Vol. 135 - Número 11 - Agosto 2014 (en Castellano) |
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No nos apoltronemos
Dorothy Jinarãjadãsa La autora fue la esposa de C. Jinarãjadãsa, cuarto Presidente Internacional de la Sociedad Teosófica.
En un quieto día en medio del océano el mar luce llano y brillante alrededor del barco — ningún movimiento sobre su superficie— con la apariencia de haber sido pintado; una calma pacífica e hipnótica descansa sobre las aguas que reflejan cada color maravilloso de las nubes allá arriba y las líneas de los barcos navegando sobre él. Pero bajo esta superficie coloreada, plácida, tranquila, se extienden abajo y más abajo las profundidades del océano, pleno de vida y muerte, agitada actividad, poder potencial. Y sólo se necesita el susurro de una brisa que se desliza sobre la superficie del océano para que toda la calma que refleja placidez se vaya, y la vida se agita, las ondas se mueven de horizonte a horizonte, la actividad y el poder se manifiestan por arriba y por abajo.
Este cuadro en cierta medida representa a la Sociedad Teosófica hoy, y por Sociedad Teosófica no quiero significar tanto a una organización sino el gran cuerpo corporativo de individuos que constituyen la Sociedad. Porque no es cierto que pueda decirse de muchos de nosotros que hayamos sido como una placida superficie del océano cristalino que refleja sin saberlo lo que se nos ha dicho, si traemos de arriba el pensamiento que se nos ha dado, nuestras creencias, nuestras doctrinas, nuestras ideas, nuestra expresión de arriba, tal vez de aquellos con mucha más sabiduría que la nuestra, pero es su sabiduría, no nuestra sabiduría, su revelación no nuestra revelación, su declaración de una idea, su visión de una visión, y que no son nuestras hasta cuando nosotros mismos lo hagamos, cuando surjan de nuestra propia intuición, de nuestro propio centro de Verdad y Realidad, y podamos entonces afirmar, ahora sé que es verdad. Pero ahora sobre la superficie de nuestra alma que refleja segura, la vida está soplando el viento del cielo.
Krishnaji y sus enseñanzas han llegado a la Sociedad Teosófica como una brisa, suave al comienzo, y después creciendo y aumentando la fuerza y el poder de su mensaje sobre nuestra plácida y tranquila superficie. Nuestras nubes reflejadas se han roto, nuestros sueños perturbados, nuestro barco de seguridad se agita sobre las olas. El viento nos ha hecho prudentes soplando sobre nuestras almas.
En estos días de búsqueda del corazón, muchos están buscando Verdad y Luz y preguntan:
¿Qué es Teosofía? ¿Cuál es el trabajo de la Sociedad Teosófica?
Respondemos con amplitud que Teosofía es la Sabiduría de Dios, y que el trabajo de la Sociedad Teosófica es dar al mundo el conocimiento de esa Sabiduría. Los teósofos son buscadores de la Verdad, y la Teosofía el gran universo para la búsqueda. La Sociedad Teosófica es para explorar, pero no para solucionar. Siempre la búsqueda es nuestro trabajo. Cuando un teósofo encuentra un nuevo pico en una montaña, o descubre un electrón, o un parásito en un musgo, un nuevo dios o un valor espiritual, el descubrimiento es un regalo para el mundo para ser usado o desechado si se encuentra que es útil o no. Pero el Teósofo y la Sociedad Teosófica siguen explorando, preguntándose, buscando, sabiendo que la totalidad de la verdad nunca puede ser encontrada, que el final del camino está muy lejos; pero la continua búsqueda e indagación revelan el siempre creciente esplendor del conocimiento consciente de la Vida, dando gozo, esperanza y paz al buscador.
Cuando la Sociedad Teosófica cese de cumplir su dharma de exploración, entonces (para mí) falla en cumplir el objeto para el cual fue fundada. El Coronel Olcott dijo una vez en una charla de la Sociedad Teosófica:
Su objeto es inquirir, no enseñar. . . , Teología significa el conocimiento revelado de Dios, y Teosofía el conocimiento directo de Dios. La una nos pide creer lo que alguien ha visto y oído, y la otra nos dice que veamos y oigamos lo que podamos por nosotros mismos.
Pero últimamente ha sucedido que cuando un aspecto de la Verdad se ha dado a conocer al mundo con regocijo, muchos teósofos, en lugar de seguir, se han quedado abajo, construyendo sus cabañas, sus credos, sus dogmas, sus templos o iglesias, haciendo de sus estándares de creencia el criterio para juzgar la creencia de otros como verdadera o falsa. Ellos han cesado de explorar, se han apoltronado.
Y ha sucedido que el buscador de la Verdad ha llegado a la Sociedad Teosófica para encontrar la Sabiduría, y se le ha ofrecido a él que está envuelto en un credo, libre, iluminada y refrescada, pero sin embargo un credo, rodeado de tradiciones, del cual él se alejó, y a partir del cual busca con el corazón, y probablemente con el dolor de la mente. Credos, iglesias, templos, son buenos e incluso necesarios para la ayuda de la humanidad a lo largo del duro camino, aun dogmas y tradiciones pueden tener una remota utilidad para algunos; pero el trabajo de la Sociedad Teosófica no tiene que ver con estas cosas. Su trabajo es llevar luz al alma que está desechando las cadenas de la ortodoxia y de la teología, que está buscando libertad, una Luz que pueda iluminar el largo sendero que conduce a la Vida, no como una pequeña antorcha vacilante aquí y allá, sino como un gran rayo de luz que inunda con resplandor el vasto campo para la búsqueda.
Cada Logia Teosófica debe ser un lugar en donde toda persona llega con una gran idea, sabiendo que será recibido allí con simpatía y comprensión, aunque no necesariamente en acuerdo con sus ideas.
Probablemente no es necesario volver a expresar los objetos o principios de la Sociedad Teosófica, sino solamente una renovación de la determinación de cada miembro de aplicarlos realmente a su vida personal, y llevar dentro de la vida de la Logia, la hermosa declaración acerca de lo que es la Teosofía y la Libertad de Pensamiento que aparece cada mes en la última parte de la revista The Theosophist. Allí está resumido el propósito de la S.T. de enseñar al hombre a ‘que sepa que el Espíritu es él mismo’. Y que el resumen de la enseñanza de Krishnamurti es:
Puesto que soy Vida, ruego a ustedes adorar esa Vida, no en esta forma de Krishnamurti sino la Vida que mora en cada uno de ustedes.
Conducir a la humanidad a esta gloriosa realización es el feliz privilegio de la Sociedad Teosófica, y los miembros de la Sociedad, como dijo en una ocasión el Maestro K.H., deben ser: ‘Guerreros de la Verdad divina’. ◙
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