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El Teósofo - Órgano Oficial de la Presidenta Internacional de la Sociedad Teosófica
Vol. 133 - Número 02 -  Noviembre 2012 (en Castellano)

 
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El poder de la Mente

 

V. V. Chalam

 

Dr.  V. V. Chalam, miembro antiguo, Director del Instituto de Tecnología de la Universidad Hindú de Benarés. Conferencia dada en la Convención internacional, Adyar 2011.

 

La Voz del Silencio declara: “La mente es el gran destructor de lo Real…  destruye al destructor.” Tenemos que aniquilar la mente. Tenemos que silenciar la mente. Tenemos que vaciar la mente. Debemos ir más allá de la mente.

   En el Yoga Vāsishtha, el sabio Vāsishtha también recomienda mano-nāśa o “destruir la mente”. Vasishtha también dice: “Sólo una mente desenfrenada es la causa de degeneración, mientras que una mente controlada produce progreso.” Por lo tanto, tenemos que refrenar la mente. La mente tiene que lograr “una profunda serenidad libre de pensamientos” o amani-bhāva. Sólo entonces podemos tener la paz y la armonía que buscamos. El manejo de la mente es, por consiguiente, de máxima importancia para el crecimiento espiritual.

   El Buddha nos enseñó cómo aquietar la mente, detenerla para que deje de producir apegos, separaciones y sentimientos de aversión. Cuando este estado de calma se alcanza, la oscuridad de la ignorancia se disipa y la mente puede percibir la unidad subyacente. El núcleo de la enseñanza del Buddha es el auto-desenvolvimiento y la auto-purificación que lleva a la auto-realización. 

   En A los pies del Maestro, se dice: “Tú no eres esta mente, pero es tuya para que la uses… Debes vigilarla incesantemente, de otro modo fracasarás.” Debemos, por lo tanto, vigilar la mente. Entonces, para dirigir la mente se necesita auto-observación y conocimiento de sí mismo. Sólo entonces podemos llegar a dominar la mente.

   Tenemos que escudriñar la mente todo el tiempo y comprender el modo en que opera. La mente es invisible, es intangible. Está fuera de la esfera del mundo físico. No es algo que pueda someterse a ningún test científico.

   Se dice que si se comprende la mente, todas las cosas se comprenden. El Buddha dijo: “La mente precede a todos los fenómenos. La mente domina a la mayoría. Todo es producto de la mente.” Debemos, por lo tanto, volvernos hacia el interior, hacia los recodos más profundos de nuestra mente. Todos los problemas humanos tienen su base en la mente. Sólo la mente calma y silenciosa puede darse cuenta que la felicidad no está en las cosas externas, sino en nuestro propio ser. No miramos hacia adentro. Raramente examinamos los pensamientos, las palabras y las acciones. A través del auto-examen obtenemos vislumbres de nuestra propia naturaleza. Esto requiere un esfuerzo sostenido.

   La mente está desorientada porque es atraída constantemente por muchas fuerzas. Uno debe explorar su propia condición, objetiva, imparcial y desapasionadamente. La meditación abre el camino para resolver los problemas humanos más complejos.  Las toxinas psicológicas son eliminadas. Esto no se puede hacer por medio de una gimnasia intelectual, estimulación emocional o dramatismo religioso. Tenemos que educar la mente hacia una nueva percepción, con paciencia y un estado alerta.

   La mente es inquieta debido a la presencia de muchas impurezas. El Buddha declaró: “No conozco ni una sola cosa que traiga tanta miseria como la mente descontrolada, descuidada y sin refreno.”

   Las causas raíces de la impureza mental son: ansias, odio e ilusión. Para liberarse, uno tiene que erradicar totalmente estas impurezas. La mente de una persona así no se preocupa por los altibajos de la vida. El Buddha dijo: “La felicidad resulta de actuar con mente pura. La causa del sufrimiento es actuar con una mente impura.” Podemos encontrar curas efectivas para todas las enfermedades humanas por medio del dominio de la mente en la forma correcta. Dirigir la mente es, por consiguiente, una necesidad urgente.

   En el Bhagavadgitā, Arjuna observa: “La mente es intranquila, turbulenta, poderosa y obstinada. Controlar la mente es tan difícil como controlar el viento.” Krshna responde: “Indudablemente la mente es inquieta y difícil de controlar. Pero por práctica constante (abhyāsa) y desapego (vairāgya), la mente puede controlarse.”

   Lo mismo dijo Patañjali: “No existe otra manera de controlar la mente salvo por medio de la práctica persistente y sistemática, y la templanza.”

   Cuando la mente se purifica y equilibra, podemos ver dentro, en lo más hondo de nosotros mismos. Debemos vigilar constantemente y tener una poderosa voluntad para purificar la mente.

   Si la mente está llena de pensamientos malos, entonces Patañjali aconseja llenarla con pensamientos opuestos. Si el enojo está surgiendo en nuestra mente, podemos contrarrestarlo con una fuerte oleada de amor.  Esta oleada  de amor debería generarse en el mismo instante en que el enojo está surgiendo, aún antes que el enojo se vuelva poderoso y nos dañe a nosotros y a los demás. Deberíamos, por consiguiente, estar siempre pendientes de la mente. Deberíamos mantenernos alerta todo el tiempo.

   Uno debería desarrollar el estar alerta plena y constantemente. Krishnaji nos pide que tengamos un estado de mente que “observe todo con completa atención, en forma total”.

   Esto es una conciencia constante o un estar totalmente alertas. El Buddha dijo que “el fuego de estar totalmente alertas” destruye todos los grilletes. Krishnaji dice que la “llama de la atención” consume todas las impurezas.

   Estar alertas significa estar al acecho de uno mismo, estar concientes y nunca ser tomados por sorpresa. Si uno está alerta, puede cambiar cada pensamiento, cada acción, cada palabra. Cuando la mente está protegida por estar alertas constantemente, entonces las cosas externas no perturban la mente.

   El Buddha aconseja que la única manera de vencer las impurezas de la mente es continuar examinando sus contenidos una y otra vez, de modo que esas tendencias dañinas se eliminen de raíz y sólo a las buenas intenciones se les permita florecer en la mente.

   El estar alertas es el vigilante que protege a la mente de todo lo negativo. Si no existe el estar alertas y la conciencia, entonces la mente se inquieta, lo que resulta en actos que nos lastiman a nosotros y a los demás. Cuando la mente esta protegida por estar alerta todo el tiempo, entonces los sentidos externos no perturban la tranquilidad de la mente. Esto conlleva a una mayor perfección de las prácticas morales, y por lo tanto al desarrollo de las cualidades espirituales más elevadas. Estar alertas y mirar hacia adentro, son la esencia de la espiritualidad. Āchārya Śāntideva, del siglo once pregunta: “¿Excepto la conducta de vigilar la mente, qué necesidad hay de otras muchas conductas?” Un Maestro tibetano dijo: “No tengo otra práctica excepto ubicarme en el punto de llegada de los productores de problemas, esperando por ellos con un antídoto por lanza.”

   Todas las impurezas de la mente deben entenderse por medio de su percepción, directamente, completamente, y como un testigo. Por medio de una consciencia constante también podemos deshacernos de los malos hábitos. Sin embargo, debemos comprender que cualquier impureza que queramos eliminar tratará de “luchar” para sobrevivir en la mente. Por lo tanto, con paciencia y perseverancia tenemos que encender la llama de la atención total una y otra vez hasta que seamos capaces de librarnos de esa impureza. La percepción despierta o estar alertas es nuestra única fortaleza.

   Un relato citado a menudo como un ejemplo de estar alertas constantemente, se puede volver a contar: Un instructor de meditación fue invitado por una familia a su casa para un día completo de recitación de las escrituras. En cierto momento del día los miembros de la familia salieron de la casa para hacer algunos trabajos, dejando al instructor solo en la casa. De repente, se le antojó algo dulce. Mirando alrededor no encontró nada en esa parte de la casa, por lo que entró a la cocina y encontró un recipiente lleno de caramelos. Decidió tomar uno. En el instante en que puso su mano en el recipiente, su estado de atención se  hizo presente. Se dio cuenta del acto de robar y empezó a gritar, “¡Ladrón! ¡Ladrón!” De inmediato los miembros de la familia entraron, y se sorprendieron al encontrarlo agarrándose su propia mano y gritando: “Atrapé al culpable.” Este es por lo tanto, un ejemplo de estar alertas y de auto-control. Él “atrapó al ladrón” porque estaba exhibiendo una vigilancia constante y estaba atento, que son realmente los prerrequisitos para dominar la mente, para que no se permita cosas equivocadas; y si existe la más ligera desviación del camino correcto, existe una corrección instantánea y la mente recupera un estado saludable de paz y armonía. Esto es adhyātma vidyā o “ciencia interior” que nos ayuda a mantener la calma y la serenidad al superar toda negatividad instantáneamente.

   La purificación de la mente debe llevarse a cabo en toda la mente. La mente opera en tres etapas de acuerdo a los psicólogos modernos:

1. La mente Conciente

2. La mente Inconciente, y

3. La mente Super-conciente.

 

   Estas no son tres mentes diferentes, sino que se refieren a una sola mente. Normalmente percibimos sólo la mente conciente. La mente inconciente yace apenas debajo de la mente conciente, como un témpano en el mar. Sólo una pequeña porción del témpano se ve sobre el nivel del agua. La porción sumergida en el agua es la parte más grande. Lo que se ve por encima del agua es la “mente conciente”. Esa enorme porción escondida bajo el agua es la “mente inconciente”. Es una parte muy poderosa e importante. La mente “super-conciente” se sitúa por encima del nivel “conciente” y del “inconciente”. Cuando la mente se eleva por encima de los niveles concientes e inconcientes, alcanza la etapa “super-conciente”.

   Aunque muchas cosas suceden por los dictados de la mente “inconciente”, no somos concientes de esta mente. Cuando dormimos, podemos ahuyentar un mosquito en base a la decisión de la mente “inconciente”, la mente “conciente” no sabe absolutamente nada de esto.

   La mente inconciente está llena de samskāra-s (impresiones) de muchas encarnaciones anteriores. Muchos deseos también se esconden en ella. Cuando surge la oportunidad, los antiguos samskāra-s y los deseos ocultos de pronto se manifiestan. La mente conciente es totalmente incapaz de pensar o actuar. Es por esto que la purificación de la mente debe llevarse a cabo en el nivel inconciente. Si nos limitamos sólo al nivel conciente, no será de mucho beneficio. Los samskāra-s ocultos se deben manejar por medio de una purificación apropiada de la mente. Entonces, nuestro esfuerzo debe ser alcanzar las profundidades de la mente inconciente. Debemos adoptar la técnica de meditación que nos lleve a esos profundos niveles donde yacen los estratos de impurezas. Algunos métodos de meditación actúan solamente en el nivel superficial y no llevan a cabo la purificación de la mente, aunque pueda haber algo de paz y calma.

   La mente inconciente es como el sótano de una casa. Todas las cosas viejas y que nadie quiere, se amontonan en el sótano durante un larguísimo período de tiempo. Se debe limpiar toda la basura indeseable para que el sótano sea habitable. De igual modo, se debe limpiar la mente inconciente. Una total atención sin opciones, como lo propuso Krishnaji, puede ser de utilidad.

   Todo lo impuro debe ser eliminado de raíz y destruido totalmente. Solo entonces la mente se purificará y podemos alcanzar dominio sobre ella. Una manera de limpiarla es llenar la mente con ideas sublimes y pensamientos santos. Uno de los primeros pioneros en el estudio de la conciencia humana fue F.W.H. Myers. Él dijo una vez que la mente inconciente “no solo es una pila de escoria, sino también una mina de oro”.

   Lo inconciente es, por supuesto, una fuente de síntomas indeseables y hábitos difíciles de romper. Pero es también fuente de percepciones, de talentos creativos e impulsos espirituales que enriquecen nuestras vidas. Debemos por lo tanto, aprender a controlar y a extraer del inconciente. Cada vez que lo deseemos, por nuestro propio esfuerzo, convicción y fuerte propósito, podemos despertar todos los poderes ocultos, al derribar las barreras entre la mente conciente e inconciente. Deberíamos, por tanto, comprender toda la mente y no sólo partes de ella.

   Aquellos que han obtenido dominio sobre la mente conciente e inconciente pueden alcanzar el estado super-conciente. El estado super-conciente es el estado más puro y está en comunión con Ātman.

   La super-conciencia es nuestro verdadero estado de ser. Desde una perspectiva super-conciente, toda la vida es unidad. Vivir super-concientemente es maximizar nuestras habilidades en todos los aspectos de la vida. La super-conciencia tiene una visión más amplia, más intuitiva. La intuición se origina en la super-conciencia. Existe un flujo de una sabiduría más elevada. Uno puede actuar con esta guía interna. También hay mayor claridad.

   Por medio de un esfuerzo incesante, la mente se puede elevar a este estado más puro y noble. En este nivel, el hombre se vuelve divino. La meditación es el único modo de alcanzar este estado. La meditación silencia la mente. La meditación lleva a una purificación interna y uno puede descubrir el propio estado de Ātmānanda o verdadera felicidad, que está dentro de nosotros y lo experimentamos por medio de una profunda meditación.

   Todo lo que necesitamos es un deseo profundo de transformarnos a nosotros mismos y de estar abiertos a la luz de la sabiduría o prajña. Se produce una transformación silenciosa. A medida que la meditación se profundiza, uno experimenta dicha y se tienen vislumbres de iluminación. ۩

 

 

En primavera, cientos de flores:

En otoño, luna llena habrá;

En verano, brisas refrescantes;

En invierno, la nieve te acompañará.

Si cosas inútiles no cuelgan de tu mente,

Cualquier estación para ti buena será.

 

Anónimo

 

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