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El Teósofo - Órgano Oficial de la Presidenta Internacional de la Sociedad Teosófica
Vol. 134 - Número 11 -  Agosto 2013 (en Castellano)

 
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El Yoga de La Doctrina Secreta

 

PEDRO OLIVEIRA

Actualmente miembro de la Sección Australiana de la ST. Trabajó en Adyar y en otros lugares.

 

 

La palabra sánscrita rshi (deriva de dris, “ver”) admite varios significados. Según el Diccionario Sánscrito-Inglés de Sir Monier Monier-Williams, un rshi es quien canta himnos sagrados, un poeta inspirado o un sabio, cualquier persona, quien sola o con otros invoca las deidades con palabras rítmicas o con canciones de carácter sagrado, como los antiguos intérpretes de himnos: Kutsa, Atri, Reha, Agastya, Kusika, Vasistha, Vyasa, los autores, o mejor dicho videntes de los himnos Védicos, los personajes inspirados a quienes se les revelaron estos himnos. La palabra también significa “un sabio, un anciano en sabiduría”.

 

Nuestra Presidente Internacional, la Sra. Radha Burnier en su Conferencia Blavatsky, dada en Londres en julio de 1988, sugiere que la disciplina del yoga no se limita a India:

 

La tradición del yoga, en oposición a la creencia común, no está limitada a India, y no es una actividad esotérica en la que sólo unos pocos pueden participar. Se relaciona con una corriente de investigación y comprensión universal que fluye a través de las edades en las diferentes escuelas relacionadas con la trascendencia del hombre. En Egipto y Grecia, en el conocimiento tradicional Sufi, en las enseñanzas de los budistas y taoístas, en la tradición cristiana, en el Tantra y la Vedanta, en el corazón de las enseñanzas externas, existe un modo de vida y un entrenamiento apropiado a la búsqueda y dirección interna, indicados con la palabra “yoga”.

 

V. Wallace Slater, en su libro Curso Simplificado de Hatha Yoga, presenta una definición concisa de lo que es yoga: “Yoga es un proceso por medio del cual las leyes de la Naturaleza se aplican inteligente y deliberadamente a la vida diaria para lograr en total auto-conciencia nuestra identidad con el Supremo.”

 

Como una indicación de que esta corriente de búsqueda también está presente en la tradición mística cristiana, incluimos un pasaje de los escritos de Nicolás de Cusa, el místico italiano del siglo XV:

 

Porque Tú estás allí, donde el habla, la vista, el oído, el gusto, el tacto, la razón, el conocimiento y la comprensión son lo mismo, y donde ver se identifica con ser visto, oír con ser escuchado, saborear con ser saboreado, tocar con ser tocado, hablar con escuchar y crear con hablar[1]

 

El propósito de este artículo es insinuar que lo que ahora conocemos como Teosofía o la Tradición-Sabiduría es el resultado directo de una forma avanzada de yoga dirigido por varias generaciones de antiguos rshi-s, que les dio acceso a una conciencia directa y sin intermediarios de las verdades eternas que moran en el corazón mismo de la existencia.

 

Al final del volumen uno de La Doctrina Secreta, bajo el título “Resumen”, la Sra. Blavatsky hace algunas afirmaciones importantes sobre el origen de las Enseñanzas de la Sabiduría, incluyendo la forma en que eran trasmitidas a través del tiempo. Lo que ella tiene que decir es digno de considerar cuidadosamente. Ella primero expresa:

 

La Doctrina Secreta es la Sabiduría acumulada de las Edades, y solamente su cosmogonía es el más asombroso y acabado de los sistemas, aún velado como se encuentra en el exoterismo de los Puranas. Pero tal es el poder misterioso del simbolismo oculto, que los hechos que ocuparon a generaciones innumerables de videntes y profetas iniciados para ordenarlos, consignarlos y explicarlos a través de las intrincadas series del progreso evolutivo, se hallan todos registrados en unas pocas páginas de signos geométricos y símbolos.

 

Su afirmación parece indicar que todo el sistema de la Filosofía Esotérica yace en unas pocas ideas esenciales, las “formas” en la tradición platónica, que eran el objeto de descubrimiento de videntes y profetas iniciados. La fuente de tales enseñanzas no es por lo tanto un discurso, una descripción o un examen analítico. Es una percepción directa de hechos universales o de principios arquetípicos que fueron registrados en ese momento en signos y jeroglíficos geométricos. Los antiguos sabían que el lenguaje de los símbolos es superior al lenguaje analítico, porque mientras el primero invita a la contemplación y la búsqueda en niveles de profundidad espiritual progresiva, el segundo tiende a restringir la realidad al nivel de conceptos y palabras. Como expresó Immanuel Kant, “la cosa en sí misma no se puede pensar”.

 

En el pasaje siguiente HPB revela el método oculto que siguieron los antiguos videntes en su viaje de descubrimiento espiritual:

 

La contemplación luminosa de aquellos videntes ha penetrado en el centro mismo de la materia, y ha analizado el alma de las cosas, allí donde un profano ordinario, por sabio que fuese, tan sólo hubiera percibido la actuación externa de la forma. Pero la ciencia actual no cree en el “alma de las cosas”, y por lo tanto, desechará todo el sistema de la antigua cosmogonía. Inútil es decir que el sistema en cuestión no es fantasía de uno o de varios individuos aislados; que es el archivo no interrumpido durante millares de generaciones de videntes, cuyas experiencias respectivas se llevaban a efecto para comprobar y verificar las tradiciones, transmitidas oralmente de una raza antigua a otra, acerca de las enseñanzas de los Seres superiores y más exaltados que velaron sobre la infancia de la humanidad.

 

Como la percepción ordinaria está limitada por la consciencia del cerebro y su condicionamiento inevitable, sólo puede ver y experimentar su esfera de fenómenos (del griego phainomenon, “algo que aparece a la vista”) y es por lo tanto profundamente influenciado por el tiempo y sus procesos. En la tradición hindú tal percepción se ha comparado a un estado de esclavitud a la ilusión (avidyâ), y en la tradición platónica a la prisión en una caverna en la que las sombras son las únicas realidades que se perciben. En contraste con esto está la “contemplación luminosa de aquellos videntes” que “penetraron en el centro mismo de la materia, y analizaron el alma de las cosas”. Cuanto más investiga la ciencia en la naturaleza fundamental de la materia, más descubre una sorprendente red de interdependencia e interconexión que impregna todo el universo. Por lo tanto la soledad es sólo un concepto hecho por el hombre, no existe en ninguna parte en la totalidad de la vida. Ciertamente es una ironía que un siglo y un cuarto después de la publicación de La Doctrina Secreta es la ciencia la que se está acercando bastante a la sublime metafísica del corazón de la gran obra de HPB, mientras que los científicos de sus días rechazaron el trabajo sin contemplaciones.

 

Otra afirmación importante hecha por HPB en la cita previa es que la Enseñanza de la Sabiduría “no es fantasía de uno o de varios individuos aislados”. Es, dice, “el archivo no interrumpido durante millares de generaciones de videntes”. Las implicancias aquí son, que cada nueva generación de videntes no acepta simplemente los descubrimientos de las generaciones previas, sino que va hacia las enseñanzas de nuevo, convalidando así por medio de su propia y clara percepción espiritual, las verdades eternas que le fueron trasmitidas. Este proceso vivo de transmisión por una búsqueda profunda se llama paramparâ en sánscrito, que muestra que la Tradición de la Sabiduría no es un sistema basado en creencias, sino un linaje de aprendizaje espiritual y vital respecto a las verdades esenciales de la vida. HPB usa dos palabras importantes para describir el proceso utilizado por los videntes antiguos: prueba y verificación. Eso significa aplicar nuestra mente, percepción y las facultades espirituales más profundas para encontrar la verdad sobre la enseñanza, sus implicaciones para la comprensión de la conciencia y comportamiento humano, y su transformación consecuente. Desde sus orígenes mismos en la antigüedad, la Teosofía nunca estimuló la conformidad, pasividad mental o creencia ciega. No es por nada que muchas veces se la ha llamado Sabiduría viva, una percepción inmaculada de las grandes profundidades que yacen en el corazón de la vida y la consciencia.

 

Este mismo espíritu estuvo presente en los comienzos de la ST. Como escribió HPB en la primera publicación de The Theosophist (El Teósofo) (“Qué son los teósofos?”, octubre 1879), “la idea raíz misma de la Sociedad es la investigación libre y valiente”.

 

Al resumir sus ideas sobre los orígenes de la Filosofía Esotérica, HPB expresa:

 

Que durante largas edades, los “Hombres Sabios” de la Quinta Raza, pertenecientes a los restos salvados y librados del último cataclismo y alteraciones de los continentes, pasaron sus vidas aprendiendo, no enseñando. ¿Cómo lo hacían? Se contesta: comprobando, examinando y verificando en cada uno de los departamentos de la Naturaleza las antiguas tradiciones, por medio de las visiones independientes de los grandes Adeptos; esto es, de los hombres que han perfeccionado hasta el mayor grado posible sus organizaciones físicas, mentales, psíquicas y espirituales. No era aceptada la visión de ningún Adepto hasta ser confrontada y comprobada por las visiones de otros Adeptos, obtenidas de modo que se presentasen como evidencia independiente y por siglos de experiencia.

 

La primera idea que se destaca en la afirmación precedente es que los antiguos Videntes “pasaron sus vidas aprendiendo, no enseñando”. Uno puede aprender por medio de observación, examen, estudio, escucha y comprensión. Si estas actividades están limitadas por la conciencia cerebral, el campo del aprendizaje se vuelve muy limitado. Pero puede haber una forma de conciencia que no esté limitada a los procesos cerebrales basados en la memoria, y que se vuelven profundamente responsivos a los vastos modelos existentes dentro de la Mente Universal. Tales modelos son leyes y principios que supervisan e incentivan los modos casi incomprensibles en que la Evolución tiene lugar. Mucho antes que uno se pueda aventurar a enseñar sobre estas verdades y realidades, uno debería sumergirse en este campo del aprendizaje por medio de una consciencia expandida como Auto-conocimiento, porque no se puede conocer el todo sin conocerse a sí mismo. HPB trasmitió este mismo espíritu en la dedicatoria de la Clave de la Teosofía (1889): “Dedicado por HPB a todos sus discípulos para que puedan aprender y enseñar a su vez”.

 

El método de aprendizaje de los antiguos Videntes fue descripto por HPB como “comprobando, examinando y verificando en cada uno de los departamentos de la Naturaleza las antiguas tradiciones, por medio de las visiones independientes de los grandes Adeptos”. También se hace referencia a la Filosofía Esotérica como la Ciencia Oculta en La Doctrina Secreta y el método mencionado precedentemente ayuda a explicar el porqué. El filósofo francés Maurice Merleau-Ponty expresó en cierta oportunidad que “la ciencia manipula cosas pero se rehúsa a ocuparse de ellas”. Aunque la ciencia moderna admite que la consciencia es necesaria para observar y medir, una de sus ramas sofisticadas, la neurociencia, todavía ve la consciencia como un sub-producto de la química cerebral. A diferencia de la ciencia moderna, los antiguos Videntes vieron en la consciencia un vehículo para profundizar la percepción, que los conducía directamente a ver por ellos mismos las verdades eternas de la naturaleza y del universo. Por lo tanto la Tradición de la Sabiduría no es una expresión vacía o un slogan. Trasmite la noción precisa de que la enseñanza sublime que nos ha llegado a través de muchos años es el fruto de una investigación dinámica en cada aspecto fundamental de la naturaleza, que sólo fue posible por la existencia de individuos totalmente despiertos espiritualmente que eran libres del determinismo de la materia, y que tuvieron con los ojos del Espíritu una visión en la que la Verdad y el Ser son uno e indivisible. Tal fue su yoga.

 

Finalmente, HPB aclara sin ninguna sombra de duda, que la búsqueda incondicionada es la vida misma de la Teosofía como Sabiduría Eterna: “No se aceptaba la visión de ningún adepto hasta que era chequeada y confirmada por las visiones (obtenidas con la realización de una evidencia independiente) de otros adeptos, y por siglos de experiencias.” Lamentablemente, como toda tradición religiosa, es fácil perder de vista este principio perenne de “libre e intrépida investigación”. Los libros entonces se vuelven sagrados debido a la autoridad impuesta atribuida a ellos, no porque señalen hacia una experiencia de trascendencia que elimina todas las barreras entre nosotros y toda forma de vida, que revela toda la existencia como un terreno sagrado, un lugar en el que mora el Espíritu increado que expresa riquezas que están más allá de toda descripción, “una fuente de compasión infinita”.

 

A pesar de todas sus fallas, que son nuestras fallas, la Sociedad Teosófica continúa teniendo un mandato firme: ayudar en el trabajo de regenerar la mente humana liberándola de los grilletes del egoísmo. Como una verdadera sierva de la humanidad, HPB probablemente nunca hubiera querido ser ubicada sobre un pedestal literario y oculto, y que sus libros fueran considerados como la última palabra sobre Teosofía. Tal vez la ST ha logrado alcanzarlo porque acepta una gran diversidad de enfoques en los estudios teosóficos. Pero si ha de permanecer fiel a su trabajo esencial no puede ser desagradecida a la memoria de una mujer que sacrificó todo a fin de traer a un mundo escéptico, arrogante y abiertamente materialista, la luz de las Enseñanzas de la Sabiduría.

 

En uno de sus mensajes finales a los miembros de la ST, ella manifestó: “Después de todo, cada deseo y pensamiento que puedo expresar se resume en esta sola oración, el deseo siempre presente de mi corazón, “¡Sean teósofos, trabajen por la Teosofía!” Que la Sociedad pueda continuar teniendo dentro de sus rangos a quienes escuchen su llamado vital.

 

Referencias

[1] Happold, F. C. Mysticism – A Study and an Anthology (Misticismo, un estudio y una antología), Penguin Books, London, 1973, p. 337.

 

 

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