Vol. 136 - Número 08 - Mayo 2015 (en Castellano) |
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El desafío del movimiento teosófico moderno
MARCOS RESENDE Secretario General de la Sección Brasileña de la ST. Charla dada en la Convención internacional, Adyar, diciembre 2014
La Sociedad Teosófica es como un enorme árbol baniano, que tiene su tronco central aquí en la Sede Internacional, y extiende sus ramas hacia el mundo. No importa cuán lejos nos encontremos físicamente de las Secciones Nacionales y de las ramas locales, éste es un árbol, una vida. Estar aquí es como ser parte de la savia en el tronco principal, enviando vida a todo el árbol.
Después de casi 140 años desde la fundación de la ST, mucho ha cambiado. Desde un punto de vista tecnológico, hemos atravesado grandes transformaciones. Los cambios externos han sido profundos. En aquellos tiempos ellos usaban carros de caballos o bueyes. Ahora son aviones, Internet y comunicaciones instantáneas en cualquier parte del mundo. La ciencia ha dado un salto inimaginable. La física cuántica abrió una perspectiva revolucionaria en la comunidad científica. Desde un punto de vista interno también hemos cambiado, aunque no demasiado. La humanidad se ha vuelto un poco más abierta y tolerante, aunque aún existe el fanatismo religioso y los prejuicios raciales. En occidente, en la actualidad, se acepta más la idea de una dimensión espiritual de la vida. Oriente, a su vez, rápidamente acelera hacia el desarrollo material, con todos los efectos secundarios resultantes. Los seres humanos, sin embargo, permanecen egoístas, violentos, se preocupan solo por sus propios intereses, se vuelven cada vez más codiciosos. La búsqueda desesperada de poder y bienes materiales, la explotación del hombre por el hombre y las desigualdades sociales se han ampliado. Aún existe mucha pobreza, hambruna, enfermedades que surgen a partir de la pobreza, mientras continuamos gastando billones de dólares en armas, máquinas que destruyen y asesinan.
En los comienzos, la ST parecía más cerca de los Maestros, sus fundadores internos. En aquellos tiempos, algunos miembros incluso fueron instruidos por Ellos por medio de cartas. Actualmente, no estamos al tanto de ninguna intervención por parte de Ellos, y ahora su influencia depende directamente de la calidad de nuestro trabajo y nuestra afinidad con Sus propósitos.
Anteriormente, muchos iniciados fueron parte del movimiento teosófico, dejando su legado en la vasta literatura producida. Hoy, el trabajo de la ST se nos confía a nosotros, sus miembros, y aún tenemos mucho que aprender acerca de la vida y el sendero espiritual. Depende de nosotros, hombres y mujeres comunes, intentar comprender la vida y vivir de acuerdo a los principios fundamentales de la teosofía, para cuidar de la ST. ¿Cuáles son nuestros desafíos? ¿Cuál es el reto del movimiento teosófico moderno?
En este nuevo momento de nuestra ST, cuando hemos perdido una fuerte y carismática líder, quien fue como una madre para todos nosotros, avanzamos hacia una fase más participativa donde las responsabilidades por la dirección del movimiento teosófico caen más directamente en cada uno de nuestros hombros.
Radha Burnier condujo la Sociedad Teosófica por más de tres décadas. Fue mucho más que una simple miembro. Tenía una profunda comprensión, nobleza de carácter y un liderazgo del primer rayo, mucho más allá de nuestras capacidades. Era una líder natural e infundió en el movimiento su profunda espiritualidad y rectitud de conducta. No le agradaba la adulación o la auto-importancia. Era un diamante de integridad y espiritualidad viva.
Ahora, más que nunca, la unidad es nuestro principal desafío. Debemos estar unidos. Solo la verdadera percepción y experiencia de la unidad puede transformarnos, y éste es también el único camino de hacer valer el primer objetivo de nuestra sociedad. Al trabajar en esta dirección, la fraternidad se vuelve una realidad. La unidad abarca a la humanidad como un todo. Si nosotros no logramos estar unidos en nuestras ramas, grupos de estudio o en la Sección Nacional, más allá de nuestras diferencias personales, el objetivo será puramente teórico. ¿Cómo podemos decir que estamos unidos con la humanidad mientras creamos antagonismo con aquellos que están a nuestro alrededor? Para que la unidad no sea simplemente intelectual o una utopía, necesitamos aumentar la percepción y comprensión de las realidades más profundas que subyacen en los conceptos superficiales del mundo externo. Necesitamos permitir que en nuestro corazón florezca un sentimiento de afecto que vaya más allá del intelecto.
Nuestro segundo gran desafío es no permitirle a la ST que se convierta en una fuente de dogma o pensamiento cristalizado, una mera creencia que pierde la vitalidad que solo puede ser provista por la vivencia de la Verdad, como lo expresó HPB en La Clave de la Teosofía.
Por un lado, necesitamos estar abiertos y receptivos a la Teosofía como una sabiduría viva, la que surge de la observación de nosotros mismos, de la naturaleza y de la vida como un todo, y también de las enseñanzas que producen de otras fuentes religiosas, científicas o filosóficas. Por otro lado, debemos estar alertas, ser escépticos y cautos sobre la pseudo-espiritualidad y toda la información relacionada a lo supuestamente esotérico que prolifera ampliamente en el mundo moderno.
Nuestro compromiso inamovible es hacia la Verdad. Para no volvernos dogmáticos, debemos ver claramente que la Verdad no es la mera repetición de palabras y no puede ser mezclada con creencias o ideologías.
La Verdad es un estado de conciencia en el cual uno ve y percibe las cosas tal cual son. Dado que la vida está en constante cambio, tanto a nivel subjetivo como objetivo, a menudo tenemos percepciones de la Verdad, destellos que iluminan y expanden nuestra conciencia, pero siempre las transformamos rápidamente en creencias como si la Verdad pudiera ser retenida y repetida. Desde esta suposición pensamos que sabemos y puede que intentemos convencer a otros de adoptar el mismo punto de vista. Este es un gran error que quizás muchos de nosotros cometemos. No podemos tener ni poseer la Verdad, porque esta es atemporal y no puede ser confundida con una simple impresión de la memoria. Siempre depende de una nueva comprensión, un nueva inmersión en cada nuevo momento.
La vasta literatura teosófica, desde Las Cartas de los Maestros hasta La Doctrina Secreta, así como el trabajo de prominentes autores como C. W. Leadbeater, Annie Besant, N. Sri Ram, J. Krishnamurti, entre otros, es un patrimonio valioso, una rica fuente de estudio y reflexión. Pero solo puede producir transformación cuando existen personas interesadas en comprender más, investigando en la medida de sus capacidades los misterios de la existencia. Estas enseñanzas son importantes mapas que pueden, o no, ayudarnos a salir de nuestro pequeño mundo y explorar el territorio de la Verdad que está dentro de cada uno de nosotros. Desde dentro de nosotros puede fluir naturalmente la habilidad de ver las cosas como son y la honestidad de decir, cuando sea necesario, “no lo sé”.
Si la ST se convirtiera en una institución de creyentes, por ejemplo, en reencarnación y karma, los Maestros, la evolución, los siete rayos, etc., aun cuando estos puedan ser enseñanzas nobles y elevadas, habría perdido lo esencial: la capacidad de ser una luz en el oscuro cielo del mundo. La Verdad que transforma la vida requiere una mente ágil e inquisitiva que siempre vaya más profundo, que no esté estancada como una mera creencia. La percepción de la Verdad no sucede con una simple aceptación.
Para que la ST no se anquilose, necesitamos comprender la importancia y el significado de aprender juntos. Desafortunadamente, en muchas Ramas o Secciones, los miembros están divididos entre aquellos que ‘saben’ y los que ‘no saben’; aquellos que dan conferencias, y quienes no las dan; los que son ‘importantes’ y los que ‘no son importantes’. Esta división es ilusoria y engañosa. Somos todos aprendices y la ST es el lugar ideal para aprender cómo enseñar y enseñar cómo aprender, ya que su estructura se basa en los principios de la libertad de pensamiento, el compromiso con la Verdad, Fraternidad Universal y el servicio a otros. Todo estudio debería tener una fresca percepción, de lo contrario sólo nos convertimos en repetidores mecánicos, y esto está muy lejos de la Verdad.
Nuestra ST no puede ser un lugar para la vanidad o la promoción personal de nadie. Cada miembro, por humilde que sea, es tan importante como el más prominente de los miembros. Pero como normalmente somos incapaces de percibir en nosotros mismos la vanidad o el deseo de importancia personal, podemos terminar contaminando este espacio de aprendizaje y crecimiento. Por lo tanto, el autoconocimiento y la Teosofía son dos caras de la misma moneda. No existe el progreso espiritual sin la percepción de nosotros mismos y de las manifestaciones inconscientes que surgen del ego psicológico. Para cumplir con lo mejor de nuestra capacidad, el primer objetivo de nuestra Institución, la Fraternidad Universal, necesitamos conocernos a nosotros mismos, zambullirnos en nuestra naturaleza divina inmortal, siendo también conscientes de la dimensión finita y personal para minimizar su interferencia con la manifestación de aquella consciencia mayor. De este modo evitamos crear complicaciones, divisiones y antagonismos con nuestros hermanos, con trabajadores por la causa teosófica y con el prójimo en general. Desconocer los motivos personales, la auto importancia, la búsqueda de poder, incluso en nuestras Ramas o Secciones Nacionales, las simpatías o antipatías a nivel personal, todo esto nos puede alejar del primer objetivo de nuestra institución, disminuyendo su brillo en los planos internos y por lo tanto en la conciencia colectiva.
Nuestro trabajo tiene dimensiones internas y externas. Entre los miembros, necesitamos estudios que profundicen nuestra comprensión, y al mismo tiempo, estudios focalizados en el público con lenguaje accesible que pueda ser entendido por todos. Si descuidamos nuestro trabajo interno, el cual no solo debería ser a nivel intelectual, sino un aprendizaje eficaz que amplíe los horizontes de comprensión y transforme nuestra vida diaria, corremos el riesgo de realizar actividades superficiales que no tocan los corazones de las personas, y que no contribuyen a la elevación de la humanidad y a nuestra propia transformación.
El otro aspecto de nuestro trabajo, tan importante como llevar a cabo estudios iluminadores, es el concerniente al público. Este trabajo tiene como objetivo mantener abiertas las puertas de nuestra ST. Si no trabajamos focalizados en el público, con lenguaje apropiado y accesible, sin ser superficiales, podemos terminar siendo un club de amigos, perdiendo la conexión con el mundo y consecuentemente con los Santos Seres. Como Ellos han dicho, la Teosofía o Sabiduría Divina no fue dada para el mero deleite de algunas personas, sino para el bien de toda la humanidad.
Nuestro trabajo público debería ser de calidad, a través de conferencias, seminarios, talleres, publicaciones de revistas y libros, por medio del uso de la televisión, Internet, sitios Web, redes sociales y todos los medios disponibles para alcanzar al público interesado. La intención no debería ser atraer nuevos miembros, buscar resultados específicos o convertir a la gente a un patrón particular de pensamiento. La Verdad, el objetivo final de nuestro trabajo, es algo que trasciende cualquier patrón de pensamiento o repetición de palabras y puede ser solo descubierta por el individuo. Es muy beneficioso y necesario reflexionar e investigar juntos. Sin embargo, unos de Aquellos que guiaron a los fundadores de la ST nos advirtió acerca de que no debemos intentar imponer nuestros estándares de vida y creencias a otros, sino más bien ayudarlos a alcanzar sus propios estándares y creencias, cualquiera estos sean, sirviendo como estímulo a un modo de vida más noble.
Si llevamos a cabo trabajo público eficiente, de buena calidad, sin tener en cuenta cuántos nuevos miembros puedan ingresar, la puerta estará abierta para aquellos que tengan el dharma de servicio por la humanidad, que es la causa teosófica. El aspecto más importante en relación al trabajo para público, es hacer conocer nuestra institución en el mundo entero de modo de atraer la atención de las mentes más elevadas, como dijo el Maestro en una de sus Cartas. La afiliación de nuevos miembros ocurrirá naturalmente si nuestras puertas están en realidad abiertas.
La calidad del trabajo teosófico depende de la dedicación y altruismo de cada miembro. Cuanto más capaces seamos de hacer brillar la luz, no en términos de auto-importancia o brillo personal, sino como un servicio hacia otros, aprendiendo cómo enseñar y enseñando como aprender, nuestra Sociedad estará más vigorosa para cumplir, en la mayor medida posible, la razón por la cual fue fundada.
Necesitamos modernizar nuestro trabajo con el fin de acompañar las transformaciones que han ocurrido en el mundo y estar abiertos a la gente joven sin perder el rastro de lo esencial, que es la libertad de pensamiento, compromiso con la Verdad, fraternidad, y un espíritu tolerante, como así también el servicio a otros.
La Sociedad Teosófica, aunque concebida y fundada por los Maestros de Sabiduría, está dirigida por seres imperfectos. HPB tenía muchos defectos, pero fue la mejor persona disponible para la misión. Ella tenía la esencia, profundo altruismo y una capacidad de sacrificio extraordinario, además de devoción incondicional a los Maestros. Nosotros, seres imperfectos, tenemos la misión de continuar esta causa y para esto debemos dejar nuestros egos de lado, de manera de estar efectivamente unidos en la diversidad y a tono con los Santos Seres. Cada uno de nosotros, a través de nuestra aptitud y dedicación, podemos dar lo mejor, la calidad del trabajo como un todo depende de cada eslabón, de cada miembro que conforma la Sociedad.
La tarea que recae sobre nosotros, teósofos del siglo 21, no es pequeña. Debemos trabajar internamente, observando y conociéndonos a nosotros mismos, puliendo la piedra rústica que somos y al mismo tiempo, proveer un gran e importante servicio a la humanidad al estudiar y aprender a través de la Sociedad. Nuestra institución puede ser una de las herramientas más eficaces para que los Santos Seres ejerzan una influencia poderosa e inspiradora sobre la humanidad si nosotros, como miembros, entendemos que de la calidad de nuestro trabajo individual depende el trabajo de la Sociedad como un todo. Ninguno de nosotros es perfecto pero si hacemos lo mejor que podamos, entregándonos al máximo, libres de ambiciones personales como el trabajo teosófico debería ser, habremos hecho lo que se espera de nosotros.
Que cada uno de nosotros se dé cuenta de la maravillosa oportunidad de servicio que es el trabajo teosófico. No existe nada más beneficioso que servir internamente a los Maestros, y a la causa de elevar a la humanidad. Hagamos nuestra parte. Honremos y dignifiquemos la valiosa herencia recibida de generaciones que han pasado por el movimiento teosófico en los últimos 140 años. Que merezcamos esta oportunidad de servicio y actuemos de acuerdo con los principios fundamentales e inolvidables de nuestra institución: libertad de pensamiento, compromiso con la Verdad, un espíritu tolerante y fraternal, aprendizaje y servicio a los demás.
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