirarlos a los ojos, sonreír y reconocer su existencia. También era necesario abrirse al dolor de su hambre, de sus agrietadas y heladas manos, de su absoluta soledad. Era necesario permitirnos tomar conciencia directamente dentro del corazón.

 

Escuchar desde el corazón el dolor de los angustiados causa espontáneamente la búsqueda de respuestas en la mente. Derriba barreras de preconceptos y prejuicios, y nos lleva a explorar las causas sociales, económicas y políticas de la miseria. Revela la complejidad y la interrelación de las cuestiones que afligen a nuestro planeta. Aprendemos a ver los informes de los medios como lo que generalmente son: reportes superficiales escritos con rapidez con la intención de estremecer al cuerpo astral y levantar los ratings de lectura o televisión. Aprendemos a ver a través de las descaradamente impracticables soluciones que los políticos proponen con frecuencia. Somos atraídos a foros públicos y asociaciones donde los trabajadores sociales, personal médico y otros que actúan a nivel de base pueden indicar las únicas medidas que tienen la posibilidad de resolver problemas complejos a largo plazo. Cuando realmente sintonizamos, somos atraídos hacia aquellos que hacen el trabajo de la reforma social, como aquellos en el frente de acción para proteger el medio ambiente. Descubrimos sabios activistas que muestran, por lo que son, el vínculo indisoluble entre la transformación individual y la social.

 

Ampliar y profundizar nuestra escucha nos permite tener un sentido más preciso del estado de nuestro mundo cambiante y sintonizar los proyectos que desarrollamos para cambios a largo plazo.

 

Ya mencioné la forma en que estamos influenciados y somos manipulados por los medios de comunicación, que estimulan constantemente el costado lascivo de nuestra naturaleza para captar nuestra atención y elevar los ratings. Tomen todos los reportes de los medios sobre actos terroristas. En EEUU el temor al terrorismo como es mostrado por los medios ha causado seis veces más muertes que el terrorismo en sí mismo. En los últimos trece años, treinta ciudadanos norteamericanos murieron por verdaderos actos terroristas. Es una horrible cantidad. Sin embargo, en el mismo período, 1500 norteamericanos murieron en accidentes de tránsito, porque eligieron conducir de una ciudad a otra en lugar de tomar un avión por miedo a un ataque terrorista.

 

Motivos para tener esperanza

Como los medios llevan, casi instantáneamente, a nuestros hogares reportes de actos de gran violencia cometidos del otro lado del globo, tenemos la impresión de que el mundo se está convirtiendo en un lugar cada vez más peligroso para vivir. De hecho, la violencia individual y colectiva ha ido decreciendo en los últimos mil años. La cantidad de guerras y el número de muertos  por la guerra en el mundo, ha ido disminuyendo durante varios siglos en proporción a la población de la tierra. Hay que ser muy cuidadoso con las estadísticas en general, y con estadísticas de fuentes secundarias como éstas (del libro Altruismo: El Poder de la Compasión para Cambiarse a Uno Mismo y al Mundo de Matthieu Ricard), pero se puede decir con seguridad que los ciudadanos de hoy tienen menos riesgo de ser asesinados o de sufrir violencia que un siglo atrás y mucho menos riesgo que hace mil años.

 

Los medios suelen no mencionar las cosas realmente positivas que ocurren. La cantidad de grupos caritativos dentro de EEUU se ha duplicado desde el año 2000, estando el total cerca de un millón. Existen alrededor de 40.000 Organizaciones no Gubernamentales (ONG) internacionales en el mundo y un número mucho mayor de ONGs nacionales. En Rusia hay alrededor de 280.000 ONGs, ¡India cuenta con más de tres millones! La mayoría de ellas están centradas en trabajo humanitario. Nuevamente, es difícil mantener cifras actualizadas sobre todo esto, pero es claro que hay un tremendo crecimiento de interés y participación ciudadana para revertir la dirección en la cual está avanzando nuestro planeta.

 

Todos los pedidos que circulan por Internet aumentan la atención entre millones y muchos de ellos alcanzan aún más que eso cuando son respaldados por  acciones en el mundo real. La organización sin fines de lucro Avaaz por ejemplo, organiza esfuerzos globales de prensa y de presión junto con sus pedidos online.

 

El Sr. Hao Chin, a quien ya mencioné, me hizo pensar sobre otra forma de escuchar que es importante emprender si queremos lograr un cambio en el mundo y que es escucharnos a nosotros mismos. Realmente, sintonizarnos a nosotros es posiblemente la tarea más difícil de todas.

 

El mayor desafío

Para ser un servidor efectivo en este mundo cambiante, debemos entrenarnos para mirar directamente a nuestras propias emociones, resistencias y compulsiones. Necesitamos admitir los sentimientos naturales de ansiedad, indignación, incomodidad, agotamiento, impaciencia, decepción, etc. Una vez que hemos reconocido esta impaciencia, decepción y estrés, es fácil caer en la trampa de gruñirnos a nosotros mismos o recriminarnos: “debo ser más paciente”, “debo dejar de estar estresado e irritable”, “debo ser más amoroso”, etc. A veces pienso que realmente lo que hace todo esto es generar sentimientos de culpa y de falta de méritos. Recriminarnos, exhortarnos moralmente, no hace desaparecer estos sentimientos. De hecho la impaciencia, la incomodidad, el agotamiento, la ira, son en realidad meros síntomas de algo más profundo, sospecho yo. Esto más profundo es miedo subconsciente, miedo que debilita nuestra energía para la acción constructiva.

 

Mirando nuestras emociones podemos encontrar miedo a la pérdida de control, a la falta de poder, a la vulnerabilidad. Encontramos miedo a estar sobrepasados, a que se nos rompa el corazón, por último podemos encontrar miedo a la extinción. Al escuchar a este nivel, al estar concientes de estos temores, la energía puede fluir con mayor libertad para proteger al planeta como el precioso teatro de la evolución que es. Escuchar nuestros miedos más profundos es trabajo espiritual.

 

Ahora observemos brevemente a solo uno o dos de estos miedos subconscientes que bloquean o debilitan nuestra energía para una acción constructiva ¿Qué ocurre con nuestro miedo a perder el control? Este es un pequeño ejemplo de mi propia vida.

 

Miedo a perder el control

En los años 90’, cuando Francia aún probaba bombas nucleares bajo el lecho del mar en Mururoa Atoll en el Pacífico Sur, tan lejos de nuestras costas como podían, me uní a la campaña de Greenpeace para que el Presidente Jacques Chirac renunciara a su ronda final de pruebas. Distribuí cientos de volantes en las calles de París, escribí a políticos y participé en marchas. Con el transcurrir de semanas de trabajo, me convencí a mí misma de que el Presidente Chirac renunciaría a su ronda de pruebas. Creía absolutamente que lo persuadiríamos. Entonces una tarde escuché en la radio que la primera bomba de la nueva ronda de pruebas se había puesto en camino. Yo estaba estupefacta. Me quedé junto a la radio, clavada en el lugar. De repente la rabia apareció en mí. No había experimentado rabia antes. Mi corazón comenzó a palpitar, mis mejillas ardían y me encontré de pie mirando hacia abajo.

 

Estaba tan impactada por la fuerza de esta rabia que no podía simplemente gruñirme a mí misma o predicarme sobre la calma espiritual, sobre el desapego a los frutos de la acción y todo eso. Estaba obligada a mirar dentro. Estuve, aún clavada en el lugar, y realmente escuchaba lo que estaba ocurriendo en el interior. Encontré que lo que yacía detrás de la rabia verdaderamente no era solo justa indignación. Lo que la había alimentado era el simple descubrimiento de que estaba en un mundo sobre el que no tenía control, un mundo de cierta crueldad sobre la cual no podía ejercer control. Y eso era realmente aterrador. Estoy segura que la mayoría de ustedes han descubierto esto a una edad más temprana que la que yo tenía en ese momento.

 

Cuando reconocí este temor, mi pensamiento fluyó espontáneamente hacia la tremenda falta de poder que la gente debe sentir cuando un conductor temerario asesina a vuestro hijo, la impotencia que deben sentir cuando encuentran que su amado ha desarrollado una grave enfermedad, la vulnerabilidad que sienten cuando devienen dependientes de las personas, a veces de gente poco amable, cuando son ancianos o están enfermos. Cuando mi corazón hizo la conexión entre mis sentimientos de pérdida de control y las incontables situaciones en las que otras personas se encuentran impotentes, indefensas y vulnerables, la rabia en mí retrocedió como la marea en la costa y volvió como una serena ola de compasión. Comprendí entonces qué vida protegida había tenido y, cuán enorme e inmensamente otros necesitan y merecen ayuda.

 

Hay unas pocas cosas aterradoras tendidas debajo de la superficie de nuestro yo servicial. Cuando nos comprometemos en el servicio para aliviar el sufrimiento, el miedo a sufrir, a encontrarnos sobrepasados y ahogados en la tristeza por lo que vemos a nuestro alrededor, puede minar nuestra energía y disposición. Esto puede significar que somos como las ostras que se abren con tanto dolor y luego se cierran con un chasquido. Ayudamos las tardes de los lunes y los jueves y entonces volvemos a casa y cerramos nuestras puertas con un suspiro de alivio. Cuando estamos en la calle, podemos evitar la mirada de los mendigos. Huimos de las fotos del abuso de los animales. Hay miles de personas que necesitan nuestro cuidado y atención, millones de animales que son maltratados, bosques que son devastados. Todo esto nos sobrepasa y, muy abajo, una pequeña voz gimotea, “¿Si tuviera la respuesta a todos estos llamados, cómo los enfrentaría?¿Qué tiempo tendría para mí?” La presión que ponemos en nosotros mismos para contestar todos los pedidos de ayuda es amenazante para la verdadera existencia del yo.

 

No podemos resolver todos nuestros miedos subconscientes moviendo una varita mágica. Podemos continuar teniendo nuestra energía quebrantada por el miedo a estar sumergidos por la inmensidad de la tarea y por el dolor de todo eso. Podemos continuar teniendo nuestra energía agotada por un sentido de impotencia frente a la injusticia indignante. Podemos continuar escapando del vacío interior, pero tengo la impresión de que cada vez que reconocemos miedos subconscientes y los miramos fijamente a la cara solo por un segundo, una cantidad de energía espiritual que corre subterráneamente en nosotros es liberada.

 

Estoy muy agradecida al Sr. Hao Chin por sugerirme que tratara de llevar teosofía a un mundo cambiante, tratar de vivir nuestra teosofía en un mundo cambiante, un paso que podemos dar es simplemente escuchar a nuestros compañeros en su dharma de dar y al dolor de todos los que sufren. Podemos sintonizarnos con los complejos factores psicológicos, sociales y económicos involucrados en situaciones trágicas y problemas sociales. Podemos escuchar a sabios activistas a la vanguardia de las reformas. Y, finalmente, podemos escuchar a nuestros temores más profundos. Esta atención, este sintonizar a diferentes niveles, nos ayuda a tener un sentido del real estado del mundo. Nos alerta sobre las cosas buenas que verdaderamente están ocurriendo en la sociedad. Nos alerta sobre el fuerte incremento del número de ciudadanos que se manifiestan por la defensa del planeta, a pesar de lo que los medios nos dicen. Simplemente escuchando nos muestra el camino.

 

Mano a mano

Están aquellos que creen que si cada uno de nosotros se ocupa de su propia transformación espiritual, la transformación planetaria se ocupará de sí misma. Yo creo que ambas van de la mano. La teosofía es una fuerza dinámica tanto para las transformaciones individuales como para las sociales. Tengo un amigo irlandés que ha pegado un epigrama escrito por Ashleigh Brilliant en la puerta de su casa, que dice: “Si estoy en mi hogar aceptando lo que no puedo cambiar, estoy probablemente afuera, cambiando lo que no puedo aceptar”.

 

La teosofía habla de recursos internos ilimitados que podemos aprovechar para ayudar a modelar el futuro inteligente y rápidamente. Es muy tarde para ser pesimista sobre nuestro mundo cambiante. Necesitamos simplemente unir las manos y caminar gentilmente juntos sobre la tierra, escuchando atentamente.

 

 

 

 

 

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