Vol. 134 - Número 09 - Junio 2013 (en Castellano) |
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Los medios determinan el fin
RICARDO LINDEMANN Ingeniero de profesión, conferencista nacional y ex Secretario General de la Sección brasileña de la ST. Charla impartida en la Convención Internacional, Adyar, diciembre 2012
El Sr. J. Krishnamurti enfatizó que “los medios determinan el fin”[1], lo que sería lógico si verdaderamente comprendiéramos la ley de karma, pero en el mundo de la política en todos lados parece existir la tendencia a afirmar que el fin justifica los medios, y así el mundo sufre las consecuencias. Es insoportable saber que, según la UNESCO, 40.000 niños mueren de hambre todos los días por problemas derivados de la desnutrición, en zonas en vías de desarrollo, mientras que el mundo gasta en armas un millón de dólares por minuto. Por consiguiente, por cada niño que muere por desnutrición existe la cantidad correspondiente de 35.000 dólares gastada irresponsablemente en armas, guerra y violencia. Esta situación de sufrimiento está establecida por los medios políticos que el mundo usa, porque es evidente que si esta cantidad de dinero se destinara a cada niño, no sería necesario que se produjera su muerte. Sorprendentemente, en la prensa, no se incluyó ningún tema considerado ilegal, como por ejemplo, la corrupción política, el tráfico de drogas y los otros vicios del submundo en lo que sería aún mayor el dinero invertido. Solamente hubo información sobre lo que se gasta en la venta de armas, lo que en nuestro mundo se considera un producto legal y normal de la industria. Como dijo el Mahachohan:
En verdad, la religión y la filosofía deben ofrecer la solución a cada problema. El deplorable estado moral de la humanidad es una evidencia concluyente que ninguna de sus religiones y filosofías, las de las razas civilizadas menos que ninguna otra, no han tenido nunca la VERDAD. Las explicaciones lógicas y correctas respecto a los problemas de los grandes principios dualistas, justo e injusto, bien o mal, libertad y despotismo, sufrimiento y placer, egoísmo y altruismo, le son tan imposibles de dar hoy… como lo fueron siempre; pero en algún lugar debe haber una solución compatible para ellos, y si nuestras doctrinas prueban ser capaces de ofrecérsela, entonces el mundo reconocerá bien pronto en ellas la verdadera filosofía, la verdadera religión, la verdadera luz, la que da la verdad, y nada más que la verdad. [2]
El Mahatma KH también enfatizó la importancia filosófica de la ley de karma, a saber: “nosotros reconocemos una única ley en el Universo, la ley de la armonía, del ´perfecto´ EQUILIBRIO”.[3] Parece que al menos a la mitad de los seguidores de las religiones del mundo ya se les enseña la doctrina del karma desde el principio mismo de sus vidas. Además, en todas las religiones se menciona la idea de la justicia divina. Entonces, ¿qué está faltando en este mundo para que se comprenda el karma? Krishnamurti señaló:
En realidad no crees en el karma aunque hablas mucho sobre él. Si de verdad, en realidad, vitalmente, creyeras en él como crees en ganar dinero, en la experiencia sexual, entonces, cada palabra, cada gesto, cada movimiento de tu ser tendría importancia, porque vas a pagarlo en la próxima vida. Así esa creencia originaría una disciplina enorme, pero no crees, es un escape, tienes miedo, porque no quieres soltar. [4]
El Dr. I. K. Taimni da otro ejemplo común y oportuno de interpretar mal el karma:
Muchas personas en la India se horrorizarían si se les solicitara que maten un cabrito, pero sin embargo se permiten creer que no tienen responsabilidad kármica si comen la carne, porque es el carnicero quien mató al cabrito. Por cierto, esto ilustra la capacidad enorme de auto-engaño que tienen los seres humanos cuando aparecen sus prejuicios o donde sus caprichos están en juego.[5]
Por lo tanto, nuestra percepción de la vida parece ser superficial, y en el caso de la ley de karma no es la excepción. La Dra. Besant expresó: “Tal vez pocas cosas son tan peligrosas como algo de conocimiento de la Ley de Karma. Y lamentablemente muchos de nosotros nos hemos quedado en el punto de algo de conocimiento”.[6] Incluso la Ciencia descubrió en la Naturaleza la ley de acción y reacción, conocida como la tercera ley de la mecánica de Newton, y Einstein reveló la convertibilidad mutua de la energía y la materia [E=mc2]. La tercera ley, descubierta por Newton, gobierna las relaciones de las partes de un todo, o aún de cuerpos diferentes, a saber: “A cada acción siempre se opone una reacción, o las acciones mutuas de dos cuerpos son siempre iguales, y dirigidas a partes contrarias.” [7] Entonces, se podría describir al Universo por analogía como un océano de energía, o luz, simbolizando la unidad fundamental de todo. Percibir este océano de luz es iluminación. Sri Krshna, personificando a la Conciencia Universal en el Bhagavadgitâ dice: “El que Me ve en todos lados y ve todo en Mí, nunca lo soltaré, y él nunca Me soltará”.[8] En este gran océano de luz o energía, se nos podría ver como formas vivientes de condensación de esa energía, como fragmentos de hielo flotando en un océano. Somos diferenciaciones temporales dentro de ese gran océano de luz. En esta analogía, el hielo podría representar a nuestro cuerpo, el agua líquida, nuestra alma, y el vapor nuestro espíritu, condensaciones diferentes de una misma cosa. En tal figura, el Karma sería como una ola que distribuye tumultos por todos lados y regresa por reflejo desde las orillas del océano a la partícula misma donde el tumulto se originó. Esto sucede para conservar la unidad de ese lago de luz, donde todo es interdependiente. ¿Podemos ver que el Karma es uno de los caminos de la Naturaleza para conservar la unidad en la diversidad? De alguna manera, Madame Blavatsky fue capaz de anticiparse a la Ciencia cuando en 1888 publicó en su magnum opus, La Doctrina Secreta, una idea similar en que la Materia es la condensación del Espíritu:
Estos seres son los “Hijos de la Luz”, porque emanan desde ese Océano de Luz infinito y se autogeneran en él, donde en uno de sus polos está el Espíritu puro perdido en lo absoluto del No-Ser, y en el otro polo está la Materia en la cual él se condensa, cristalizándose en un tipo cada vez más grosero a medida que desciende hacia la manifestación.[9]
Otra idea importante que se encuentra en La Doctrina Secreta es que hay un Plan Divino, o en otras palabras, una Mente Universal que da forma a la Materia en el Universo:
Los Dhyan Chohans son duales en su carácter, se componen de (a) la Energía bruta irracional inherente en la materia y (b) el Alma inteligente, o Conciencia cósmica, que dirige y guía a esa Energía, y que es el Pensamiento Dhyan Chohánico que refleja la Idea de la Mente Universal. Esto resulta en una serie perpetua de manifestación física y efectos morales sobre la Tierra, durante períodos manvantáricos, la totalidad del ser supeditado al Karma.[10]
Por lo tanto, la Naturaleza tiene inteligencia propia, la que se expresa en sus funciones naturales a las que debemos respetar, y por cierto se nos invita a tomar la iniciativa de colaborar con la Mente Universal dándole forma a la Materia, y así moldear el futuro desde el presente usando la ley de karma, creando causas correctas para lograr efectos correctos. Así, elegiríamos los medios correctos, aún los medios correctos de vida, si debemos lograr el objetivo de la evolución humana. Como lo dijo Krishnamurti “lo que es realmente importante es este conocimiento, el conocimiento del plan de Dios para los hombres. Porque Dios tiene un plan, y ese plan es la evolución”.[11] Esto significa que no es de suponer que no esperaremos solamente la respuesta mecánica del karma, algunas veces la inercia se excusa diciendo, que es la “voluntad de Dios”, pero para usar ese margen de libre albedrío que ya tenemos para crear un nuevo karma kriyamâna (o karma que se genera), para cambiar el karma prârabdha (o karma maduro) como lo señaló el Maestro KH: “Siempre es más prudente trabajar y forzar la corriente de hechos que esperar la oportunidad”.[12] Es importante percibir que los resultados finales de lo que nos sucede no están absolutamente predestinados, sino que son en realidad una resultante compleja de una composición vectorial de fuerzas del karma (Sanchita, Prârabdha , Kriyamâna y también diferentes clases de karma colectivo). Como la Dra. Besant expresó tan claramente en su analogía de la destreza del marinero cuando cambia las velas:
El esfuerzo es siempre sabio. No importa si parece inútil, has disminuido el peso contra ti. Todo esfuerzo tiene su resultado completo, y mientras más sabio seas, mejor puedes pensar, desear y actuar. Si piensas en el karma de esta manera, nunca te paralizará sino que siempre te inspirará. “Pero”, dices, “después de todo, hay algunas cosas en las que mi destino es demasiado fuerte para mí”. Algunas veces puedes burlar al destino, cuando no te lo encuentras cara a cara. Cuando el marinero navega con vientos en contra, no puede cambiar el viento, pero puede cambiar las velas. La dirección del barco depende de la relación de las velas con el viento, y, virando cuidadosamente, casi puedes navegar con viento en contra, y con algo más de esfuerzo, llegas al puerto. Eso es una parábola sobre el karma. Si no puedes cambiar tu destino, cambia tú mismo y conócelo desde un ángulo diferente y deslizándote con éxito te alejarás de donde el fracaso parecía inevitable. “Yoga es destreza en la acción”. Y esta es una manera en que el hombre sabio gobierna a sus estrellas en lugar de que ellas lo gobiernen a él. Las cosas que son realmente inevitables y en las que no puedes cambiar tu actitud, resiste. Son muy pocas. Cuando haya un destino tan poderoso que lo único que puedes hacer es someterte a él, y ceder, aún así aprende de él, y de ese destino obtendrás una flor de sabiduría que tal vez un destino más feliz no te hubiera permitido arrancar. Y así en todos los sentidos descubrimos que podemos conocer y conquistar, y aún en la derrota podemos recoger la flor de la victoria.[13]
Pero aún elegir la dirección correcta de nuestro barco en la vida para que llegue al objetivo de nirvâna, el fin de la evolución humana y el comienzo de la del superhombre, debemos elegir el medio correcto para llegar a Samâdhi o éxtasis. De acuerdo con los Yoga-sutra-s: “Se logra Nirvitarka Samâdhi cuando se aclara la memoria, cuando la mente pierde su naturaleza esencial (subjetividad) por así decirlo[14]. Este nivel inicial de samâdhi se alcanza por un desarrollo preliminar del discernimiento espiritual, a través de la claridad de la memoria correcta, la auto-observación y la purificación de nuestra intención. Así, sin este discernimiento espiritual, ¿cómo podemos siquiera comenzar el camino espiritual y elegir el medio correcto? El Maestro KH señaló:
¿Cómo puedes discernir lo real de lo irreal, lo verdadero de lo falso? Solamente con el auto-perfeccionamiento. ¿Cómo lo obtienes? En primer lugar resguardándote cuidadosamente de las causas de la auto-decepción. Y esto lo puedes hacer en una hora u horas acordadas, cada día, pasándolo solo en auto-contemplación, escribiendo, leyendo, con la purificación de tu intención, el estudio y corrección de tus faltas, la planificación de tu trabajo en la vida cotidiana. Estas horas debieran reservarse sagradamente para este propósito, y nadie, ni siquiera tu amigo o amigos más íntimos debieran estar contigo esos momentos. Poco a poco se aclarará tu percepción interna, encontrarás que la neblina se va, tus facultades internas se fortifican, tu atracción hacia nosotros gana fuerza, y ciertamente reemplaza a tus dudas.[15]
La Dra. Radha Burnier, Presidente internacional de la Sociedad Teosófica, comenta: ´Krishnaji expresó: “el primer paso es el último paso”, y la dirección que se toma con el primer paso es lo que importa.´[16] Por esto, el primer paso debe tener en sí mismo la naturaleza del último, de lo contrario tomaremos el camino equivocado hacia nuestro objetivo. No es posible alcanzar la Verdad Suprema caminando en falso. No es posible alcanzar la paz de Nirvâna caminando en contradicción y conflicto. En cierta medida, la calidad de la paz debe estar presente desde el primerísimo paso, si queremos alcanzar el Nirvâna. Esto existe porque nuestra brújula será la afinidad con la naturaleza del fin que queremos lograr; de lo contrario, perderemos el camino. Es por eso que el Sr. J. Krishnamurti también expresó: “el medio determina el fin”.[17] Perderemos el objetivo si no hay coherencia entre los pasos que se toman, es decir, entre el medio que se usa y el objetivo a ser alcanzado. El dicho común usado tan a menudo en el mundo hoy, que “el fin justifica los medios”, es el camino mismo a perder el objetivo verdadero y a encontrar el sufrimiento. Indica una ignorancia profunda de la Ley de Karma. Porque cosechamos solamente lo que sembramos.
Referencias [1] Krishnamurti, J., La Educación y el significado de la vida. Krishnamurti Foundation India, Chennai, 2009, p. 23) [2] Jinarâjadâsa, C., Carta del Señor Mahachohan, Edit. Comisión de Difusión y Propaganda de la ST en Argentina, 1963, p. 17. [3] Cartas de los Mahatmas a A. P. Sinnett, en orden cronológico, Carta Nº 90, TPH, Adyar, 2006, p. 282. [4] Krishnamurti, J., El despertar de la Inteligencia, “Libertad”, Pt. V, cap.2, 2da Charla pública Madras, 10 enero 1968. [5] Taimni, I. K., La ciencia de la Yoga, TPH, Chennai, 2010, p. 233. [6] Besant, A., La Vida Teosófica, TPH, Chennai, 1988, pp 35-6. [7] Newton, Isaac, “Mathematical Principles of Natural Philosophy”, en Grandes Libros del Mundo Occidental, Chicago, Enciclopedia Británica, 1984, vol. 34, p. 14. [8] El Bhagavadgitâ, traducción de Annie Besant, TPH, Chennai, 2004, VI. 30, p. 72. [9] Blavatsky, H. P., La Doctrina Secreta, TPH, Madras, Adyar, Edic. 1962, II.204. [10] Ídem, I.322. [11] Krishnamurti, J., A los Pies del Maestro, TPH, Chennai, 2001, p. 5. [12] Beechey, K. A., comp. Meditaciones Diarias – Extractos de las Cartas de los Maestro de la Sabiduría, TPH, Chennai, 2005, p.124. [13] Besant, A., La vida teosófica, TPH, Chennai, 1988, pp. 42-6. [14] Taimni, I. K., La Ciencia de la Yoga, TPH, Chennai, 2010, I.43, pp. 109-10. [15] Jinarâjadâsa, C., Cartas de los Maestros de la Sabiduría, Primera Serie, Carta 31, TPH, Chennai, 1988, p. 74. [16] Burnier, Radha, Regeneración Humana, TPH, Chennai, 1999, p. 36. [17] Krishnamurti, J., La Educación y el Significado de la Vida, Krishnamurti Foundation India, Chennai, 2009, p. 23.
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