Vol. 134 - Número 05 - Febrero 2013 (en Castellano) |
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Desde la Atalaya
RADHA BURNIER
La verdadera religión resalta los valores La historia religiosa demuestra que el énfasis ha ido variando de vez en cuando, a medida que los mensajeros de la enseñanza de la Sabiduría se mezclaban con los hombres para ayudarles a elevar la conciencia humana. Hubo maestros como Sankara, que insistían en el auto conocimiento o âtmabodha. Hubo maestros como Jesús, que enfatizaron la importancia del amor, el servicio y la pureza de mente que conducen al Reino de los Cielos que está en nuestro interior y en ninguna otra parte. Otros maestros han hablado de la magnificencia y grandeza del cosmos; y otros como Buddha, que hablaron del dolor y de cómo liberarse de él. El Profeta Mahoma habló de la sumisión a la realidad universal que llamaba Allah. Quienes siguieron el sendero místico, que son numerosos, insistieron en muchas otras cosas; por ejemplo los Taoístas han hablado brevemente, pero de forma muy conmovedora, de su relación con la naturaleza. Estos distintos enfoques, el énfasis que se le daba en un momento en particular a una cosa determinada o a un aspecto del sendero, pueden todos tener un valor profundo y ser aspectos válidos del sendero. Naturalmente, los grandes maestros y sus discípulos avanzados sabían mucho mejor que nosotros lo que necesitaban más las personas a quienes les hablaban en esa época. Todos eran iniciados o personas iluminadas. Después empezaron peleas o conflictos en mayor o menor medida sobre quién tenia razón o no, y la persona a quien debían que seguir o no. Es una presunción, y podemos decir que es una presunción muy egoísta que personas comunes como nosotros imaginemos saber mejor que nadie qué se debería pensar y qué es lo que la gente necesita más. Por supuesto, las necesidades, tanto las espirituales como las externas, varían a medida que el mundo va experimentado cambios. La necesidad de hoy no es la del mundo medieval, el mundo medieval no necesitaba tampoco lo mismo que el mundo antiguo. China no necesitaba en un momento determinado exactamente lo que necesitaba Grecia. Dicen que en el siglo VI a. C. hubo un notable resurgimiento de las enseñanzas espirituales en varios puntos del mundo. Pitagoras, Confucio y muchos otros transmitieron mensajes muy importantes, pero uno no era menos que el otro. Hablaban todos de forma distinta, pero, tal como dicen los Upanishads, hay una única verdad, de la cual hablan los seres iluminados de maneras distintas. Si no hay un cambio de planteamiento, si toda la cuestión de la regeneración humana no se enfoca desde distintos ángulos, al ser la mente de las personas tan fija y rígida, es más probable que conviertan lo que han oído en un dogma y hagan de ello un credo y una creencia. Una de las funciones importantes que tenemos en la Sociedad Teosófica es no sólo limitarnos a buscar las perlas entre la basura que puede haber en las numerosas religiones, sino también señalar que cada una de esas religiones ha destacado algo de gran valor que debemos conocer. Es ridículo, por consiguiente, intentar denigrar ninguna religión en particular.
La religión es esencial La religión, en el verdadero sentido del término, le indica a la mente humana que tiene la posibilidad de expandirse en la región del conocimiento y del amor infinito. Eso es, esencialmente, lo que la religión trata de hacer. Pero es nuestra tarea extraer las enseñanzas esenciales y destacar el profundo valor de esas enseñanzas. Esto es lo que realmente significa el estudio de la unidad esencial de las religiones. Unidad no significa identidad, como piensa mucha gente. En cierto nivel esto está bien. Pero la unidad de las religiones consiste en el sendero, si nos dirigimos hacia un nivel mas profundo. Consiste en el hecho de que todas señalan un sendero hacia lo Eterno y lo Infinito, pero el sendero empieza desde un punto distinto de la circunferencia. Y existe un número infinito de puntos en esa circunferencia, expresados de maneras diferentes. Enfatizan cosas distintas, porque tal vez si presentaran la totalidad, la gente se perdería. Pero según la necesidad del momento y de la civilización, el énfasis varía. Que alguien diga que mis enseñanzas son las verdaderas y que las demás son erróneas, o cosas parecidas, no es más que un ejercicio inútil. Si consideramos una de las diferencias importantes en el énfasis, tenemos dos planteamientos: uno que habla de la magnificencia, la naturaleza inescrutable y el misterio del universo y el otro que apenas lo menciona, pero que habla del auto conocimiento. Dado que algunos maestros han enfatizado la importancia del auto conocimiento, eso no significa que negaran el misterio del cosmos o que no fueran conscientes de su profundidad, seria absurdo. Dicen que el Buddha, por ejemplo, desalentaba a la gente a debatir cuestiones abstrusas o lejanas. Él expresó que un hombre herido por una flecha (y este es un famoso ejemplo), cuando la flecha atraviesa el cuerpo, el herido no se dedica a considerar cosas abstractas. Hay que atender el problema de inmediato. Si estás muy enfermo, primero tienes que curarte, antes de poder hablar de algo de orden superior. Un cuerpo enfermo no puede tratar cosas profundas. El Buddha no negaba la existencia de leyes cósmicas ni la naturaleza extraordinaria e inescrutable de los procesos cósmicos. Hablaba sobre la base de ciertos supuestos que ya existían entre los indos, por ejemplo que el universo está gobernado por la ley. La ley funciona no sólo a nivel físico y material, sino también a nivel moral e interno. Una ley que pone orden en todo mantiene el equilibrio. Era de conocimiento común y el Buddha no hablaba de ello. No lo negaba ni lo enfatizaba; daba por hecho que la gente sabía estas cosas. Y volviendo a tiempos muy recientes, se ha dicho muchas veces que Krishnaji negaba el misterio del cosmos. Pero en ciertas ocasiones hizo comentarios muy breves que demostraban su existencia. En otras palabras, para él era un supuesto. Sydney Field menciona en su libro que en medio de una conversación Krishnaji daba por supuesta la reencarnación. Ni siquiera se puede pensar en ella sin comprender también la evolución o el desarrollo interno y la ley de karma. Decía que la reencarnación es un hecho, pero no es la verdad. Millones de personas hablan de la reencarnación, pero aunque no se hable de ella, se la ve como parte de un vasto proceso ilimitado, que fluye en cierta línea. Si vemos que todo está en él, que todas las leyes y todos los aspectos integrados del proceso forman parte del orden divino, entonces lo miramos bajo una luz distinta. Cuando consideramos este punto, podemos observar el significado esencial de las palabras cosmos y universo. Utilizamos estas palabras de forma muy libre cuando hablamos de estos temas. Cosmos sugiere que no hay caos, no sólo existe el cosmos cuando no hay caos, sino que cosmos sugiere que hay un orden, una cohesión, una interrelación, una reciprocidad entre muchas cosas distintas, no sólo a nivel superficial sino incluso en profundidad. Tal como señala David Bohm, existe el orden en las distintas dimensiones, pero todo esto está implicado en la palabra cosmos. Cuando estudian el cosmos en ciertas culturas, en la hindú, budista, islámica y cristiana, hablan de otros niveles de existencia. Tanto si se toma literalmente o no, simbolizan el hecho de que en el cosmos no existe solamente el nivel que perciben nuestros sentidos, accesible a nuestro pensamiento, sino que hay niveles sutiles que nosotros, por el momento, no somos capaces de alcanzar. Hemos de desarrollar otras facultades para poder ponernos en contacto con ellos.
Observar el cosmos El cosmos es algo maravilloso. Sir Martin Rees, astrónomo real, señala que el equilibrio del universo se halla más allá de toda imaginación. Está tan finamente equilibrado y depende de números tan minúsculos que si alguno de esos números cambiara en 0,000001, o algo parecido, el universo se desplomaría o se expandiría hasta dejar de existir. ¿Qué es lo que mantiene al universo en ese estado de equilibrio? Para que exista la vida en esta tierra, tienen que existir exactamente las condiciones adecuadas, de lo contrario la vida no puede perdurar. ¿Qué le hace sobrevivir, qué lo mantiene funcionando no sólo unos siglos sino unos kalpas? Los hindúes habrían dicho que es Vishnu, Vishnu el preservador, es Vishnu quien lo sostiene todo. Eso solamente significa que hay distintos aspectos de la energía creadora. Está la energía que es fuerza, es la que sostiene, y si no existiera esta energía que se llama Vishnu y que está en todas partes, en cada átomo y en cada partícula, tampoco existiría ninguna criatura, todas las formas dejarían de ser. Hay algo en el nivel espiritual más elevado y sutil que mantiene este orden, que va de lo inferior a lo más elevado. Los estudiantes de biología, psicología, etc. saben que el orden existe, pero no conocen su alcance. El otro día un médico me comentaba lo maravilloso que es la forma en que se ha desarrollado el cuerpo, vuestro cuerpo, mi cuerpo, el de todas las criaturas. ¿Es el cuerpo o el proceso lo que ha desarrollado una resistencia a cualquier cosa que pudiera perjudicarle o destruirlo? Ese mecanismo, decía, es una maravilla. Debido a que no se trata de un mecanismo simple, hay corpúsculos en la sangre que se juntan para combatir las bacterias o algo tan simple como eso. Pero el cuerpo tiene un sistema de resistencia, de rechazar al enemigo y de mantenerse. Es muy fácil relativizarlo diciendo que todo está en los genes. Pero es todo el sistema de preservación el que pasa antes que tenga lugar la disolución y ocurra una nueva reencarnación (si queremos expresarlo así) del universo. La palabra universo significa unicidad, el cosmos como un todo, porque para que exista este tipo de orden, esta cohesión, tiene que haber un todo, como ocurre con numerosos organismos a un nivel muy inferior. Así todo el universo o todos los universos son un todo. Pero la palabra universo sugiere algo más, sugiere que hay en él una unidad, una esencia indivisa que ha estado y está siempre en ese estado indiviso. El cosmos sugiere una totalidad en la cual hay acontecimientos milagrosos y una inmensa diversidad, el universo existe. Esencialmente, todos forman una unidad. La más minima reflexión sobre todo esto nos hace darnos cuenta que ésta es la importancia del cosmos. Comprenderlo bien es ya en sí mismo una manera de hacernos romper el caparazón del yo. Distintos maestros han señalado diferentes aspectos del cosmos. Los maestros de Yoga hablaron de la relación que tenemos con los elementos, como si estuviéramos cerca de una corriente. La inmensa superficie del océano, con su ilimitado horizonte, la contemplación del cielo, de la luna y el sol, reflexionar sobre el movimiento de las estrellas tal como hacían ellos, te hace sentir que todo es una cosa viva y que contiene un grandísimo misterio. E incluso estudiándolo de forma intelectual como hicieron Einstein y otros, percibieron que con el estudio, el misterio se iba expandiendo. Y por esto Einstein decía que es este misterio lo que da el verdadero sentido religioso. Y cuanto más se abre el corazón a lo ilimitado, a lo que es el cosmos tanto al nivel mínimo como al más inmenso, más capacitado está uno para salir de sí mismo. Y eso es la libertad. Romper el caparazón del egoísmo es la iluminación. ¿Qué es lo que nos impide ser totalmente distintos? Es una barrera que tenemos en nuestro interior, y el yo o ego sólo puede funcionar allí dentro. Y tenemos miedo de liberarnos de él, aunque existen maestros que han hablado de ello.
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