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El Teósofo - Órgano Oficial del Presidente Internacional de la Sociedad Teosófica
Vol. 136 - Número 01 -  Octubre 2014 (en Castellano)

 
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In Memoriam

 

KUSUM SATAPATHY

Ex Secretaria Internacional de la Sociedad Teosófica en Adyar.

Hija del Sr. S. S. Varma, ex Tesorero Internacional.

 

 

La primera vez que recuerdo haber visto a Radhaji  fue cuando yo era una niña y ella se alojó en nuestra casa en Nueva Delhi, de regreso de una visita a Europa. Me dio una caja de chocolates que aprecié mucho. Posteriormente, venia por aquí  camino a Europa o en el viaje de regreso, y en ocasiones hubo reuniones en la casa. Pasaba su tiempo leyendo o hablando de algo serio con mi padre.

Yo solía necesitar tanto relajarme, sobre todo después de regresar de la escuela, que empecé a sentir pena por ella, ya que no tenía ningún espacio para disfrutar o para una lectura ligera. Finalmente, un día le ofrecí mi libro de cuentos favorito Enid Blyton para leerlo en cualquier momento y ayudarle a relajarse. Ella sonrió y me informó amablemente que estaba bien y no lo necesitaba. Una vez le escribió una carta a su padre y me la dio para ponerla en el buzón de correos más cercano. Me llamó la atención la letra prolija en el sobre y me pregunté si ella lo extrañaba. Luego, cuando crecí y pude comprender algo de lo que ella decía, me sentí muy feliz de que hablara con tanta sensatez, mientras que en mi mente de niña había sentido que algunos de los oradores de la ST realmente no estaban hablando genuinamente, sino repitiendo ideas que tal vez no estaban muy claras ni siquiera para ellos mismos.

Después de incorporarme al servicio del Gobierno, me destinaron a Madras cerca de donde mis padres estaban alojados en el campus de Adyar. Radhaji sentía una alta estima por mi padre y yo me sentía abrumada por su magnanimidad en hospedar también a mi marido y a mis hijos tan amablemente. Los niños tienen muy buenos recuerdos del tiempo que pasaron en Adyar con sus abuelos. Cuando fuimos enviados a Bombay, yo estaba un poco triste cuando fui a verla y a decirle adiós. Le dije que quería trabajar en Adyar y ella afectuosamente me dijo que siempre sería bienvenida para ir a trabajar allí. Debido a las exigencias de trabajo y de familia no pude ir a trabajar a Adyar por varios años, pero cuando mi marido y yo por fin llegamos a Adyar para trabajar allí, ella nos dio la bienvenida invitándonos a comer en su residencia junto con Carin Citroen.

Fue un extraordinario privilegio para mí trabajar en la Sede Internacional durante los primeros años del quinto mandato de Radhaji como Presidente. En un comienzo, durante esos años, yo solía estar bastante preocupada por lo que podría pasar si ella estaba sólo parte del periodo, (¡ella siempre nos recordaba su edad!), pero después de cuatro años de un mandato de siete, me sentí optimista de que ella completaría su mandato; y luego, muy silenciosamente, muy pacíficamente ella nos dejó faltando todavía casi dos años para concluirlo. Sólo podemos ofrecer nuestros pensamientos reverentes en recuerdo de esa gran alma que asumió sobre sí misma conducir la Sociedad por un número récord de años. Un corazón valiente y una fuerte voluntad la caracterizaron hasta el final.

Radhaji era meticulosa en todo su trabajo. Fue una experiencia de aprendizaje para mí todo el tiempo que trabajé allí. Muy seriamente ella puntualizaba  cualquier inexactitud incluso en una charla normal, por lo que uno tenía que tener cuidado con cada palabra que pronunciara en su presencia. Aunque todavía estoy lejos de vivir de esa manera, fue una buena presentación a un modo de vida de ser cuidadosa y reflexiva acerca de cada palabra y acción. A veces, en los últimos años, ella estaba muy débil pero era muy alentador verla ocuparse por completo de atender tareas inmediatas, ella prefería posponer aquello para lo que no tenía fuerzas para realizarlo en ese momento, en vez de hacerlo de una manera descuidada.

Por supuesto que conocía a todos los trabajadores del campus, no sólo por su nombre, sino también por sus cualidades, dificultades y deficiencias. Ella sabía lo que se podía esperar de cada trabajador y siempre les ayudaba cuando llegaban a ella con cualquier problema personal, financiero o de otro tipo. Cada trabajador se sentía muy libre de recurrir a ella y hablar de sus dificultades o pedir ayuda. Era sorprendente cómo sabía lo que pasaba en el predio. Lo conocía muy bien como también todos los animales y plantas en él. Ella los amaba y se preocupaba por todos ellos. Durante su última Convención, se sentía cansada después de las reuniones, y entre las sesiones iba a su habitación para descansar un poco, si el tiempo lo permitía. En una ocasión, cuando ella se retiraba del teatro de Adyar, se detuvo cerca de la oficina de la EE donde había un perro acostado, tomando  sol. Lo miró con cuidado, y observó que necesitaba cierta atención médica porque había una infección en sus orejas. Yo estaba tan preocupada de que ella llegara de modo seguro a su habitación que apenas me había dado cuenta del perro, ¡mucho menos que había algo mal con sus orejas!

Su memoria era excepcionalmente buena y recordaba no sólo a las personas que había conocido durante sus visitas a lo largo de los años, sino también los eventos. Sin embargo era extremadamente cautelosa sobre el trabajo en el predio y de las personas a las que les permitía permanecer por trabajo o incluso para una visita. Ella era la persona responsable de mantener la atmósfera sagrada de Adyar, y trató con todas sus fuerzas de evitar que alguien lo degradara de modo alguno. Encontró tiempo para leer mucho y sus charlas fueron muy inspiradoras. Era muy conocida y respetada por un amplio círculo de personas eminentes y contactaba a todos con sencillez y sin ostentación.

Su contribución a la ST y Adyar fue tremenda. No hay palabras para expresar adecuadamente todo lo que ella hizo. Le rindo homenaje con toda reverencia.

 

 

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