Vol. 134 - Número 04 - Enero 2013 (en Castellano) |
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Alocución Presidencial 137º Convención Anual de la Sociedad Teosófica Adyar, 26 de diciembre 2012
Me gustaría darles a todos la bienvenida a esta Convención Anual N° 137 que, al igual que las otras realizadas hasta ahora, ha tenido una gran afluencia de asistentes. Reunirnos es de gran importancia, no sólo para exponer el trabajo llevado a cabo, sino para algo más importante, para recibir las influencias superiores que proceden de lo superior. Una Convención celebrada con el espíritu adecuado puede crear un ambiente lleno de bendiciones, e influir sobre muchas personas, no sólo en las reuniones, sino fuera de ellas. Podemos así formar parte de las enseñanzas de los Grandes Seres y convertirnos en el canal de su poderosa influencia.
Que aquellos que son la representación del Amor Inmortal bendigan con su ayuda y guía a esta Sociedad, fundada para ser un canal de su trabajo. Que Ellos la inspiren con su Sabiduría, le den fuerza con su Poder y energía con su Actividad.
Me siento feliz de iniciar esta Convención Anual N. 137 de la Sociedad Teosófica.
La Convención es una ocasión para que todos dediquemos nuestros pensamientos a lo que la Sociedad debe hacer con el fin de realizar su trabajo de la manera prevista. Hasta ahora ha estado contribuyendo a hacer un mundo más feliz, tal vez un poco mejor de lo que era antes. Si miramos hacia atrás, podemos ver que la Sociedad ha conseguido muchas cosas, especialmente en Occidente. Ha sido responsable del cambio en las ideas de mucha gente, y con ello se ha dado un paso adelante en la dirección necesaria. Ha jugado un papel en el cambio de actitud de la gente en general, que ha pasado de una obediencia ciega a los líderes religiosos de distintas comunidades al libre examen de nuestra manera de pensar y de lo que pensamos. Este proceso no ha terminado en absoluto. El hombre, especialmente el hombre moderno, el investigador, ha entendido la vida desde un punto de vista científico y tal vez deba echar una mirada necesaria para ver si puede lograr lo que se espera de los seres humanos en el viaje evolutivo. El ser humano debe mirar la totalidad de la vida y sólo entonces podrá percibir el sendero que la humanidad tiene que hollar. Ciertamente nosotros hemos mirado la vida desde una visión más nítida y más avanzada. Pero las distintas ciencias que están contribuyendo a un planteamiento más moderno ni siquiera intentan ponerse de acuerdo para llegar a un punto de vista amplio. La parte más sorprendente del avance científico es que actualmente su planteamiento permite ir a la guerra con armas tan sofisticadas que se pueden lograr muchas cosas, pero también destruir lo que no se puede reemplazar. Han existido y siguen existiendo otras clases de vida en el mundo, pero eso no ha hecho que el ser humano sea más sabio por conocerlas. La mayoría de la gente piensa que sabe, pero lo que conoce está todo al mismo nivel. No sabe la dirección en la que deberían moverse los humanos, los objetivos que necesitan incorporar, ni tampoco el propósito y belleza que son parte intrínseca de esta maravilla que es la vida. De hecho, el hombre no se da cuenta de que él forma parte de una gran creación, de un todo indiviso. El resultado de la actitud actual, con todos los avances en conocimiento tanto teórico como práctico, es hacerle creer al hombre que es el dueño de todo cuanto existe. Las numerosas formas de la Naturaleza y las criaturas que hay en ella, además del papel que pueden representar en el progreso de la naturaleza, se pierde o se malinterpreta o incluso desaparece. El número de criaturas perdidas es muy grande y no puede reemplazarse. Pero el hombre no sabe realmente lo que destruye, ya sea una forma de vida que le hará avanzar o no. Es sensato e importante averiguar lo qué es realmente necesario para tener un buen futuro. Mucho depende de lo que somos y lo que hacemos ahora. La mayoría de la gente no ve la necesidad de pensar en el futuro de la humanidad o en el futuro del planeta. Se comportan más o menos como si todo se hubiera detenido en dirección al futuro. Pero el hecho es que lo que hacemos ahora será muy importante para lo que nos ocurra en el futuro. La calidad de la vida, lo que tenemos en mente sobre el desarrollo de la humanidad y el desarrollo de todas las criaturas que existen ahora va a tener un gran efecto. Pero nosotros seguimos como si sólo nos importara el presente y sólo lo que podemos ver del presente. Pero eso no es así. Aunque creamos que podemos ver, hay una gran diferencia entre el hombre tal como es ahora y como será en el futuro. Los grandes maestros del mundo fueron aquellos que actuaron sabiamente aunque los demás no lo hicieran, y no quienes, aun viendo que no seguían la acción correcta, se sentían obligados a repetir aquellas acciones devolviendo con ello sólo lo que veían y no algo más elevado, más espiritual y verdadero. La famosa historia de Angulimala podría ilustrarnos esto. Después de hablar con el Buddha, dejó de tener la actitud de un futuro asesino. Su actitud se transformó de la de un asesino a la de un buen hombre y su bondad aumentó aún más. Es la respuesta de los que avanzaron espiritualmente. La persona elevada crece para hacerse espiritual y a su vez hace cambiar a quienes no actúan como él, porque sigue el camino de los puros e inteligentes. Cada uno de nosotros tiene el deber de ver más ampliamente y con más exactitud, de hacerse consciente de la diferencia entre el mejor y los demás. De hecho, la mayoría de los hombres espirituales que han ayudado a otros seres humanos fueron los que siempre actuaron correctamente después de observar y ver la diferencia entre lo mundano y lo espiritual. Debemos trabajar en la dirección de una mayor espiritualidad. Por consiguiente, el consejo que se nos da es el de no devolver más que lo bueno y lo verdadero. La persona que no sabe aprende más que nadie en el mundo, observando. Al avanzar puede haber diferencias. Por ejemplo, una persona que no devuelve mal por bien, no actúa tan bien como la persona que nunca hace el mal, pero progresa haciendo el bien de una manera mejor, en todos los aspectos. De esta manera el mundo ha mejorado lentamente. Pero la humanidad ha entrado ahora en una etapa en la que es necesario aprender gradualmente y en base a la repetición de acciones conocidas. La persona que sabe lo que es correcto actúa así, independientemente de lo que puedan hacer los demás. La vida de Giordano Bruno, que, según dicen, había sido Annie Besant en otra encarnación, es un buen ejemplo. Se dice que la gente verdaderamente religiosa del pasado a veces soportaba grandes penurias porque sabía que no estaba actuando mal. El bien siempre muestra lo correcto y lo verdadero, no lo que otros consideran imposible. Si sabemos por anticipado lo que debemos hacer, entonces el camino aparece claro. Todo el mundo lo descubre en algún momento, pero no deseamos posponer nuestra llegada a la entrada del sendero, y entonces intentamos comprender todo el proceso. En una situación corriente sabemos cuál es el fin y eso nos ayuda a diferenciar entre lo que está bien y lo que está mal. Lo mismo se aplica a cada parte del camino cuando sabemos adónde vamos. Aunque tal vez cometamos errores, podemos corregirlos en seguida, si no, nos limitamos a dar vueltas. Esta es la gran diferencia entre los que suben la montaña rodeándola lentamente, y no hacen directamente: la de saber dónde está la cima. Es pues importante saber qué es el sendero realmente. ¿Consiste en ir dando vueltas o en ir directamente a la cima? En Teosofía estamos seguros que el camino es ir directamente hacia arriba y no vagar sin saber si vamos directamente o no. Cada persona sigue a la otra, bien o mal. Pero un pequeño movimiento en falso puede ser corregido por nosotros o por el Maestro que nos indica la dirección amablemente. La Sociedad Teosófica se fundó en parte para ayudar a la gente que desea recibir ayuda y en parte para indicar si vamos bien o mal. Naturalmente habrá gente que, para sobresalir, nos muestra el método equivocado. Pero esto también nos ayuda si sabemos cómo recibir la ayuda. El sendero es extraño, porque todo puede ayudarnos o entorpecernos, según como lo interpretemos. Puede ser variado, pero la dirección no lo es, porque no procede de la mente humana. El verdadero Maestro es, como muchas otras cosas, una persona que señala el camino o que nos aleja de él. Depende de nuestra interpretación, que puede ser correcta o completamente errónea. Hubo un hombre que transitó el sendero durante mucho tiempo pero, de alguna manera, la sensación de que él sabía más que la persona a la que debía ayudar empezó a crecer en él sin que se diera cuenta, y un día tuvo una caída. Hemos de evitar cuidadosamente que esto suceda. Por esto hemos de observar constantemente y con atención para no seguir instrucciones equivocadas. La observación es, por lo tanto, algo fundamental. Todo el mundo debe cambiar de su condición actual a una nueva en un nivel diferente. La ST debe proveer parte del liderazgo que es necesario para que esto suceda, y por lo tanto tenemos una gran responsabilidad. Si lo logramos o no depende de la cantidad de entusiasmo y cuidadoso manejo en el trabajo de la Sociedad. Esto no se refiere en particular a la Sección o a la Rama en la que estamos, sino a la sociedad como un todo. Tener la valentía de trabajar en áreas que serán importantes en la vida de todo el planeta. Desde el mineral a los seres humanos, todos deben viajar hacia un estado de perfección y debemos ayudar a este proceso por la cualidad de toda nuestra vida y la ayuda que brindemos a los elementos de un orden inferior. RADHA BURNIER |
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