La
Sociedad Teosófica se ha esparcido por todo el mundo, y
miembros de todas las religiones, o de ninguna, se han afiliado
a ella, sin renunciar a sus dogmas particulares, a las enseñanzas
y creencias de sus respectivos credos, por lo tanto se cree necesario
insistir sobre el hecho de que no hay ninguna doctrina, ninguna
opinión, sustentada o enseñada por quien fuere,
que en modo alguno obligue a miembros de la Sociedad.
La
aceptación de sus tres Objetivos es la única condición
para afiliarse.
Ningún
instructor, o autor, incluida H. P. Blavatsky, posee autoridad
para imponer sus enseñanzas y opiniones a los miembros.
Cada
miembro tiene el mismo derecho para unirse a cualquier escuela
de pensamiento que pueda escoger, pero no tiene derecho a presionar
a otro miembro para que lo haga.
Ningún
candidato a un cargo, ni elector, puede ser declarado no apto
para ocupar el cargo o para votar, a causa de cualquier opinión
que pueda sustentar, o a causa de su afiliación a cualquier
escuela de pensamiento a la cual pueda pertenecer.
Las
opiniones o las creencias no confieren privilegios ni afectan
sus derechos.
Los
miembros del Consejo General solicitan encarecidamente a cada
miembro de la Sociedad Teosófica que mantenga, defienda
y actúe sobre estos principios fundamentales de la Sociedad,
y por consiguiente, que ejerza con valentía su propio derecho
a la libertad de pensamiento y de expresión, dentro de
los límites de la cortesía y consideración
hacia los demás.