Vol. 135 - Número 03 - Diciembre 2013 (en Castellano) |
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Silencio
Alvin Ochanda El Sr. Alvin Ochanda es miembro de la Rama Nairobi. Charla dada en la Rama Nairobi en julio 2013.
El silencio a veces puede ser más perturbador que el ruido, probablemente hasta irritante o aterrador. Esto es porque revela los complicados mecanismos de nuestros patrones mentales. Esto significa que es sólo a través del silencio que somos capaces de darnos cuenta cómo nuestra mente salta de un pensamiento a otro, incapaz de asentarse en un pensamiento por un período de tiempo. Revela la inquietud de la mente y trae a la superficie nuestra débil concentración. Por lo tanto el silencio es algo bueno porque es la gran puerta a través de la cual somos capaces de ver nuestra conducta mental verdadera, y así poder dominarla por medio de varios métodos y maneras, tomarla por la cintura de tal manera que pueda sostener un único pensamiento por un tiempo más prolongado. Cuando uno puede permanecer en un pensamiento por un largo tiempo entonces se puede comprender completamente la naturaleza de ese pensamiento, escudriñarlo minuciosamente y de ese modo dominarlo. Ésta es la cualidad de la concentración.
La fobia a la calma o el miedo al silencio, es cuando la mente hace surgir pensamientos azarosos que son provocados por la incertidumbre o la falta de familiaridad con el silencio. Es el miedo a lo desconocido. El silencio proviene de donde todo surge. Es el comienzo de la existencia o la percepción. La mayoría de las personas, en la sociedad moderna actual, sufre de este desorden inconcientemente. Síntomas comunes de este desorden incluyen actitudes como cuando alguien entra a la casa y lo primero que hace es prender la televisión o la radio antes de dirigirse a la ducha, tararear o cantar cuando está solo, o entre los jóvenes -cuando uno de ellos extravía sus audífonos, le da un ligero ataque de pánico.
Otro síntoma es sentirte incómodo en una multitud que está en silencio, haciéndote decir algo que a veces te avergüenza. Esta fobia hace surgir innumerables aflicciones. Para trascender este miedo tenemos que comprender que no hay lugar en este mundo que esté vacío, o vacuo, o que esté en silencio, o que sea solitario; ¿dónde está ese lugar en el que estás cuando dices que estás solo? Supongo que en un mundo de seis billones de personas es muy difícil encontrar un lugar así. Puede que solo signifique que te has retirado dentro de ti mismo, dentro de tus pensamientos. Evadir este miedo al silencio sólo pospone el miedo. Debes enfrentar el silencio y comenzar a tenerlo en cuenta. Escuchar la quietud, y acostumbrarse al silencio gradualmente porque el silencio está en todos lados, en los espacios entre los ruidos, antes y después de una pieza musical. Es el lienzo para pintar la vida. La atención total o el vivir en el presente, domina la mente y la hace capaz de enfrentar el silencio en paz y calma, sin dejar que surja la duda, o pensamientos extraños y temerosos.
En 1951, John Cage, un artista y compositor muy reconocido, quiso experimentar un silencio completo. Esto sucedió porque él temía por el futuro de la música, y pensaba que con el silencio la música desaparecería. Para hacer esto, los ingenieros de esa época crearon una habitación, llamada cámara sin eco en la cual ellos decían que no había ningún sonido. Es una habitación diseñada de tal manera que las paredes, techo y piso, absorben todos los sonidos que se producen en la habitación, en vez de producir un reflejo de los mismos como ecos. Dicha cámara tampoco permite que entren sonidos externos. Por lo tanto, Cage entró en la cámara esperando experimentar un silencio completo, pero tuvo un shock, porque esto no fue lo que experimentó. Luego él escribió: “Escuché dos sonidos, uno alto y el otro bajo. Cuando se los describí al ingeniero a cargo, me informó que el sonido más fuerte era mi sistema nervioso en operación, y el más bajo mi sangre en circulación”. Cage fue a un lugar donde esperaba un silencio total, y sin embargo escuchó sonidos. En conclusión, Cage declaró que “hasta el momento en que muera habrá sonidos. Y continuarán después de mi muerte. No hay necesidad de temer por el futuro de la música”. La comprensión que tuvo respecto a la imposibilidad del silencio lo condujo a la composición de un tema llamado 4´33”.
No existe tal cosa como un lugar vacío o un tiempo vacío. Siempre hay algo para ver, algo para escuchar. De hecho, tratemos de producir un silencio, y no podremos. Los sonidos ocurren, ya sean intencionales o no. Y por tanto el arte o la ciencia de combinar estos sonidos, vocales o instrumentales (o ambos) para producir belleza en formas, armonía, y expresión de emociones, se llama música. El propósito de la música es despejar y aquietar la mente, y de esa manera hacerla susceptible a las influencias divinas.
Por consiguiente nos damos cuenta que el silencio es difícil de encontrar si estás buscando en los lugares equivocados, especialmente con todos los dispositivos electrónicos y máquinas que tenemos en nuestra sociedad moderna, rugiendo y produciendo todo tipo de formas de sonidos. Estos ruidos ocupan nuestra mente y hacen que el silencio sea difícil de alcanzar, pero el silencio está inherentemente allí, siempre. Tenemos que buscar el silencio en los lugares correctos y hacernos tiempo para disfrutarlo cada día. Todos sabemos instintivamente que en lo profundo de cada uno de nosotros, y no fuera de nosotros, existe un reino de belleza que relaja y revitaliza, que nos llama para refugiarnos en momentos de problemas y mora en la paz interior. Ese es el lugar donde buscar el silencio, eso que ansiamos tanto.
Como Mahatma Gandhi dijo acertadamente, “En la actitud silenciosa, el alma encuentra el camino fácilmente, y lo que es elusivo y engañoso se resuelve con claridad. Nuestra vida es una larga y ardua búsqueda de la Verdad”.
Es bueno estar en silencio. El hombre que no habla se salva de muchos males. En A los Pies del Maestro se nos aconseja mantenernos en silencio, no tener deseos de hablar, o ser breves si tenemos que hablar, pero mejor aún es no decir nada, a menos que lo que se ha de decir sea verdadero, amable y útil. Entre las cualidades, saber, osar, querer y estar en silencio, este último es el más difícil de todos. Siempre debemos pensar bien antes de hablar. El silencio hasta prevendrá que muestres tu estupidez en público. Otros pueden inclusive pensar que eres sabio, aunque el silencio puede no ser una señal de sabiduría.
El símbolo universal del silencio es poner el dedo índice enfrente de los labios cerrados. Este el gesto más ampliamente reconocido para el silencio. El gesto puede usarse para demandar silencio sin levantar la propia voz. La rosa, que a veces se representa cerrada sobre labios cerrados, es otro símbolo muy reconocido del silencio, proveniente de varias mitologías.
El silencio es la gran entrada al yo, a través de él uno puede ser capaz de alcanzar las grandes profundidades de la intuición. Consideren el silencio seriamente como una tentativa. Y a un nivel práctico, cuando algo malo se está cometiendo contra un inocente o un débil, está mal no decir nada. En la Escala de Oro se nos aconseja “valiente defensa de los que son injustamente atacados”.
El silencio es sanador. Cuando te sientes agobiado, el silencio de soltar sana. Si es un silencio forzado, entonces estarás muy ocupado verbalizando internamente, lo cual no te permitirá ni siquiera pararte ante el portal del silencio. Este silencio debería ser profundo y sereno, permitiendo que los pensamientos deprimentes salgan a la superficie y así podamos examinarlos minuciosamente desde todos los ángulos; si surge una solución, mejor, y si no, los pensamientos se retirarán con confianza y con una sensación de alivio al saber que a través de la madre naturaleza todo estará bien.
El escuchar profundo también es un tipo de silencio que aliviará el sufrimiento de otra persona, también conocido como “escuchar compasivo”. Es cuando escuchas con un único propósito, que es dejar que alguien se desahogue. Aún si lo que dice está lleno de percepciones equivocadas, de amargura, aún puedes continuar escuchando con compasión. Porque sabes que al escuchar le das a la persona la oportunidad de sufrir menos. Durante ese momento, no interrumpas, no argumentes. Sólo escucha con compasión y ayuda a que sufra menos.
Todos los grandes instructores recomendaron siempre el silencio, desde Orfeo, Pitágoras, Confucio, Buda, Jesús a Apolonio de Tyana y Ammonio Saccas. Los pitagóricos requerían que los discípulos mantuvieran silencio durante tres años, e incluso cinco, inmersos en estudio profundo. Ha habido evidencia de personas que después de un período de profundo y sostenido silencio fueron capaces de abrirse camino de formas extraordinarias, por ejemplo Nelson Mandela, quien mientras estuvo en prisión fue capaz de experimentar silencios prolongados. Luego de su liberación, se lanzó incondicionalmente al trabajo de su vida, que era procurar alcanzar las metas que él y otros se habían propuesto casi cuatro décadas antes.
Los grandes instructores tuvieron sus momentos de silencio. Gautama Buddha se sentó bajo lo que es conocido en India como el árbol bodhi o pipal donde juró no levantarse hasta haber encontrado la verdad sobre el sufrimiento. Jesús tuvo sus cuarenta días y noches en el desierto.
La Madre Teresa dijo “En el silencio del corazón Dios habla. Si te vuelves hacia Dios en oración y silencio, Dios te hablará. Entonces sabrás que eres nada. Sólo cuando comprendes que eres nada, que estás vacío, es que Dios puede llenarte de Él Mismo. Las almas de los que oran son almas de gran silencio”.
Identificar el Silencio En un hondo y profundo silencio que dura por casi un segundo, no puedes decir lo que sucede; detenido en algún tipo de limbo, te pierdes en el silencio por un momento. No eres capaz de medir el tiempo transcurrido en ese silencio, no puedes ver la diferencia entre tú y el silencio, no puedes definir tu ubicación física.
Un silencio, como cuando se te ha hecho una pregunta y no tienes la respuesta, el silencio de cuando te están diciendo algo con tanta sinceridad que necesitas unos pocos minutos para asimilarlo, un silencio como el de estar completamente solo en la casa, luego que la puerta se cierra. Estos son muy breves momentos temporales en los que somos capaces de experimentar el silencio real. La naturaleza siempre tratará de darnos una vislumbre de lo eterno a través de diversas señales, como la última gota de agua que cae de la canilla al cubo. Existe un silencio que siempre nos atrapa, y con la práctica podemos pausar y prolongar ese silencio hacia una experiencia más profunda. El silencio no es la ausencia de algo sino la presencia de todo.
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Un hombre que quiere encontrar una vida nueva, una nueva manera de vivir, debe inquirir, debe capturar esta extraordinaria cualidad del silencio. Y sólo puede haber silencio cuando el pasado está muerto, sin argumento, sin motivo, sin decir “obtendré una recompensa”.
J. Krishnamurti
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