Vol. 134 - Número 01 - Octubre 2012 (en Castellano) |
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Los Poemas de Annie Besant
C. JINARAJADASA
Reimpreso de The Theosophist, octubre 1956. Los poemas fueron impresos por primera vez en 1917 en The Bombay Chronicle.
Recientemente, un corresponsal del Amrita Bazar Patrika publicó un poema con el estribillo: “Lo que suceda, es lo mejor”, y se lo atribuyó a la Sra. Besant. El poema es muy conocido, pero pertenece a Ella Wheeler Wilcox. Ciertamente el espíritu reformista y marcial de la Sra. Besant no respaldaría la doctrina burocrática de que en cualquier parte del cosmos “lo que suceda, es lo mejor”. La Sra. Besant, sin embargo, ha escrito tres, si no más poemas, y aunque se escribieron hace cuarenta y dos años, revisten un gran interés para explicar su vida hoy. Recuerdo muy bien la gran sorpresa que tuve al descubrir estos poemas hace diez años. En Inglaterra nadie estaba consciente de que ella había escrito poesía, y yo no había oído nada sobre su talento poético, aunque todos sabían qué maravillosa poeta era en sus ideas y en su dicción en la oratoria. Un día, inmerso en la biblioteca de un amigo, encontré un libro de himnos editado por el Rvdo. Charles Voisey y en él había tres poemas de Annie Besant. En 1872, la joven A. Besant se debatía en tormentas de dudas espirituales, y finalmente sintió la necesidad de liberarse de las crudas formas del pensamiento cristiano, que en ese entonces los cristianos ortodoxos sostenían con rigidez como parte de la enseñanza cristiana. En 1872, había prédicas en la “Iglesia Teísta” de Londres, a cargo del Rvdo. Charles Voisey (un clérigo de la Iglesia de Inglaterra, quien había sido expulsado por su iglesia debido a sus opiniones avanzadas sobre el Cristianismo), que son comunes en el pensamiento cristiano en la actualidad. Su relación con el Sr. y la Sra. Voisey se convirtió en amistad; la Sra. Besant escribe en su biografía: Descubrí que el Teísmo de ellos estaba libre de los defectos que me rebelaban en el Cristianismo, y abrieron en mí nuevos puntos de vista sobre la religión. Tres años más tarde, el Sr. Voisey publicó su Libro de Plegarias Revisado, y la Sra. Besant contribuyó con los tres poemas siguientes. El primero es muy conocido en la India, porque la Sra. Besant vivió según sus palabras: La acción osada es la única plegaria. Plegaria Quien batalla jadeante por ser libre Quien se afana por la libertad de los demás Quien, en la derrota, con calma labora Su plegaria es de verdad.
Quien, amando a todos, a nadie menosprecia, Y puede con el peor simpatizar, Quien verdadero mártir muere, Su plegaria es de verdad.
Quien, cuando una verdad conoce, En dicha y en pena no la deja de abrazar; Quien gallardo, en soledad, a ésta se aferra Su plegaria es de verdad.
Al cavilar, en reto debe tornase la fuerza Vacuo como el aire es el rogar, La acción osada es la única plegaria, Entonces, aprende a orar.
El siguiente poema es igualmente interesante, y podría ser también un canto de consagración y dedicación para el hijo de un patriota. Exhala el espíritu marcial con el que la Sra. Besant ha inspirado a la Joven India en la actualidad; y seguramente, como ella ha estado trabajando por la Joven India, una y otra vez el pensamiento que aparece en esta línea, debe haber sido suyo: La insignia que hoy portamos, mañana te pertenecerá.
Por el nombre de un hijo A la dicha, plenitud y gloria de la vida, Al reposo y al trabajo, al placer y las heridas, ¡Bienvenido, joven soldado!
Tres veces bienvenido, ¡Oh hijo! que hemos adoptado, Y a quien hoy la corona De la humanidad colocamos, Aclamándote, hermano.
Nuestro nombre te confiamos, mantenlo inmaculado, Confiamos que en tu vida seas honesto y osado.
Con tu propio corazón, sé sincero; Siempre dispuesto a seguir la verdad, aunque en soledad; Complácete, cuando el mundo sonría, pero no temas su antipatía, Joven soldado de la libertad.
La esperanza que forjamos, en ti brillará, La insignia que hoy portamos, mañana tuya será, Para que avances: Hoy te enlistamos, que puedas al llegar a hombre En las filas de los verdaderos y libres, ver tu nombre; ¡Bienvenido, joven soldado!
El último de los tres poemas revela otra fase la Sra. Besant, ya que, como bien sabemos hoy, tanto la religión como la política tienen para ella el mismo valor espiritual, y la libertad política es solo un reflejo aquí abajo de esa libertad espiritual que el hombre es llevado a descubrir en el proceso de evolución. El poema no tiene título, y se asemeja a un canto de uno de los Upanishad-s:
Nunca se ha roto El silencio eterno; Ni pronunciado aún Con celestial acento La idea que Dios tiene de Sí.
Como ciegos a tientas vamos, La oscuridad lo envuelve a Él: ¡Oh, bondad paternal! Que aquél que Lo contemple Pueda con el alma ver.
El velo aún no se ha rasgado Que oculta toda Su Santidad, Una señal aún no se ha dado Que el humano anhelo Pueda saciar
Pero, paulatina avanza La marcha de las edades: Con fugaz mirada, los buscadores de verdades, Despliegan las páginas De la Divina revelación.
Ajeno a la impaciencia, Girando a marcha lenta, Sin pausa, sin prisa, El tiempo siempre muestra Nuevas verdades sobre Dios.
El habla humana aún no ha roto Esa calma celestial; Pero, del eterno silencio Con nitidez creciente Se deja oír La idea que Dios tiene de Sí.
Es notable que en estos tres poemas tenemos, por un lado, la aspiración a la acción heroica en nombre de la humanidad, y por otro, la comprensión de la idea que Dios tiene de sí. Como los poemas se escribieron en 1875, han pasado cuarenta y dos años de tormentas y tensión, y la acción heroica, con la aspiración a comprender el gran Ser de Todo, ha sido la base de la vida de la Sra. Besant. Los poemas muestran cómo, si la Sra. Besant se hubiese inclinado más hacia la poesía, habría creado bellos y numerosos poemas. También nos muestran el porqué la Sra. Besant es reconocida como la más grande oradora en vida, ya que cuando un alma es heroica en cada fibra de su ser y una artista en cada uno de sus instintos, esa alma en acción solo puede ser poeta y profeta, patriota y líder.
¿Es el mundo un sueño? ¿Es intrínseco? ¡Dímelo! — Ni intrínseco, Ni un sueño, por lo que sé. Es algo, es nada en Uno. Kokin Wakashu
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